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"No tengo padre ni madre. He estado solo un muy buen tiempo".

Tobio acerca el encendedor y el Omega toma entera su mano porque no deja de temblar. La punta del cigarro se enciende y la luz ilumina su rostro desde arriba. Hinata quiso que apagaran las luces porque le dolían la cabeza. En silencio, Tobio agradece, porque su rostro se ve muy dolido y no tiene muchas ganas de verlo así por mucho tiempo.

"Él dejó a mamá cuando supo que estaba embarazada de mí. Mi madre murió cuando yo tenía seis. A partir de ahí el Estado consideró que un Omega menor de edad que todavía no había tenido su primer celo  podía vivir solo con una pensión mensual y consultas médicas gratis". Ríe. "Mamá... Bueno, ¿qué te puedo decir? Era la mejor. Yo trabajaba junto a ella cuando podía, y no era mucho porque ella quería que la escuela fuera lo más importante para mí. Ella a veces tejía ropa y yo le ayudaba con lo que podía. A veces vendía gyozas en las noches y yo me aguantaba el sueño. Éramos mejores amigos, siempre juntos sin importar nada. Ella tenía otro empleo de... De..."

Las palabras se le quedan atoradas en la garganta. Por un lado, siente que debería decirlo todo pues ya empezó a hablar, pero por otro aún se avergüenza. Kageyama Tobio le escucha atento, con más atención de la que le gusta recibir, y su mirada fija en él le hace sentir nerviosa.

"Era prostituta. Según ella era el secreto mejor mantenido de la historia, pero era imposible no darme cuenta". Aspira por el filtro y cierra los ojos. "A veces llegaba muy tarde en la madrugada, impregnada con el olor de otras personas. Apestaba, era horrible. No podía engañar a mi olfato, pero siempre que pienso en eso me da mucha pena porque ella era una Beta. Era una Beta, ¿entiendes? Había cosas que simplemente se le escapaban y no podía mantenerlo todo bajo control".

La luz de su cigarro es como un pequeño faro en la oscuridad de su recibidor.

"Éramos muy felices y todo eso". Hace un gesto con su mano, como restándole importancia al asunto. "Pero me hubiera gustado que para serlo, para vivir bien y que yo fuera a la escuela, no hubiera tenido que sacrificarse tanto. No es que no valiera la pena, no es que no valore su esfuerzo, porque es de las cosas en las que más pienso cuando todo se me está viniendo abajo... Pero me duele. ¿Por qué tuvo que ser así para ella? Al final nada de lo que hizo importó porque murió gracias a que uno de los asquerosos cerdos que era su cliente la contagió y... Toda nuestra vida dejó de existir. Y lo que me duele más es..."

Sus puños se aprietan, Tobio teme que pueda quemarse porque el cigarro está casi destruido entre sus dedos. Él se da cuenta.

"Maldita sea". Sus manos se relajan. El cigarro cae en la madera del marco de la ventana. "Todavía no me lo acababa". Los dos pares de ojos se quedan idos mirando la flama naranja que se apaga de poco a poco. "¿Tienes otro?"

"Claro".

Esta vez no espera a que se acerque para que pueda encenderlo, esta vez le arrebata el encendedor de las manos y lo enciende de una manera en que Tobio nunca había visto que un Omega lo hiciera. Sólo había visto esos gestos tan rudos en películas de mafiosos.

"Bueno, lo que más me duele es que todo el trabajo de mi mamá no hubiera sido en vano si yo hubiera resultado ser una persona de bien, como ella siempre quiso". Escupe el humo por un lado. "Mamá odiaba el olor a cigarro. Mamá quería que yo estudiara una carrera universitaria y yo terminé... Aquí, trabajando en una vieja fábrica en las noches y recogiendo cosas útiles de la basura en el día para venderlas por ahí. Y perdí el trabajo de la fábrica, como si no tuviera ya suficiente. Pero..." Se ríe con la misma alegría que alguien que acaba de recibir una buena noticia. "Uno está donde quiere estar, ¿no? Todo lo que he hecho me ha traído hasta aquí".

La Ira del Tirano | Haikyuu!! FF (KGHN | Omegaverse!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora