Capítulo III: Espérame ¿Peligro?

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Gia Boss.

Me levanté con rapidez de mi cama dejando en ella aquella tristeza y frustración. Coloque mi canción favorita Shake, Rattle and Roll del grandioso Elvis Presley. Una joya simplemente.

Mientras la canción sonaba animando aún más mi cuerpo, fui a mi armario y saque un vestido rosa con varios tonos diminutos de naranja, celeste y lila dando la imagen de los típicos colores pasteles. Iba bailando con el vestido al sonido de la música. Me sentía alegre por alguna razón.

Me coloque unas zapatillas blancas y comencé a peinar mi lacio cabello blanco frente al espejo. Veía como mi cabello resaltaba mucho por su color, aquel cabello que se había tornado blanco cuando tenía apenas trece años de edad, justo un año antes de haberme transferido al instituto Beau Soleil.

Por lo usual estaba de moda las hondas en el cabello, aquellas que daban un volumen impactante y no solo eso, sino también el cabello corto más arriba de los hombros. Yo al contrario, tenía mi cabello bastante lacio y largo hasta tenerlo por debajo de mis pechos, me gustaba así, sentía que creaba mi propio estilo e imponía mi propia moda, y aunque no seguía con los estándares de moda respecto al cabello, mis compañeros del instituto admiraban mi estilo como si fuese de una diosa. Habían incluso algunas chicas del instituto que trataban de copiar mi estilo, aunque claro, les quedaba pésimo. Creo que es más la actitud con el que lo portas que el mismo estilo.

Al terminar de peinarme me hice una pequeña trenza a un lado de mi cabello con solo un mechón de este. Me coloque una chaqueta beige por el frío que estaba haciendo y que seguro aumentaría la temperatura por la noche.

Terminando de arreglarme solo me coloque el anillo que era de mi madre en el dedo del medio sintiéndome ya preparada para lo que fuera, lista, audaz y sobretodo ¡Rebelde!

¡Shake, Rattle and Roll!—Dije casi gritando de la emoción siguiendo los últimos versos de la canción que estaba culminando. Me había sorprendido al ver que estaba lista en tan poco tiempo.

Salí por el balcón de mi habitación y con el viejo truco de todos los adolescentes, baje de este sosteniéndome de varias cobijas atadas entre sí que me conducían con sigilo hacia el jardín de la mansión. No era la primera vez que lo hacía así que me sentía una experta, aparte que nunca me han descubierto ya que los sirvientes no son muy buenos siendo niñeras y siempre he llegado primero que mi padre aunque él nunca se digna a ir a mi habitación a revisar si al menos estoy viva.

Al sentir el césped del jardín en mis pies, salí corriendo al frente de la mansión saliendo de las propiedades de esta. No podía usar mi convertible para ir al cine, al encenderlo en el garaje haría mucho ruido delatándome al instante. Esa idea estaba descartada por completo de mi cabeza. Solo camine un poco en dirección al centro del pueblo hasta que un taxi milagrosamente paso alado mío siendo mi salvación para no caminar como una mortal por las calles ¡Todo iba a la perfección! Es decir ¿Qué podía salir mal?

Apenas me adentre al asiento trasero del taxi saque de mi bolso de mano un poco de mi maquillaje y mi espejito portátil. No iba a iré a ningún lado sin un pizca de mi hermosa colección de maquillaje. Me gusta arreglarme bastante bien ya sea para salir a mi propio jardín. Después de todo se es joven solo una vez.

—Señorita ¿A dónde irá?—Preguntó el taxista quien esperaba a que le indicara la dirección. No lo detalle muy bien porque estaba concentrada con el delineador, pero parecía un señor gordo y de un aspecto algo desagradable.

—Calle Les Essert, rápido por favor—Respondí algo apresurada y sin mirarlo estando solo concentrada en no equivocarme en mi delineado.

El taxista solo avanzo sin prestarme mucha atención.

Two in LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora