La Plaga

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Una tarde despejada vinieron ellos. Venían en enormes cohetes de plateado acero, dejando una densa estela de humo negro detrás de ellos, aterrizaron estrepitosamente. Pronto bajaron de el seres con enormes y blanquísimos trajes, llevaban clavos como si de garras se tratase en sus manos y en la cintura martillos y pistolas.

Sus primeras pisadas estuvieron pobladas de temor y desconfianza, propio de cualquier conquistador en desventaja, a cualquier animal que se las acercase —Ya fuese uno inteligente o una simple bestia— le daban la bienvenida con el fusil. A las plantas —ya fuesen también simples arbustos o enormes troncos— con el machete y el hacha.

Al principio era solo un chiste, pero en menos de tres meses, eran más de 98 cohetes que habían arribado.

Venían cegados, buscando desesperadamente dar a ese mundo hostil una apariencia gris y familiar. Al principio eran clavos y martillos, pero con los meses, eran enormes grúas y camiones, devorando la vida, como un cáncer, volvían lentamente el planeta un desierto de cemento. No voy a decir que peleamos a muerte para protegernos a nosotros y nuestro mundo, pero, era algo imposible, se reproducían de una manera enorme. No importaba cuantos matases, siempre había uno detrás, eran como una plaga, sin contar los que venían en los cohetes. Tampoco formaban una masa unida con un objetivo en común, sino que cometían atrocidades entre ellos, se robaban —pues, eran sumamente individualistas—, se matan, esclavizaban y otras atrocidades.
Desconocían totalmente el respeto por el prójimo y la fraternidad.
Es mas, eran tan vacíos e individualistas que hablaban distintos idiomas y se pelaban al no entenderse.

Llego un momento en que llenaron el planeta de toxinas, y entonces fue cuando se pudieron sacar esos pulidos trajes blancos, pero, por mas pulidos que estuviesen, estaban manchados por la sangre de millones de inocentes. En un momento se sacaron los cascos y dejaron ver sus rostros, eran planos —Salvo por una prominente nariz—, de ojos hundidos, venían en todos los colores, negro, blanco, amarillo, algunos rojos y blancos, marrones etc. En todos se repetían los mismos ojos —No por su color— sino por su expresión, la expresión de un conquistador, de un cazador a sangre fría. De alguien que no tiene compasión.

Decían tener la palabra de “Dios” y tener el derecho a hace todo eso, a masacrarnos, a utilizarnos como mercancías, a robarnos y demás.

Ellos se hacían llamar “Seres Humanos”.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2015 ⏰

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