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Siempre presumí con odio y egocentrismo que quería irme de esta ciudad. Siempre reclamé que odiaba a todo el mundo y quería iniciar otra vez en otro lugar. Lo cual en parte no es mentira. Pero, ahora que las posibilidades de abren como caminos a mi alrededor, no sé por dónde exactamente empezar.
Si es cierto que siempre me quise ir, que odio a toda la ciudad. Excepto por una persona. Una persona a la cual se me parte el alma en mil pedazos con el simple pensamiento de estar separadas. Se me parte el alma con el solo pensamiento de dejarla sola y adolorida. En esa casa tan grande... tan lejos.
Siempre fuimos nosotras solas contra el mundo, y me duele el corazón pensar que ahora cada una tendrá que luchar contra el mundo y la soledad solas, por separado. Aún más doloroso porque estos últimos meses han sido una fase de cambio y revelación, donde me daba gradualmente cuenta de cosas que ya sabía pero mi subconsciente me ocultaba. Como por ejemplo que la amo. La amo con todas y cada una de las fibras de mí ser. La amo con una fiereza que me destroza por dentro y no creo ser capaz de manejar. La amo con tanta intensidad que me da miedo las cosas que podría a llegar a hacer por ella. Porque todas y cada una de las cosas que he hecho en mi vida son única y exclusivamente para dos personas: para mí y para ella. Y todo lo que puedo pensar es que quiero que ella se relaje, agradecerle por todas las cosas que ha hecho por mí, y llevarla a lugares del mundo tan hermosos que nos robarían el aliento. Eso es lo único que sé con una seguridad abrumadora. Todo lo que haré será por mí y por ella. Porque quiero que sus ojos brillen al ver las montañas de Islandia, quiero ver su sonrisa cuando la lleve a ver los cielos estrellado en Noruega. Quiero ser la persona que la lleve y acompañe a visitar los confines del universo. Porque la amo con locura, y no creo ser capaz de amar a alguien más de la manera en la que la amo a ella. Y me aterra. Me aterra amar a alguien tan profundamente como la amo a ella porque mi cerebro me obliga a pensar en cosas que ningún ser humano debería ser capaz de preocuparse. Me aterra saber que probablemente nunca sea capaz de vivir sin ella sin que la sensación de que un vacío me taladra profundo en la esencia de mí. Me aterra saber que pronto tendré que irme y ya no podré sentir el calor de su mano, ni la calidez de su voz al decir mi nombre. Que ya no veré su cara cuando va a saludarme tan pronto como llega del trabajo. Que ya no sentiré sus cálidas manos al darme masajes en las piernas o muñecas cuando el dolor se hace muy intenso. Que ya no escucharé su voz al pedirme que me acueste junto a ella para ver unas películas juntas. Que ya no veré su sonrisa cuando le digo que tengo frio y ella se acerca a ponerme unas medias de lana. Me desagarra el espíritu saber que por un buen tiempo seré solo yo, en una ciudad desconocida, al cuidado de otra persona que a duras penas conozco.

Me duelen los ojos de llorar porque siempre demandé ser una persona independiente e indiferente, pero ahora que las oportunidades flotan a mí alrededor como burbujas estoy tan aterrada como un débil cervatillo. Estoy atemorizada de saber que estoy dejando esta ciudad mucho antes de lo que tenía planeado y ahora me recrimino a mí misma por no haber disfrutado más de mi vida. Por no haber salido a comer con ellas y haber elegido quedarme aplastada en mi cama sola con la luz apagada. Por no pintar la pared de mi cuarto, por no haber más gozado más profundamente de los privilegios que tengo en este momento.
Estoy aterrorizada porque me estoy yendo a estudiar en otra ciudad una carrera que no sé si es la indicada para mí, estoy muerta de miedo porque ella quería que fuera a ese maldito campus, para que pudiera hacer amigos y conocer gente, cosa que no sé si es lo mejor para mí por mi terrible ansiedad social. Me da pavor el hecho de imaginarme a mí caminando por calles que no conozco hacia un mundo desconocido y que no podría recibirme de la manera en que yo espero.
Ya mis lágrimas se han secado y han dejado de fluir dejándome solo con los ojos hinchados y un sentimiento atascado en la garganta: incertidumbre. Donde no sé con certeza que voy a hacer para manejar esta situación de la manera correcta. Y como diablos exactamente voy a tomar el montón de decisiones que levitan dentro de mi cabeza, o como hago para explotar las burbujas que no me están permitiendo ver el camino que debería tomar.
Pero supongo que voy a tener que vivir con la que sea la decisión que tome.
Lo único que pido es vivir una vida sin arrepentimientos.

Los confines del universo y de mi mente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora