Capítulo 1

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¡Muy buenas! Aquí les traigo un pequeño oneshot sobre este hermoso hombre. Espero que lo disfruten mucho.

Nosotros

La universidad siempre sería un sitio aterrador; un lugar en donde los adolescentes dejarían de comportarse como niños y forjarían su futuro con lentitud y tesón. Al menos ese era el ideal que allí se pretendía infundir en cada uno de sus alumnos.

El plantel contaba con numerosos campus y maestros instruidos que no permitirían la decepción de ningún padre de familia. Y los escasos altercados que se percibían dentro de tan noble institución derivaban directamente del cuerpo estudiantil que no siempre sabía sobrellevar sus diferencias.

Siempre habría divisiones sociales, producto de las variopintas personalidades de cada individuo. No obstante, era esa enriquecida heterogeneidad la que daba vida a dicha casa de estudios. Aunque en ocasiones, esos polos tan opuestos, chocaban.

—Ey, Trafalgar —llamada Kid con voz rasposa al joven que no sentía mucho afecto hacia el buen descanso.

—¿Qué pasa? —preguntó, disfrutando de la frescura que le obsequiaba el medio día.

Ambos se encontraban sentados sobre el pasto. A escasa distancia de una de las canchas más amplias para jugar fútbol.

—¿No piensas hacer nada? Recuerdo que odiabas perder desde que éramos unos niños. Siempre fastidiabas.

—Yo no veo que se te haya ido esa manía de pintarte los labios y las uñas. —Le recordó sus viejas y más arraigadas costumbres—. Y no me ves quejándome.

—Haz lo que quieras. Luego no desquites tu mal genio conmigo —advirtió. Porque él siempre gustaba de dejar en claro su punto de vista—. Ve a cortarte las venas en otro lado —soltó con vileza mientras sus oscuros labios formaban una sonrisa cargada de guasa.

—Y vamos de nuevo con ese tema...—expresaron Shachi y Penguin simultáneamente al escuchar la advertencia de Kid.

—Ahí va ese engreído de Portgas —musitó Killer con palpable malhumor. Él no apreciaba al moreno por cuestiones más bien personales.

—Y no va solo, como es costumbre —comentó Eustass con doble intención—. Ya que va bien acompañado de tu pequeña gatita. —Adoraba ponerles sobrenombres a las chicas sin una razón aparente.

—¿A quién le llamas «mi pequeña gatita»? —interrogaba Law con un tono que rozaba el timbre de un asesino sin escrúpulos. Esas bromas le desagradaban.

El zafiro de sus pupilas era el primer atributo físico que todos notaban. Y el azabache de su corta y lacia cabellera resaltaba gracias a las mechas escarlatas que se había hecho. Tampoco podía pasarse por alto el estuche que llevaba a cuestas; ese que se encargaba de custodiar un maravilloso instrumento musical de cuerdas.

—Parece ser que va a tocar algo. Hasta Ace ha llevado consigo su guitarra. Vaya interpretación más rara entre un violín y una guitarra eléctrica —decía Killer—. ¿No te parece Law?

—Olvídalo, ya se esfumó. —Habría de ser Kid quien respondiera.

No es que no fuera lo suficientemente coordinada, sino más bien que ella y esos objetos electrónicos no poseían la relación más sana de todas. Había iniciado una guerra contra aquel aparato y la había perdido. Tras su derrota terminó estrellándolo contra el suelo. Y ahora se lamentaba frente a la puerta de su salón de clases.

—Lo he roto por quinta vez en este mes...—sollozó en silencio, anhelando poseer la habilidad para rebobinar el tiempo y salvar su teléfono móvil.

A tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora