Bad Obsession ©

One-Shot

CAPÍTULO ÚNICO

•───────────────────•

La música suena a todo volumen en la casa de James Hetfield, donde se está celebrando una fiesta para festejar que ya han acabado el instituto y son libres de hacer lo que quieran. El chico mencionado se encuentra en una de las habitaciones de arriba, junto con un par de jóvenes más, esnifando unas cuantas líneas de cocaina. La casa está a tope de gente, al igual que en el patio trasero hay gente saltando a la piscina y bebiendo hasta ya no poder más. Sólo una persona se encuentra sentada en el tejado con una cerveza en la mano, ésta es Jason Newsted.

El castaño no hace más que mirar las estrellas y pensar por todo lo que ha pasado en los últimos nueve meses, enfadandose consigo mismo, ya que se juró olvidar todo lo ocurrido y pasar página. Pero claro, eso era totalmente imposible teniendo en cuenta que estaba en la misma casa donde se encuentra su ex-novio, dueño de la fiesta y responsable de la casa. Los recuerdos con él pasan por su mente como un remolino destructor, haciéndole soltar unas cuantas lágrimas. Lo ocurrido fué que James siempre ha sido el popular y Jason el chico solitario, pero un día el rubio alto decidió idear un plan para enamorar a Jason completamente de él y después romperle el corazón; bueno, eso fué lo que consiguió.

—Buenas noches marica, ¿cómo estás? —la voz del colorado, Dave Mustaine, se hace presente.

—Genial —una sonrisa irónica se asoma en los labios del castaño—, sobrellevando las cosas lo mejor que puedo.

—Entonces creo que tu manera de sobrellevar las cosas no es la mejor.

Los minutos pasan y ninguno de los dos dice nada, tan solo se mantienen sentados bebiendo cerveza y fumando unos cigarrillos del colorado. Ellos no es que se llevasen del todo bien, pero después de haber pasado tantos recreos y tantas fiestas juntos han aprendido a soportar se un poco. Mustaine es el mejor amigo de Hetfield, así que él mismo sabía del plan que tenía planeado el rubio, pero se vió obligado a callar cuando su amigo lo amenazó. Durante todo el tiempo que ha interactuado con Jason se ha dado cuenta que es una persona bastante callada, que le cuesta mostrar sus sentimientos, pero a la vez es alguien que se apega muy rápido a las personas, y con el paso del tiempo se ha dado cuenta de que no es buena idea. Pero, por otra parte, también siente lástima por el alto, ya que por primera vez desde que eran pequeños, ha notado un cambio brutal en él.

—¿Como lo lleva James? Supongo que mejor que yo, ¿no? —la pregunta del menor pilla desprevenido al pelirrojo.

—Digamos que, después de cinco meses, ha vuelto a consumir droga y a beber alcohol hasta ponerse agresivo como solía hacer —los dos suspiran cansados—. Debo confesar que James, pese a que montó todo ese plan, ha conseguido que entres en su corazón.

—No lo creo, es imposible que me quiera después de todo el daño que me ha causado. Cuando quieres a alguien lo último que quieres es romperle el corazón —sus palabras se clavan como puñales en el interior de James, el cual se encuentra escondido tras la ventana que da al tejado.

—Aveces es inevitable causar tanto daño —Dave no sabía que más decir, no sabía cómo hablar este tipo de temas con alguien—. Sé que ha estado mal desde el principio, su juego estuvo fatal, pero después de todo tu le has ayudado.

—Le ayudé porque pensé que era real, porque nunca pensé que todo fuese una farsa y que acabaría engañandome con la zorra de Sara —ya estaba llorando, sus lágrimas salían descontroladas de sus ojos, cayendo por sus mejillas rojas y mojadas.

—Eso último no estaba previsto, como tampoco lo estaba que me acabase enamorando de ti.

Jason se da la vuelta mirando entre sorprendido y dolido a su amado. Se levanta con cuidado de no resbalar y caer, caminando con sumo cuidado hasta la ventana donde se encuentra James, con sus hermosos ojos azules cristalizados. Toma de las mejillas al de pelo ondulado y lo atrae hasta su boca para depositar un beso lento y lleno de sentimiento sobre sus labios. Segundos después se separan, pero lo que el alto recibe no es nada más ni nada menos que una bofetada bien fuerte que le deja la mejilla roja.