35.- PUNTO DE QUIEBRE

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SiCheng esperó hasta la media noche, contando los minutos en un silencio desgarrador. JaeHyun y ChenLe, que como guardaespaldas eran simplemente inútiles, dormían profundamente a sus lados, intentando contenerlo en la trinchera formada por sus cuerpos.

La noche estaba tranquila, repleta de suspiros suaves y las constantes respiraciones de sus compañeros, completamente incoherente con la forma en que SiCheng se sentía, agitado y perturbado. Había fingido creer en las palabras de SeHun cuando quiso ir a buscar a Rui y este le dijo que ella estaba segura, fingió confiar en que ellos sabrían manejar la situación, pero no podía quedarse sentado esperando a que el milagro ocurriera, porque si lo hacía estaba completamente seguro de que acabaría perdiendo.

Ellos tenían el control, decían. Park YooRa, la presentadora de noticias que vio en la televisión, era hermana de un trabajador de la SM, ella solo seguía las órdenes que Zhou Mi y YiXing le dieron, por lo que toda la información entregada en el noticiario no fue filtrada por algún cazanoticias inescrupuloso. La compañía le entregó su apoyo a Lucas y cualquier otra novato que llegó a ella por las mismas razones, era su deber protegerlos tanto de los traumas como de las consecuencias de hacer pública esa noticia.

Ellos tenían el control, movían los hilos y decidían qué hacer en adelante. Ellos tenían el control y confiaban en que siempre tendrían la razón, mas no conocían al padre de Kun y sus alcances.

Atravesó el departamento en silencio, deslizando apenas sus pies envueltos en calcetines por el piso frío, tan sigilosamente como le fue posible para no llamar la atención, sin embargo sus esfuerzos se vieron interrumpidos cuando la serena mirada de Ji HanSol lo atravesó desde el otro lado de la cocina.

—Buenas noches —susurró luego de fingir un bostezo y se acercó al refrigerador para buscar lo que fuera que le ayudara a convencer a Ji HanSol de que la cocina fue su destino desde el principio.

—No pediré perdón si tú no lo haces —dije el coreano en lugar de responder a su saludo, sorprendiéndolo con sus inesperadas palabras.

—¿De qué hablas? —preguntó sirviéndose un vaso de agua, sin obtener respuesta nuevamente—. ¿Por qué debería pedirte perdón?

Su tono exasperado pareció llamar la atención del coreano, que enarcó una elegante ceja y soltó una risa seca. Ellos no habían tenido la oportunidad de sentarse a conversar y conocerse, aunque SiCheng no podía llamar a eso una conversación apropiada, era más de lo que esperaba del coreano.

—Tienes razón, no tenemos porqué pedir disculpas entre nosotros, no somos a quienes hemos herido.

—¿Quieres que te pida perdón por haber herido a Yuta? —Adivinó al tiempo que se sentaba frente a HanSol sosteniendo el vaso de agua con ambas manos—. Eso es algo que debes hablar con él, no conmigo.

Porque SiCheng ni siquiera era capaz de enfrentar correctamente al japonés, ¿qué le diría a HanSol? ¿Qué le diría HanSol a él?

—En realidad creo que tendrás que disculparte con los demás después de que hagas lo que sea que tienes planeado.

—Espera, ¿qué?

—Si yo fuera tú, no importaría cuántas cadenas hubieran atándome, no me quedaría aquí esta noche.

Dejando el vaso intacto sobre la mesa, SiCheng le dedicó una sonrisa.

—Gracias —dijo en lugar de disculparse y recibió una sonrisa débil como respuesta—. En realidad no podían creer que me quedaría aquí esperando, ellos aún no lo comprenden.

O tal vez lo hacían y por eso insistieron tanto en que SiCheng debía estar vigilado, por eso HanSol aún estaba en la cocina mientras ChenLe y JaeHyun dormían en su cama.

Rappelle toi que je vis [WinKun/KunWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora