Extra: Para Jennie, mi flor marchita

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Para Jennie.


Para mi flor marchita

Hay una flor blanca frente a mí. La suave brisa de verano la hace danzar, movimientos suaves, como ondas se mueve de lado a lado; elegante. El viento la acaricia entera, como yo quisiera ser capaz algún día; desde el tallo hasta los pétalos, ágil, sutil, casi con amor. Me parece doloroso saber que la simple corriente de aire está y estará más cerca de ti de lo que yo estaré alguna vez.

Es tan pura y hermosa como ella misma y tu recuerdo parece materializarse en esa delicada flor, tan bella, tan frágil, tan real. Me hace pensar que, al menos, la flor y yo estamos en el mismo espectro, sobre el mismo suelo y bajo el mismo pedazo de cielo; a diferencia de tu y yo.

Nunca antes pensé que, entre mi colección de pensamientos y figuras abstractas, de pinturas que retratan paisajes oscuros y galaxias, de callejones sin salida en laberinto mental que llevo por consciencia, y los ecos de destrucción que te rodean, encontraría la comparación más acertada a ti en un claro oculto en medio del bosque. Aquel lugar que declaré mío sin autoridad porque el balance en mi vida se encontraba al borde del colapso y solo podía sentir paz respirando ese aire puro; el equilibrio que había perdido huyó para permanecer entre el verde y el azul del boscaje alto. Pero llegaste y sentí que el mundo finalmente estaba dándome un regalo y que, si los dioses existían, enviarte fue su forma de disculpase por tantas injusticias cometidas a lo largo de mi apática y monótona existencia.

Mi idea de ti pasa a ser parte de la naturaleza, imagino tu cabello enredándose como las raíces más fuertes, aferrándose a la tierra y extendiéndose por todo el territorio; casi invasiva. Imagino que esas raíces me envuelven sin hacerme daño, que me abrazan y me nutren; imagino que me vuelva una con el color canela de tu piel y que tu aroma se impregna en lo profundo de mi piel; que tu néctar se inyecta en mis venas... a veces te siento como el veneno más intenso que hace arder mi cuerpo y me priva del aire, a veces es el antídoto que cura mis afecciones y purifica mi alma. Y entonces confirmo que sí, que estás aquí como si en realidad pertenecieras a este entorno; como si fueras una con aquel tallo delgado y esos pequeños pétalos. Como si nunca te hubieras ido.

En ocasiones estiro mi mano para tocar la flor, mis trémulos dedos se extienden, esperando hacer contacto con los finos pétalos, pero temo hacerles daño y romperlos o separarlos de su centro, así que termino acariciando el cáliz y me dedico a mirarla con genuina admiración. Es lo que ocurría cuando intentaba tomar tu mano, algo curioso. Temblar cuando la siento cerca, temblar cuando la siento lejos, temblar cuando te siento cerca, temblar cuando te siento lejos... semejanzas, diferencias, el punto donde convergemos tú y yo: miedo. Miedo a avanzar, miedo a retroceder, terminar inmóviles en un punto invisible donde no sabemos quién está más adelante o quién se quedó unos pasos atrás.

La distancia entre nosotras es como una maldición, los kilómetros son como enormes cadenas que me tienen atada a una zanja de agua helada, congelando mis esperanzas de sentir la calidez de tu piel. Cadenas que nos permiten avanzar a pasos cortos y pesados hasta estar a solo centímetros de tocarnos y que luego tiran con fuerza de regreso, separándonos y hundiéndonos en el mar de la desesperación. Constantemente me estrello contra la cruda realidad de que nunca te tendré entre mis brazos, de que siempre estaré tratando de correr hacia ti, aunque me lastime en el proceso; correré en tu dirección incluso si lo único que veo es tu espalda, no importa si tengo que romper mis huesos para librarme de los grilletes... de todas formas, infinitos son los sacrificios que haría por ti.

Tengo a la flor justo en frente, pero ¿Qué es peor? ¿El dolor de no sentirla? o ¿La angustia de tenerla y verla marchitarse poco a poco cada vez que la visito? Responde, déjame escuchar tu voz una vez más, incluso si solo es solo un segundo tendré una respuesta y el dolor cesará por hoy. La presión que siento me asfixia. Es difícil respirar bajo tu ausencia.

let's hurt tonight ; jensooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora