Como Jeno había dicho, Jaemin, el tío de Jaemin y él habían salido temprano de la casa para ir de compras al supermercado. Los tres hablaban de temas cualquieras, Jeno iba sentado en el asiento del copiloto mientras que el tío de Jaemin conducía y el peligris iba detrás de ellos, sonriendo hacia el celular.
De vez en cuándo Jeno miraba a su amigo por el retrovisor, sintiendo su estómago revolcarse de la ira porque Jaemin no estuviera poniendo atención a cada palabra que decía.
Incluso se asustó al llegar a sentir el impulso de quitarle el celular y lanzarlo por la ventana.
Debía controlar esos horribles sentimientos que se volvían cada vez más frecuentes.
Llegaron al super mercado, y el tío de Jaemin los dejó vagar por la tienda mientras él iba por las herramientas necesarias para la comida del día.
-Uhm, quiero comprar un peluche de perrito para Anh. Hace tiempo quiere uno y no encuentra donde comprarlo. -dijo Jaemin caminando hacia el área de los juguetes.
-Ajá -Jeno lo siguió sin muchas ganas de verlo con los ojos brillando de amor.
-Awww, éste se parece a ti- Jaemin se acercó a un peluche de osito con ojos sonriendo. Jeno hizo a un lado el peluche con una pequeña risa. -Oh, éste me gusta - tomó un peluche de un pequeño perro gris, parecido a un lobo, de manera tierna le recordó a su novia.
-Toma el que sea y vámonos, yo también quiero comprar algunas cosas -se quejó Jeno. Jaemin sonrió y abrazó al peluche para asentir y salir de esa sección.
El estómago de Jeno se asentó de celos. De sólo imaginar a Anh siendo abrazada por él, besada por él. Se estaba volviendo loco.
No, odiaba a Anh, no podía tener sentimientos por ella así de repente.
Al llegar a donde quería, Jeno buscó las cosas que necesitaba mientras Jaemin parloteaba acerca de cuán perfecta era Anh, haciéndolo tomar las cosas con brusquedad.
Algo dentro de él quemaba en celos. Pensamientos de posesividad por Anh comenzaban a asustarlo, al grado de querer lastimar a Jaemin.
Algo no estaba bien. Éste no era él, él amaba a Jaemin como un hermano. No quería hacerle daño, pero ese horrible sentimiento lo llevaba a imaginarse clavando sus garras en la garganta de su amigo y...
—Vamos, tenemos que pagar para regresar— dijo Jaemin sonriente. Jeno parpadeó un poco asustado, sonriendo igualmente para pasar desapercibido.
¿Qué había sido todo eso?