El enojo te hace honesto.

El enojo te hace honesto - parte única.

Dieter se paseó por los pasillos de la tienda; la luz de los fluorescentes parpadeaba sobre su cabeza, volviendo todo más lúgubre. Era invierno, no se podía pedir el ambiente más colorido del universo con el cielo oscuro desde temprano y la nieve apilándose afuera. Suspiró resignado; el trayecto desde la tienda hasta la universidad sería agotador.

Últimamente estaba haciendo eso mucho, suspirando. Desde que Abe... No, tenía que dejar de pensar en él. Se había ido hacía casi un año ya. Últimamente casi no se hablaban... por alguna razón Abe le había dejado de contestar. No sabía muy bien qué había pasado, eso era lo peor. "Seguramente está ocupado", es lo que se decía a sí mismo, pero parte de él (llámenlo pesimismo o paranoia) sabía que no era así. Sabía que a Abe le pasaba algo, pero que no se lo quería contar, ¿y quién era Dieter para forzarlo a hablar? La gente necesita su espacio de vez en cuando. No tenía por qué explicarle nada. No, no tenía que... Pero Dieter quería. Cómo quería que le llegara un mensaje de él en esos mismísimos momentos. Un "hola" aunque fuera. Lo extrañaba... lo extrañaba tanto...

Agarró las obleas bañadas de chocolate del estante de la tienda, juntó un par de botellas de jugo (tanto él como Diana que necesitaban el azúcar) y pagó. Al salir, unos pequeños copos de nieve caían suavemente del cielo. Si no se apuraba, llegaría cubierto de pies a cabeza a la facultad.

Un escalofrío le recorrió la espalda. Se preguntó si Abe estaría bien abrigado, si estaría usando la chaqueta que le regaló ¿Estaría comiendo bien? ¿Estaría durmiendo bien calentito? ¿Qué estaba haciendo en esos mismos momentos? ¿Lo extrañaría tanto como Dieter lo extrañaba a él? ¿Extrañaría su sonrisa, sus conversaciones? ¿Extrañaría ir a patinar juntos y fallar estrepitosamente? ¿Extrañaría mirar películas juntos? ¿Extrañaría simplemente estar a su lado?

Sus pensamientos corrieron pensando en cabello rubio como el sol y una mirada intensa; su pecho dolió al recordar los más mínimos detalles. Su mente divagó un poco más en un intento de recomponerse. Recordó entonces a Maggie, con su brillante sonrisa y su personalidad algo entrometida. Luego pensó en Charlotte, alguien ciertamente cálida. Se preguntó entonces qué hubiera pasado si se hubiera animado; si tan solo hubiera sido honesto y hubiera dicho lo que quería decir. Si tan solo aquel paquete de golosinas hubiera sido suficiente prueba de unos sentimientos que por más que tenía suficientes pruebas, siempre parecían imposibles, lejanos, no correspondidos. Mordió su labio. Tenía cosas más importantes que pensar. Sí, no podía seguir distrayéndose con cosas que no hizo. Lo que importaba era lo que podía hacer ahora, como el siguiente final que tenía que dar en un par de horas.

Suspiró cansado. Cuando dijo "quiero pensar en otra cosa que no se Abe" no se refería a recordar todas sus responsabilidades tan solo para ponerse nervioso.

Casi estaba llegando al edificio correspondiente cuando su celular vibró. Su lado esperanzado le susurró que quizás sea Abe, que sintió todo lo que estaba pensando en él. Solían tener una conexión bastante fuerte para esas cosas. Su lado pesimista le dijo que no, que se olvidara, que seguramente era Diana preguntándole por qué tardaba tanto.

Desgraciadamente, su lado pesimista ganó. Sin embargo, no fue Diana quien le escribió, sino que fue Damian.

"Quieres juntarte luego de tu examen?"

Honestamente, no. Durante todo este último año Damian estuvo intentando enmendar su relación con Dieter, pero éste sabía que nunca sería lo mismo de nuevo. Si bien apreciaba el intento, estaba cansado del trabajo emocional que implicaba estar cerca de aquel chico. A pesar de todo el tiempo que había pasado la incomodidad no terminaba de irse por completo.

"Lo siento, hoy no puedo" le respondió.

No era del todo mentira, después de todo, quedaría frito luego del examen. Había estudiado por muchísimos días seguidos (odiaba la semana de finales); lo único que quería hacer era hacerse un burrito con sus frazadas y dormir hasta que fuera primavera. Quizás para entonces Abe se dignara a responderle los mensajes.