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AC: Diabolik Lovers two-shot, yuri, Yui x fem! Shu (llamada Ririe, nombre sacado de la ruta de Dark Fate de Yuma ), contenido sexual explícito.

Antes de haber llegado a la mansión Sakamaki, Komori Yui había escuchado muchas veces halagos a su cabello rubio y bien cuidado, a su voz suave, su piel tersa y figura delicada

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Antes de haber llegado a la mansión Sakamaki, Komori Yui había escuchado muchas veces halagos a su cabello rubio y bien cuidado, a su voz suave, su piel tersa y figura delicada. Las personas a su alrededor, conocidos de su padre, siempre la habían catalogado como una especie de niña ideal.

Al haber sido criada por un sacerdote y en una iglesia, Yui veía a su propio cuerpo y alma como un ente canalizador para el amor a Dios, creada a su imagen y semejanza, por lo que era su deber ser contenedor de parte de su bondad y brindarla al mundo. Se entendía como una simple expresión, su propia vida como una muestra de su poder infinito, que tenía el deber de llevar su amor y palabra. Por eso, nunca consideró aquella agraciada feminidad como una virtud.

Podía visualizarse años en el futuro, con su sueño de entrar a un monasterio y dedicar su vida al Señor gratamente cumplido. Si fallaba y la vida terminaba dando un vuelco, se veía entonces llevando un matrimonio feliz con un hombre amable y de brazos cálidos donde ambos se amarían con locura y se entregaran por completo al otro, hasta que llegara el día en el que murieran.

Sin embargo, en los últimos meses su vida había dado tantas vueltas que no estaba segura de cuál era el camino correcto. Tampoco estaba segura de si tal cosa como un camino existía.

Su padre había resultado no ser su padre y le había enviado a vivir a una mansión donde era la presa de un grupo de hermanos sedientos de ella, ansiosos de probarla, monopolizarla y poseerla. Cada día era un calvario y cada gota de sangre que tomaban contra su voluntad llevaba también un poco sus deseos de seguir viviendo aquel tormento.

Sentía que su cuerpo ya no le pertenecía, existían segundos en los que se sentía viviendo en un mal sueño. No sabía dónde estaba parada y cada día era violentamente más frío que el anterior, sumergida en una niebla espesa, en la cual costaba cada vez más respirar. No se reconocía al mirarse en el espejo, sin poder ver un atisbo de esa chica jovial la cual solía recibir tantos halagos en un pasado.

Komori Yui se encontraba en la azotea del instituto, sentada en un banco en soledad. Suspiraba profundo mirando hacia el cielo, extrañándose a sí misma y a la persona que solía ser. Alzó uno de sus brazos como si pudiera tocar las estrellas y observaba la piel mancillada de su muñeca, una pequeña zona que el reciente movimiento había descubierto.

Veía marcas de dientes pertenecientes a los Sakamaki, aquellos perpetradores de su tormento. Sus días ya no eran pacíficos, la tenebrosa aura que envolvía a esos hermanos estaba poco a poco consumiéndola. No podía mirarse a sí misma sin sentir unas manos frías tocándola y el dolor punzante perforando su carne, como si se tratara de una respuesta condicionada.

En vista del tenebroso curso que sus propios pensamientos estaban tomando, decidió ponerse de pie y entrar al edificio para cambiar de aire.

Repasó mentalmente sus clases de ese día, recordando que había olvidado uno de sus libros en la sala de música, donde había tenido la primera hora. Bajó la escalera y caminó por un pasillo vacío. Se detuvo frente a la puerta de su destino, donde escuchó el ahogado sonido de un violín provenir desde el interior.

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