Capítulo 4.

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Ese mismo día en la tarde, Samuel se encontraba ya en su departamento descansando, pues fue poco lo que durmió la noche anterior. Una llamada sonó en su celular. El pelinegro, aún con sueño, contestó la llamada sin prestar atención de quien se trataba.

– ¿hola? –

– ¿Amor? ¿Estabas durmiendo? – Se trataba de su pareja, quien había notado su estado con solo escuchar su voz.

– Amor, si, estaba durmiendo – contaba calmadamente.

– ¿No tuviste una buena noche? ¿o saliste y llegaste muy tarde? – preguntó, esperando que no fuera lo último.

– amor... – guardó silencio unos segundos – sí, salí. Quise decirte ayer pero no me contestabas los mensajes –

– ... – un silencio se apoderó de la conversación. Esto al pelinegro lo ponía nervioso.

– ¿amor? ¿pasa algo? – preguntó el oji amatista, en toda la noche que estuvo en la fiesta no pudo evitar pensar que su novio tal vez se molestaría. Lo conocía muy bien y no podía evitar preocuparse un poco. Solo cuando estuvo compartiendo con el amigo de Guillermo su preocupación se fue y ni siquiera había pensado en su pareja. Pero fue tan solo un momento. Ahora Samuel sentía que se había ganado un problema.

– Hablamos después – y cortó la llamada. Como lo pensaba, se molestó. Arruinando así el resto del fin de semana para el pelinegro.


⭐⭐⭐


El fin de semana había pasado. Un nuevo día iniciaba, el despertador, que marcaban las 7 de la mañana, se escuchaba por toda la habitación. Rubén, con bastante sueño aun, apagó la alarma y cerró sus ojos "solo unos 5 minutos más".

Eran las 8 de la mañana en el mismo día, que era bastante frío. Las personabas caminaban siguiendo su propio rumbo. Las jornadas laborales y escolares habían dado inicio ya. Por una calle, se podía ver a cierta persona corriendo como si su vida dependiera de ello. Se había burlado de su amigo por llegar tarde, se había prometido a si mismo cambiar sus hábitos, ser más responsable; pero una vez más la flojera le había ganado.

Llegó tarde. Estando frente a la puerta del salón, tomó aire y reguló su respiración. Sentía que había corrido una maratón. Una vez estando listo, abrió la puerta y se dispuso a ir a su lugar, notando todas las miradas clavadas en él y siguiéndolo hasta que tomó asiento. Sus amigos estaban asombrados, pero no precisamente por que llegara tarde.

– Si ya lo sé, me teñí el cabello, ya me di cuenta, no es necesario que se queden viéndome como pendejos – habló en voz baja a sus amigos quienes no le despegaban la mirada.

– emm... podemos saber ¿qué paso?, ¿Por qué de repente tu cabello luce como el mío? –pregunto el albino con curiosidad, pues su amigo ahora tenía el cabello de un platinado muy similar a su color de cabello natural.

– porque te quiero tanto que quería parecerme a ti y convertirme en tu hermano gemelo perdido – respondió en broma.

– me alaga, pero podrías demostrarme tu amor de otra manera – comentó siguiéndole el juego.

– Si tienes razón, puedo demostrarte mi amor de otra manera – esbozo una pequeña sonrisa mientras veía de manera un tanto pícara a su amigo, sin incomodarlo, pues era común en ellos el hacerse bromas similares a estas.

– ejemm... – interrumpió David al darse cuenta del rumbo de la conversación, le molestaba un poco, pero no lo diría.

– ¡David! Pero si tengo amor para ti también – decía pasando un brazo sobre sus hombros – este osito tiene amor suficiente para todos –

Junto a ti, en otra vida | RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora