Noche de pasión prohibida

617 20 47
                                    

El ronroneo del carro era como una dulce tortura, la espera carcomía en sus almas deseosas por unirse, una unión placentera y prohibida, ambos ajenos al otro.

Mientras Cindy mantenía la vista hacia el paisaje que atravesaba los vidrios polarizados, Julio la observaba, impaciente por llegar a su destino; ¿cómo es que habían llegado a eso? Tenían siete años que no se veían, incluso nunca habían mantenido un contacto aparte del de esa noche.

—¿Estas bien?— pregunto julio observando como la chica se mordía los labios rojos por la sección de besos que habían tenido en el bar, donde se vieron por casualidad.

—Solo... un poco nerviosa— respondió mirándolo fugazmente con una tímida sonrisa tirando de sus labios hinchados.

—Descuida, te are olvidar tu timidez una vez estemos dentro de la habitación— prometió Julio, socarrón.

—Ok— respondió Cindy. Moviendo sus dedos a los costados cuando una mano varonil se posó en su muslo subiendo de a poco el suelto vestido que llevaba. —¿que-que ha-haces?— tartamudeo. La respiración atorándosele en la garganta en anticipación mientras abría más las piernas, en una clara invitación.

—¡Solo déjate llevar, si!— murmuró con voz ronca. Movió su mano más arriba del muslo subiendo al mismo momento el vestido hasta llegar a su objetivo. —¿No llevas un short?— Cindy meneo la cabeza en negación, suspirando al sentir la yema del dedo masajeando por arriba de la braga. —¡Mejor!— exclamó haciendo a un lado la delgada tela de la braga. Sonrió al sentir la humedad entre los pliegues vaginales.

Soltando un gemido Cindy apuño los ojos moviéndose inconscientemente contra los dedos que buscaban abrirla y enterrarse dentro de ella.

La coherencia y sensatez escapando como pólvora de sus manos —tus ojos— dijo en un gemido la chica, retorciéndose en el asiento.

—¿Que tienen?

—No-No... ¡ahh! De-deberían estar en la carretera— julio sonrió. Tenía razón pero no podía quitar sus manos de la chica. No ahora que al fin la tenía.

Empujando dos dedos más allá de la entrada escucho con satisfacción como Cindy soltaba gemidos que trataba de callar con sus manos sobre la boca. —¡Dios!— jadeo. Volviendo los ojos a la carretera pero sin retirar los dedos del canal caliente piso el acelerador entrando en la siguiente esquina; solo faltaban un par de cuadras para estar en su departamento. Y poner en marcha todo lo que venía maquinando su mente.

—Creo que...

—No, aun no. No hasta que esté dentro de ti. Apretando las piernas Cindy retuvo su orgasmo deseando que su amante dejara de mover sus dedos, pero el parecía gozar con el sufrimientos placentero que causaba en su compañera. Viéndola retorcerse con las mejillas rojas al igual que sus hinchados labios.

El escote en el vestido mostraba dos par de pechos redondos que se movían con la respiración errática de la chica, subiendo y bajando dejando a la vista el bracier negro con encaje.

Apagando el motor del coche se inclinó hacia el lado del copiloto atrapando los labios de Cindy en un beso avasallador; que los hizo olvidarse del lugar donde se encontraban, perdiéndose en un demandante beso Julio movió mas rápido su mano en la parte baja de la chica, deleitándose con los suaves gemidos que soltaba Cindy. —Bajemos— murmuro contra los labios ajenos. Retirando los dedos, observo como los labios de Cindy se separaban dejando escapar un dulce quejido. Estaba tan empapada. Y el tan empalmado que dolía.

En el lobby de la columna de apartamento el seguridad lo saludo, sonriendo. Julio inclino la cabeza a modo de saludo. Cindy a su lado estaba muy seria, aunque no era extraño, siempre la catálogo como una chica seria y encantadora. (Lo que aún no creía era que se hubiera casado con el tipo revoltoso que fue su novio de preparatoria.) Y que estuviera en ese momento con él a punto de entrar a su apartamento y tener sexo con, era un sueño hecho realidad. Cuantas veces había soñado con eso... muchas, y su cama era testigo.

AMANTES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora