Chapter 18: Lauren/ Algunos secretos que parecían enterrados

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Capítulo 18: Lauren/ Algunos secretos que parecían enterrados

 

Los secretos más grandes se ocultan siempre en los lugares más inverosímiles

-Roald Dahl

Abrí los ojos despacio porque sentía que algo me quemaba justo en el rostro; luego me di cuenta que era la luz del sol, infiltrándose justo por la ventana a medias abierta.

Madre estaba sentada leyendo un libro y cuando estiré mi mano y notó que estaba despierta, lo dejó a un lado y me cogió ambas manos con lágrimas pendiendo de sus ojos.

Me sonrió y besó mi cabeza tantas veces que quise detenerla pero apenas me salía la voz.

- Laurie, querida, ¿Cómo te sientes? ¿Quieres algo para comer? Te puedo traer el desayuno –Asentí dos veces para que me diera un poco de espacio y tiempo para terminar de despertarme.

Lo primero que me di cuenta era que aquella no era mi habitación sino la de Sophie. Joder, ¿Cómo había llegado aquí? Cerré los ojos intentando hacer memoria y solo unos pocos recuerdos acudieron a mi mente; más bien eran imágenes que pasaban volando y algunas palabras sueltas. No podía componer el rompecabezas completo.

Cuando volví a abrirlos para inspeccionar el cuarto, noté unos zapatos que tampoco eran míos: eran de Camila. Camila, susurré y creo que fue la primer palabra que pude decir en voz alta, aunque salió con una voz áspera que parecía quemar mi garganta con cada vocal  que mis cuerdas pronunciaban.

Entonces la recordé: durmiendo a mi lado, acariciando mi cabello, intentando hacerme comer, hablándome, llorando… ¿Qué fue lo que hice? ¿Por qué Camila lloraba? ¿La lastimé? Pero la pregunta que más me carcomía era poder entender qué diablos hacía allí, apenas moviéndome como una inválida, con el ojo de todos sobre mí.

Justo en ese momento apareció mi madre con una bandeja del desayuno y detrás iba Padre; mis hermanos me miraban expectantes, asomándose por el marco de la puerta pero sin atreverse a entrar.

Intenté incorporarme mas me dolía todo el cuerpo y Padre tuvo que ayudarme; en cuanto estuve sentada, me largué a llorar y Madre me abrazó, envolviéndome fuertemente; sentí su aroma a rosas y luego la mano de Mike sobre mi cabeza.

- ¿Nos… nos reconoces? –Me preguntó mi madre con la voz entrecortada debido al llanto.

- Sí –Fruncí el ceño y pasé mi vista de uno al otro-, son mi padres. ¿Qué pasó? –Pero la respuesta tardó en llegar; al parecer no sabían bien qué decir. Yo necesitaba desesperadamente entender algo o me volvería loca-. ¿Qué… pasó? –Al repetir la pregunta, Clara pareció despertar de algún trance que la mantenía alejada de mí.

- No lo sabemos, bebé. Te desmayaste y tuviste mucha fiebre –Sonrió tragando saliva y acariciándome el rostro mientras respiraba agitadamente. Miré a Mike para que me diera otra clase de respuesta. Eso… ¡Era imposible! Pero él simplemente asintió.

- ¿Hace cuánto estoy… así?

- Unos cuatro días. Ayer llamamos al médico porque la situación no parecía mejorar –Contestó Padre con la voz apretujada para evitar el llanto.

- ¿Qué situación? –Volví a fruncir el ceño, sintiéndome cada vez más confundida.

- ¿No recuerdas nada? –Negué con la cabeza. Mike suspiró con profundidad y se pasó la mano por el pelo. Miró a su mujer con complicidad y luego a mí-. Bueno, estabas viniendo para aquí del cobertizo de tus amigos y te desmayaste. Sophie te trajo y después de eso, apenas despertabas… decías… bueno, creo que alucinabas.

Un amor en tiempos de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora