Capítulo 15

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Dennis

Parecía que ella estaba a punto de llorar y me daba miedo preguntarle si estaba bien. Mi miedo a que cambiara de idea y se quedara en Honduras me mantuvo callado hasta que estuvimos seguros fuera de los límites de la ciudad. Ver sus manos fuertemente enlazadas en su regazo me molestó. Deseaba que dijera algo.

—¿Estás bien? —le pregunté, incapaz de detenerme. Mi necesidad de protegerla me superó.

Asintió. —Sí. Es sólo un poco aterrador, supongo. Esta vez, sé que no voy a volver. También sé que no tengo a un padre esperando para ayudarme. Marcharse fue más difícil esta vez.

—Me tienes a mí —respondí.

Inclinó su cabeza a un lado y me miró. —Gracias, necesitaba escuchar eso ahora mismo.

Diablos, lo grabaría para que ella pudiera escucharlo una y otra vez si eso ayudaba. —Nunca pienses que estás sola.

Me dio una débil sonrisa y volvió su atención de nuevo a la carretera. —Sabes que yo podría conducir si quieres dormir esta vez.

La idea de ser libre para mirarla todo lo que quisiera era tentadora. Pero esperaría que yo durmiera y no desperdiciaría nada del tiempo que tuviera a su lado durmiendo. —Estoy bien. Aunque gracias.

Pasé por un establecimiento para autos y conseguí algo para comer mientras yo conducía de vuelta. Ella había estado durmiendo y no quise molestarla, pero debía tener hambre.

—Tengo hambre. ¿Qué te apetece? —pregunté, volviendo a la interestatal que nos llevaría de vuelta a Guatemala.

—Um… yo… no sé. Sopa quizás.
¿Sopa? Esa era una petición extraña. Pero diablos, si quería sopa le conseguiría sopa.

—Sopa será. Mantendré mis ojos abiertos para encontrar un restaurante que crea que tiene sopa.

—Si estás hambriento, por favor, sólo para en donde quieras. Puedo encontrar algo para comer en cualquier lugar. —Sonó nerviosa de nuevo.

—Angie, te voy a conseguir sopa —repetí, observándola. Me aseguré de sonreír para que supiera que quería conseguirle su sopa.

—Gracias —dijo y se estudió las manos que estaban en su regazo otra vez.

No hablamos por un rato, pero se sentía bien el solo tenerla en el coche conmigo. No quería que sintiera que tenía que hablar.

Señalé el primer establecimiento con menú. —Parece que allí hay buenas opciones. Escoge un lugar —le dije.

Se encogió de hombros. —No importa. Si quieres seguir en carretera puedo comer algo en el coche.

Quería alargar este día tanto como pudiera. —Vamos a conseguirte sopa.

Una risita me sobresaltó y la miré para verla realmente sonriendo. Hacerla hacer eso más seguido era mi nueva meta.

**********

Angie estaba dormida de nuevo cuando entramos en el garaje del apartamento de Fran tarde esa noche. Cuidadosamente, mantuve nuestra conversación sencilla. Después de un rato, se instaló un cómodo silencio y luego se quedó dormida.

Aparqué el Rover y me recosté, mirándola. Le había lanzado miradas para verla durmiendo un millón de veces de camino a casa. Sólo por unos minutos quería la libertad de observarla dormir. Los círculos oscuros bajo sus ojos me preocupaban. ¿No dormía lo suficiente? Fran podría saberlo. Podía hablar de eso con ella. Preguntarle a Angie algo como eso ahora mismo probablemente no sería muy inteligente.

Un suave golpe en la ventana llevó mi atención de Angie a Gibran, quien estaba de pie fuera del coche con una mirada divertida en la cara. Abrí la puerta y salí antes que la despertara. Yo quería despertarla y no quería audiencia cuando lo hiciera.

—¿Planeas despertarla o estás considerando el secuestro? - preguntó Gibran.

—Cállate, idiota.

Rió entre dientes. —Fran está esperando a que lleguen y poder escuchar todo sobre el viaje. Te ayudaré con sus cosas si la despiertas y la llevas dentro.

—Está cansada. Fran puede esperar hasta mañana. —No quería que despertara para estar con la entrometida de Fran. Obviamente, ella necesitaba más horas de sueño y más comida. Apenas tocó su sopa antes. Intenté alimentarla de nuevo pero dijo que no tenía hambre. Eso tenía que cambiar. Era como esos jodidos sándwiches de mantequilla de maní otra vez.

—Entonces, dile eso a Fran —respondió Gibran mientras yo ponía la caja en sus manos y sacaba la maleta de la parte trasera.

—Yo llevo la maleta, tú lleva la caja dentro y la despertaré.

—¿Momento privado? —Gibran sonrió y empujé la caja en sus manos un poco demasiado fuerte. Lo hice tropezar y cacarear de la risa.

Lo ignoré y caminé hacia el asiento del pasajero. Despertarla y permitirle que se fuera no era exactamente lo que quería hacer. Me inquietaba. ¿Qué pasaba si esto era todo? ¿Qué si Angie nunca me dejaba acercarme a ella así de nuevo? No. No podía dejar que eso pasara. Lo haría despacio, pero me aseguraría de que este no fuera nuestro final. Aunque con haberla tenido todo el día iba a ser realmente difícil volver a la normalidad. Le quité el cinturón. Apenas se movió. Un mechón de pelo había caído en su cara, así que cedí a la tentación de tocarlo. Lo coloqué detrás de su oreja. Ella era tan hermosa. Yo nunca podría superar lo nuestro. No era posible. Tenía que encontrar la manera de que volviera conmigo. Ayudarla a sanar.

Abrió los ojos y nuestras miradas se quedaron fijas.

—Estamos aquí —susurré, sin querer sobresaltarla.

Se sentó y me sonrió tímidamente. —Lo siento, me quedé dormida de nuevo.

—Necesitabas un descanso. No me importó. —Quería quedarme allí y mantenerla en mi coche, pero no podía hacer eso. Me aparté para que pudiera salir. Tenía justo en la punta de la lengua el preguntarle si podría verla mañana. Pero no lo hice. No estaba lista para eso. Tenía que darle espacio—. Te veré por ahí —dije, y su sonrisa vaciló.

—Bien, uh, sí, nos vemos. Y gracias de nuevo por ayudarme hoy. Te pagaré la gasolina.

Como el infierno. —No, no lo harás. No quiero tu dinero. Me hizo feliz ayudarte.

Empezó a decir algo pero cerró bruscamente la boca. Con un gesto tenso se dio la vuelta y fue hacia el apartamento.

Nunca demasiado lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora