Un Nuevo Amanecer

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—¡Suyan, la cena ya está servida! — Grita su padre a su hija, quien está en la parte posterior de su cabaña, con muchos vendajes en todo su cuerpo, mirando el atardecer de pie. Su postura demuestra firmeza, demuestra fortaleza. Pero sobre todo "Victoria".

Han pasado 2 meses desde que Suyan regresó con la hierba milagrosa para salvar a su padre.

Ella había llegado a su casa muy malherida, siendo recibida por su madre, quien sorprendida y asustada. Solo tuvo fe en las palabras de su hija, e hizo caso omiso. Llevándola por supuesto al hospital también. Felizmente las heridas de Suyan eran tratables, y mientras el doctor en cabecera examinaba a Suyan, su madre se paseó al cuarto donde se recuperaba su esposo y le dio de tomar un mate de té con la hierba milagrosa.

Al día siguiente de esto, el padre estaba totalmente recuperado. El doctor y enfermeras se quedaron asombrados, pero luego de que ellos también habían presenciado el "Milagro de la cosecha". Solo les quedó aceptar que había vuelto a suceder otro milagro. El padre de Suyan pidió encarecidamente al doctor que no haga pública la noticia, temía, que la gente de su pueblo que es tan apegada a la fe, termine consagrándolo como alguien especial o bendito por el todo poderoso, a él o al hospital. Ya que es muy común que la gente en estos pueblos tome muchos mártires como ídolos de fe. Todo bien hasta ahí, pero quedaba el tema de Suyan. Fracturas en las costillas, múltiples arañazos y contusiones. El doctor estaba sorprendido, pues en sus 5 años desde que había llegado al pueblo como voluntario de profesión. Muchos de sus pacientes, eran jóvenes o adultos que tenían moretones, labios rotos, narices rotas, entre muchas otras lesiones. Y la mayoría siempre decían el mismo nombre. "Suyan me lo hizo". Pero ahora era ella quien estaba en la camilla. ¿Quién habría sido tan fuerte como para propinarle tal golpiza?

Eso y.... varios ya se habían dado cuenta de ello. Pero, nadie los tenía bien puestos como para decírselo en la cara. Suyan en realidad era muy bonita. Claro, mide casi dos metros, es intimidante y poco femenina. Pero, es bastante bonita. De todas maneras, el doctor debe velar por sus pacientes, una vez que ella despierte le preguntará acerca de que sucedió. Como consiguió tantas heridas.

Durmió por dos días, al tercero, despertó, su primera pregunta fue acerca de su padre. Cual respuesta la tranquilizo y dejo descansar por un par de días más. Su recuperación fue rápida, tanto que a los 5 días ya fue dada de alta y tenía que seguir mucho descanso, pero ya en su propia casa. Poco a poco las semanas pasaban y Suyan recobraba la movilidad y fuerza que la caracterizaban. En ese tiempo Suyan recordó que al despertar el doctor le pregunto lo que sucedió, ¿Cómo se hizo tales heridas? Era recuerda haber mentido, y decir que fue asaltada por un grupo de ladrones. Decir la verdad sería demasiado loco para alguien de medicina y ciencia, pensó ella. Pero el doctor luego de ver ya dos milagros no se hubiera sorprendido con algo así. Lastimosamente no insistió más y agradeció por la respuesta que a fin a cabo serviría para justificar los servicios médicos.

Ahora ella es feliz, tiene a su padre y su madre, todo vuelve a la normalidad. Pudo salvarlo, y cenar junto a ellos luego de tales sucesos, la hacen sentirse bendecida. Esta noche en esta casa, esta familia, es feliz.

Sin embargo, lejos en los oscuros senderos por donde la gente suele regresar luego de fiestas en otros pueblos. Un par de amigos caminan juntos, uno apoyado en el otro, ya que este está completamente ebrio, mientras que el otro ha tomado, pero sigue sereno y cuerdo.

Regresando a casa, hacen bromas el uno al otro. El amigo ebrio se ríe, se siente seguro pues el hombre que tiene al lado es casi como un hermano, desde que se conocieron trabajando en la mina a los 20 y 24 años. En los éxitos y fracasos, en el amor y la pena. Siempre todo acontecimiento era suficiente para juntarlos en una mesa de plástico con una cerveza en el centro. 20 años de amistad han pasado, y el motivo de esta celebración fue el nacimiento de su hijo. Y querían hacerlo a lo grande, así que aprovecharon que había una festividad religiosa en un pueblo algo lejos y fueron. La pasaron muy bien, bailaron, bebieron alcohol, conocieron personas.

Entonces así totalmente ebrio y con dificultades para caminar y hablar, le comenta.

—Sabes, creo que esta será nuestra última celebración por un tiempo...

—¿Eh?, ¿por qué lo dices? —Responde su amigo con un tono algo sarcástico.

—Mi hijo nació hoy, y lo celebré como nunca. Siempre quise tener un niño. Y quiero darle la mejor de las infancias.

—¿A qué te refieres?

—Mi padre fue un borracho irresponsable, ese maldito, nos dejó a mí y a mi madre cuando apenas tenía 9 años. Mi madre fue padre y madre, y que en paz descanse. Yo en cambio...

Quiero darle a mi hijo un padre, del cual sentirse orgulloso, quiero que sienta ese amor que no recibí. Y por ello quiero pasar los siguientes años esforzándome por darle lo mejor, y estar ahí para él.

—Jajá, y que tiene que ver eso con que sigas saliendo a divertirte un domingo conmigo, el futbol no mata, ni unas cervezas tampoco.

—Ya sé, solo quería desahogarme... sabes estoy tan fe...

Su amigo, quien estaba cargando en brazo a su amigo ebrio, de repente notó que su peso aumentó de golpe, algo le salpicó la cara, estaba hablando con él hace un instante, pero mirando de frente y al suelo para evitar tropezarse. Siente su hombro, brazo y cara un líquido caliente. Voltea para mirar a su compañero, su cabeza no estaba. Mira rápidamente el suelo y ve la cabeza de su amigo decapitada. aún botando sangre.

—¡IMBECIL!, te dije degollar a los dos a mi señal. No decapitar, Maldita sea apúrate y mata al otro. —Una voz entre la oscuridad exclamó.

Rápidamente el hombre por el susto emprendió a correr, en plena carrera sintió un tajo en el brazo, pero ignoro completamente el dolor, y siguió corriendo.

—¡No dejes que se escape! —Escuchó.

Rápidamente luego de escuchar, se salió del camino, y se metió entre la maleza. Por la oscuridad no se da cuenta que hay una caída que desemboca al rio.

Cae rodando, quiere cubrirse la cabeza para no recibir tanto daño, pero solo un brazo le responde. El otro donde sintió el tajo, no reacciona. Cae al rio. y vuelve a escuchar:

—¡Atrápalo, Atrápalo! — Mientras escucha que alguien está descendiendo por la misma caída por donde tropezó.

Se pone de pie, el rio le llega al abdomen, pero la corriente tiene mucha fuerza, le cuesta mantenerse de pie. Decide dejarse llevar, se sumerge para tratar de perder de vista a sus perseguidores. Aguanta la respiración mientras que con el brazo que le responde trata de alejarse del suelo de rocas, Sin embargo, por la fuerza de la corriente no puede evitar que esta mano que trata de tocar el suelo sea golpeada por una que otra piedra, causándole mucho daño, pero él sigue haciéndolo. cada 20 segundos saca la cabeza para respirar, y vuelve a lo mismo. Pasan 7 minutos repitiendo esto. Se siente débil, su mano le duele mucho y siente un raro hormigueo en el brazo que no le responde, mientras es arrastrado por la corriente ve una roca grande y se aferra a ella. Luego la escala y se apoya. Ya no tiene fuerzas, se siente muy cansado, tiene mucho frio. Y su brazo ya no es lo único que no le responde. Tiene sueño, piensa en cerrar los ojos y recuperar fuerzas, para mañana. Ve unas luces, acercándose. ¿Serán esas luces que dicen que ves antes de morir? —Pensó.

—Ahí voy a hacerte compañía mi querido amigo— dijo tartamudeando por el frio y cerrando los ojos.



SuyanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora