Capítulo 10

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Angie

-Estaré trabajando en el club. Nos… uh… veremos en ocasiones. Conseguiría trabajo en otro lado, pero necesito la plata que el club paga. —Explicaba esto tanto a mí como a Dennis. No estaba segura de qué iba a decir cuando lo viera. Sólo sabía que tenía que enfrentarlo. Al principio, Fran me rogó que le contara sobre el embarazo. Aunque, después de que escuchara exactamente lo que había pasado con mi padre y Dalu y su madre ese día, ya no estaba en el equipo Dennis como antes. Acordó que no era necesario decirlo de inmediato.

Conseguir el valor suficiente para volver a esta casa luego de la forma que me había ido hace tres semanas y media fue duro. La esperanza de que mi corazón no reaccionara cuando viera a Dennis fue inútil. Mi pecho estaba tan apretado que era una maravilla que pudiera respirar. Menos hablar. Estaba embarazada con su bebé… nuestro bebé. Pero las mentiras. El engaño. Quien era. Todo eso me mantuvo de decir las palabras que se merecía. No podía. Estaba mal. Estaba siendo egoísta. Lo sabía. Eso no cambiaba nada. Podía ser que el bebé nunca lo conociera. No podía dejar que la forma en que me sentía sobre él nublara mis decisiones para mi futuro… el futuro de nuestro bebé. Mi padre, su madre y hermana nunca serían parte de la vida de mi bebé. No lo permitiría. No podía.

—Por supuesto. Sí, trabajar en el club es buena plata. —Se detuvo y pasó una mano por su cabello—. Angie, nada ha cambiado. No para mí. No necesitas mi permiso. Esto es exactamente lo que quiero. Tenerte aquí de vuelta. Ver tu rostro. Dios, no puedo hacer esto. No puedo fingir que no estoy jodidamente emocionado de que estés en mi casa.

No podía mirarlo. No ahora. No esperaba que dijera nada de eso. Esperaba más una charla artificial y nerviosa. Era lo que quería. Mi corazón no podía soportar nada más. —Tengo que irme, Dennis. No puedo quedarme más, sólo quería estar segura de que estabas bien con que estuviera en la ciudad. Mantendré mi distancia.

Dennis se movió tan rápido que no lo noté hasta que estuvo parado entre la puerta y yo. —Lo siento. Intenté estar tranquilo. Intentaba ser cuidadoso y me quebré. Lo haré mejor. Ve a lo de Fran. Olvida lo que dije. Seré bueno. Lo prometo. Sólo… no te vayas. Por favor.

¿Qué le contestaba a eso? Se las había arreglado para que quisiera confortarlo. Disculparme. Él era letal a mis emociones y buen sentido. Distancia. Necesitábamos distancia.

Asentí y lo rodeé. —Yo… uh… probablemente te veré por ahí. —Me las arreglé para graznar antes de abrir la puerta y salir de la casa. No miré hacia atrás pero sabía que me estaba mirando ir. Era la única razón por la cual no empecé a correr. Espacio… necesitábamos espacio. Y yo necesitaba llorar.

***********

Era como si nunca me hubiera ido. Ya había decidido ir directo al comedor y buscar a Jona. Supuse que sabría donde encontrar a Carlos. Pero Carlos me estaba esperando en la puerta cuando abrí la entrada trasera del club.

—Y ella vuelve. Sinceramente, no pensé que lo harías. —Carlos arrastró las palabras mientras la puerta se cerraba tras de mí.

—Por poco tiempo, quizás —respondí.

Carlos me guiñó y luego asintió hacia el pasillo que guiaba a su oficina. —Vayamos a hablar.

—Está bien —dije mientras lo seguía.

—Fran ya me llamó do veces hoy. Queriendo saber si ya te había visto. Asegurándose de que tuvieras tu trabajo de vuelta —dijo Carlos mientras abría la puerta de su oficina y la sostenía para que pudiera pasar—, lo que no esperaba es la llamada que recibí hace diez minutos. Me ha sorprendido. Por la forma en que te fuiste hace tres semanas y dejaste a Dennis en la miseria, no esperaba que llamara a tu favor. No es que lo necesitara, fíjate. Ya había aceptado devolverte tu trabajo.

Me detuve y lo miré. ¿Lo había escuchado bien? —¿Dennis? —pregunté, casi asustada de que hubiera alucinado el comentario.

Carlos cerró la puerta y caminó hasta pararse delante de su escritorio. Se inclinó contra la madera brillante que se veía costosa y cruzó los brazos sobre su pecho. La sonrisa que tenía cuando llegué se había ido. Se veía preocupado.

—Sí, Dennis. Sé que la verdad salió a la luz. Gibran me contó una parte. Lo que sabe, al menos. Pero yo ya sabía quién eras. O quien Dennis y Dalu creían que eras. Te advertí que la elegiría a ella. Ya la había elegido cuando te di la advertencia. ¿De verdad quieres volver a todo esto? ¿Es Honduras tan malo?

No. Honduras no era tan malo. Aunque ser una madre soltera de diecinueve años sin familia lo era. Aunque no era algo que iba a compartir con Carlos.

—Volver aquí no es exactamente fácil. Ver… verlos, tampoco será fácil. Pero necesito descubrir que voy a hacer. No hay nada para mí en Honduras. No me puedo quedar y pretender que lo hay. Es tiempo de que encuentre una nueva vida. Y Fran es mi única amiga. Mis opciones son limitadas.

Las cejas de Carlos se dispararon hacia arriba.

—Auch. ¿Yo qué soy? Pensé que éramos amigos.

Sonriendo, caminé y me paré detrás de la silla en frente suyo.—Lo somos pero bueno… no amigos cercanos.

—No porque no lo intentara —Una pequeña risa salió y Carlos sonrió—. Es bueno escuchar eso. Lo extrañé.

Quizás volver no sería tan difícil.

—Puedes tener tu trabajo de vuelta. Es tuyo. Tuve pesimas chicas de carritos y Jona todavía está malhumorado. No se lleva bien con los otros meseros. Él también te extraña.

—Gracias —contesté—, lo aprecio. Aunque quiero ser honesta contigo. En cuatro meses, planeo irme. No puedo quedar aquí para siempre. Tengo…

—Tienes una vida a la que volver. Sí, te escuché. Guatemala no es donde pretendes echar raíces. Lo tengo. Por cualquier lapso de tiempo, tienes el trabajo.


Como dicen por ahí: y que comiencen los juegos del hambre.

Nunca demasiado lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora