Resolviendo Cabos sueltos.

292 38 6
                                    

K
Caminaba rumbo su hogar, uno sencillo, común y con los justo para que una persona viviera cómoda, la había comprado con el sudor de su frente y se sentía orgulloso, entro tocando su abdomen, llegó a la cocina y ahí lo observó, estaba sentado con los pies en la mesa, latas de cerveza a su alrededor, cigarros, drogas, pastillas, parece que había tenido una reunión con su banda de criminales, She Li desde que se había enterado de su trabajo como doble espía se la pasaba más fuera de casa, se miraban poco y las veces que interactuaban estaba bajo el efecto de cualquier sustancia, tembló un poco, no por el frío, nuevamente estaba sintiendo miedo y cuando lo vio levantarse retrocedió dejando caer su bolso, sosteniendo su costado con fuerza.

El albino se detuvo y alzó sus manos mientras se giraba en son de paz, se dedicó arreglar el desorden mientras CuttBuzz buscaba ingredientes para cocinar algo rápido y sin mucha grasa.

—¿Qué te dijo el doctor? — Preguntó para trata de alivianar el ambiente.

—Estoy bien, no es nada, solo debo tomar dos días de descanso. — Respiro profundo mientras cortaba verduras, estaba nervioso, no se sentía bien, el corazón le latía con mucha rapidez.

El de ojos lindo se levantó y camino hasta el, como reacción obtuvo una pequeño recipiente de porcelana en suelo complemente roto, pelo corto estaba paralizado, no podía pasar de nuevo, She Li no podía pegarle por dios, ya le dolía mucho.

—Cálmate, no te voy a pegar.. Mierda. — Se alejo de nueva cuenta y observo el resultado de una noche violenta— No podemos seguir así..

—No te vayas.. Quédate, solo fue una reacción, solo es estúpido. — La voz le temblaba, no es que tuviera miedo de el, de hecho tenía miedo del algunos toques o acercamientos bruscos.

Se acercó una vez más y tocó su mejilla, la cual se estaba tornando un poco morada, recuerda con exactitud que le dio un puñetazo directo, tocó sus brazos y estaban del mismo color, subió su camisa, el panorama era aún peor, era un gran hematoma en el estómago y costilla, por eso sus respirar a veces era errático.

—Esto no lo hice yo, obviamente fue el bastardo de tu padre cuando no haces lo que dice. — Regresó la camisa a su lugar y lo abrazó, dejando que refugiara en su pecho, sentía su temblor. — Perdóname…

Zheng Xi miraba los último arreglo de su boda desde la comodidad de su balcón, tenían una cerveza en la mano y estaba a dos horas de cumplir con el deber del matrimonio, estaba indeciso, se casaría por complacer a la gente, la sociedad y su familia, necesitaba a su amigo con urgencia aunque esté lo fuera amenazado, a quien engañaba, no era su mejor amigo, era a quien quería tener a su lado, estar juntos, disfrutar de las pequeñas cosas y morir cuando le tocara, no vivir una vida falsa, con falsa felicidad y gente igual de plásticas. 
Su hermana al verlo solo sonrió y le dijo que la acompañara, el insistía en saber a dónde iban, pasaron por dónde alguna vez estudio, por el barrio el dragón, hasta llegar a una playa que el conocía muy bien, fue donde una vez el y Jian Yi rodaron, su hermana con cautela le dijo que iba a estacionar el auto, haciendo todo lo contrario.

El rubio se ubico a su lado y Xixi sintió su presencia, solo que no lo miró, necesitaban ese momento, necesitaba liberarse uno del otro.

—¿De verdad la amas? Ósea es hermosa no hay que negarlo y un poquito perra, pero es entendible. — Expreso el rubio con calma y disfrutando del viento que alborotaba su cabello.

—No, en lo más mínimo, ahorita mi mente está revuelta con imágenes de un rubio muy molesto y escandaloso, o lo que quedó de el. — Lo miró luego de segundo y con nostalgia le sonrió, poco común en el.

—Si, que esperabas, cuando te golpean, torturan y entrenan tu mente se bloquea del mundo, y lo que alguna vez fuiste ya hace perdido en los campos, en la salas del sótano, en las balas, en los látigos, laboratorios.— Sacó un pequeño detalle, era una estrella pequeña, como un dije. — Regalo de bodas, te gustan muchos las estrellas y suerte, la clave del éxito es que ellas siempre tiene la razón.

—Jian yi, quiero pecar, quiero ser parte de ti, de los tuyos. ¿Qué debo hacer? — Estaba decidido, por primera vez estaba pensando en el, en su felicidad y le importaba una mierda lo que fuera a pasar en un futuro.

Jian lo miró con una sonrisa de triunfo, simplemente había aparecido a su lado y ya lo tenía a sus pies, era tan fácil manipular a ese chico, solo debía jugar con las cartas correcta.

—Juega para mí bando, quédate en mis dominios y mejor aún, vuélvete parte de los míos. — Beso sus labios y ante ellos se estacionaba una camioneta negra, manejada por Qiu.

—Que empiece el juego. — Sonrió con elegancia.

Se abrían las puertas para dar paso a una pareja llamativa, compuesta por un pelirrojo y un pelinegro, que se desplazaban con elegancia, orgullo y atractivo ante los ojos de Miles de guardias de seguridad, familias allegadas y el punto fuerte el cual estaba compuesto por un heredero de un año, su abuelo y su tío, la que se suponía que era la esposa de He Tian, ya hacía con una sonrisa oculta en una de las tantas habitaciones, disfrutando de aquel encuentro a través de un monitor en la comodidad de una Tina.

Todos los presente lo miraban con asombro, molestia, celos y envidia pura, la primera prueba era difícil, se podría decir que era parecido a un ritual, He Yong acataba mucho las reglas antiguas de reyes, podría decirse que hasta de un mismo faraón aunque aquello no tuviera nada que ver con la cultura de china, se consideraba un hombre que sabía mucho de historia, por ende Mo Guan Shan debía ser aprobado por el pequeño de tan solo un año y medio, tomarlo en sus brazos y hacer que el niño sonriera, se sintiera cómodo a su lado, dormirse y completar la primera de tantas pruebas.

Shan y Tian mantenía sus mano entrelazada, este lo soltó con lentitud observando aquellos ojos grises que le gritaban apoyo, que le decían que si podía y que no lo abandonará, con las misma lentitud se giró para ver a su futuro suegro, alto, cabello negro con algunos mechones blancos, vestido de traje hecho a la medida, anillos en sus dedos, una mirada dura, fría, y negra, lo único que no habían heredero sus hijos eran aquellos pozos negros, carentes de calidez, cariño u amor.

—Mo Guan Shan, hijo de una mujer trabajadora, un padre emprendedor. — Expreso con un tono de voz autoritario, raposo, grave, el pelirrojo se impresionó al no escuchar palabras hirientes hacía el o su familia.— Tengo la suficiente educación para no ofender a nadie, aquello sería grotesco. Tengo entendido que eres policía, ¿Quiero saber el beneficio que le traes a mi familia? Pero antes mi nieto, el que más quiero, debe aceptarte.

Shan asintió con el ceño fruncido, miro a Liu que estaba concentrado en su chupete, al reconocerlo saco aquel objeto estirando su pequeño brazo y entregándole aquello a su abuelo, agitó una vez más su manos entre balbuceos, obteniendo como resultado el refugio del pecho de aquel chico gruñón, logrando reír por su cabello rojo tan llamativo, su calidez y como fruncía su cejas como era costumbre, aquel niño disfrutaba de la apariencia de Mo Zi tanto como su papá.

El jefe de todos asintio con seriedad y les comento a para dirigirse al comedor, ahí se realizaron pruebas de modales, se hablaron de negocios, se comunicaron en otras lenguas, fue mostrado el acta de divorcio, muchos se sorprendieron al ver cómo el chico nuevo mostraba su raíces irlandesa, al retirarse todos He Yong se acercó con un vaso de cristal, una mano en el bolsillo, entregando una hoja.

—Es un cargamento de Cocaína Colombiana, tu hablas español tengo entendido, has que esa carga llegué intacta, quiero mis ganancias en dólares. De fallar, traicionar o hacer pasar de listo, vas a querer morir. — Disfruto del trago mientras miraba a He Tian, pero dirigiendo su voz al chico gruñón. — Si cumples eres bienvenido, ahora se pueden retirar. 

Los dos asintieron, y se encaminaron de nueva cuenta a lo que era su hogar, hubo silencio, nadie opino nada, solo una pregunta detonó dudas e incertidumbre.

—Si te traicionó, ¿Qué pasaría? — Hablo en un todo bajo el joven de temperamento volátil.

—No te mataría, pero te haría vivir el peor de los infiernos, a mi lado, siendo mío, toda una vida, sin poder escapar, a mis pies sirviendome, sin importar con quién esté o lo que haga a futuro, no podrás escapar. — Expreso con neutralidad el menor de los He mientras miraba al frente, recordaron que el era un demonio y sin importar que, con el arrastraría aquel pelirrojo hasta lo más profundo del Inframundo.




















Cadenas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora