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Con el paso de los años algo cambió.

Una vez que se separó el grupo las chicas y yo intentamos seguir viéndonos por un tiempo, salíamos a cafés o de compras, quedábamos para cenar, asistir a uno que otro cumpleaños, hasta acompañé a dos de ellas como dama de honor en sus respectivas bodas, siempre quedábamos para algo, lo que sea, de verdad que lo intentamos, pero entre más avanzaba el reloj, los días, los meses, los años... ese tiempo se nos iba haciendo más corto hasta llegar al grado de ser casi inexistente. Las pequeñas reuniones se fueron reduciendo a mensajes con felicitaciones vagas por una fecha festiva cuando la ocasión lo ameritaba, no más salidas espontáneas, no más llamadas sólo porque sí, no más nada.

El cariño seguía allí, de eso estaba segura, pero ya no éramos unas niñas. Cada quien siguió su camino, cada quien siguió con su trabajo, cada quien siguió con sus sueños a su manera. Creo que a veces esas amistades que fueron una parte importante en nuestras vidas pasan a un segundo plano en la adultez, el "yo" se vuelve lo principal por un tiempo, se conocen otras personas, se forman nuevos lazos, pero el cariño sigue allí, quizás dormido, pero sigue allí.

La última vez que había hablado en persona con alguna de las chicas fue tal vez por las fechas de mi último comeback, cuando Jisoo me invitó a su programa de entrevistas y hablamos un rato sobre nuestros días de trainees y la música que nos gustaba. Me la pasé bien y cenamos luego, es un día que atesoro.

Ya van tres años de eso.

Busco en mi memoria la última vez que vi a Jennie, fue en uno de sus desfiles de moda un par de meses antes del lanzamiento de mi último álbum, un par de meses antes de la entrevista con Jisoo, apenas y si hablamos, recuerdo que estaba atareada con que todo saliera perfecto y así fue. Me ha seguido invitando cada año a sus desfiles, cada temporada sin falta, pero a mí con el tiempo, al igual que con casi todo, se me fue quitando el gusto por ese tipo de eventos. Prefería enviarle flores y una que otra nota de disculpas por no asistir y ella me respondía por mensaje, quizá algo decepcionada, que estaba bien si no quería ir, pero no quería que me aislara como lo estaba haciendo.

Pero no pude evitarlo, todo ese mundo cada vez se me hacía más pequeño y eso me sofocaba, necesitaba algo nuevo, un mundo nuevo.

Es casi irónico que regresara a Australia para alejarme de todo eso.

En ese entonces creí querer que Corea me olvidara, pero ahora, años después lo reflexiono y quizás lo que verdaderamente anhelaba era ser yo la que olvidara, ser Roseanne por un tiempo y olvidar esa vida que había tenido, esa vida que me había ido a perseguir y ya no me gustaba.

Al instalarme compré un pequeño estudio en Melbourne y me dediqué a pintar, pinté como nunca antes, durante un tiempo me llenó, pero lo dejé luego de un año y medio y no he vuelto a pintar nada. A veces hago garabatos sobre servilletas u hojas sueltas, pero nada más son eso, garabatos.

Todo tiene polvo ahora; mis amistades, mi familia, mis cuadros, mi nombre, mi vida, todo lo que alguna vez me hizo feliz... todo eso tiene polvo.

Vuelvo a leer la parte posterior del sobre en mis manos y siento un escalofrío, me tiemblan las manos y quiero llorar.

Es un sobre, es el sobre de una invitación.

Trago y mi garganta se siente seca.

Quiero llorar.

Vuelvo a leer la tarjeta.

Quiero llorar maldita sea.

La releo de nuevo.

Mis lágrimas se acumulan de a poquito.

Y al final se deslizan.

La última vez que hablé bien con Lisa (no la última vez que la vi, sino la última vez que estuvimos bien), Blackpink aún era Blackpink. O sea, el grupo ya se había disuelto, pero seguíamos saliendo con normalidad como las amigas que éramos y eso era suficiente para mí, fue suficiente por un tiempo.

Fue antes de que me presentara a uno de sus novios, uno con el que iba en serio. Antes de ese día Lisa y yo habíamos ido a andar en bicicleta y ella había besado mis mejillas porque le parecían adorables, yo me derretí un poquito por dentro al sentir sus labios. Ese día había sido el último en el que estuvimos bien.

Sin la presión de la empresa lo de tener pareja de manera pública dejó de ser mal visto, hasta los de dispatch dejaron de mordernos los talones y se fue facilitando cada vez más estar en una relación sin que un montón de desconocidos nos juzgaran, llegué a conocerle un par de novios a Lisa, nada serio por lo que me contaba, cuando tenía la confianza para contármelo. Y ella llegó a conocer uno o dos "novios" míos.

Pensar en Lisa me hace sentir cosquillas y ganas de seguir llorando.

Fue en esa época que conocí lo que era estar celosa por alguien y me dí asco. Lisa no se merecía eso, yo no merecía a Lisa.

Fingí que me alegraba por ella durante mucho tiempo, ¿qué más podia hacer sin ser una completa egoísta? No mucho, al menos no dentro de lo que se espera que debe ser una amiga.

Una amiga.

Es que eso éramos.

Lisa y yo éramos amigas.

Éramos.

Releo una vez más la tarjeta porque no me lo termino de creer.

Ella, mi Lisa, ella...

Respiro.

Sigo respirando.

Debería estar feliz por ella, debería.

Siempre fui egoísta cuando se trataba de Lisa, de mi Lisa. Ella, en su inocencia me había confiado un poquito de su felicidad con alguien más en varias ocasiones, y yo siempre quise ser ese alguien más.

El sobre tiene su letra, es su letra definitivamente y es preciosa. Cierro de nuevo los ojos, esperando que este pedazo de papel que sostengo en las manos desaparezca, pero sigue allí.

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for the wedding of:

Lalisa & Donghae

Saturday, December 4th
Bangkok

adiós | chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora