Estabamos con mi novio y nuestro amigo en común Finn en una cafetería, Noah y yo pedimos un batido de frutilla para compartir y el rulos se pidió uno de chocolate.
Estábamos hablando tranquilamente hasta que la campana suena, acto que significa que alguien había entrado al local, eran dos chicas muy bonitas por sierto, una de ellas se quedó mirando a Noah.
Llegaron nuestros pedidos, levanto mi vista y veo que la misma chica que se había quedado mirando a mi novio todavía lo miraba y no sólo eso, se estaba acercando hacia nosotros.
—Hola, ¿me podrías pasar tu número? –le pregunta a Noah y yo la miro, en ese mismo instante mi novio entrelaza nuestras manos.
—Bueno, no importa ¿no?, No creo que tu novia le moleste que sea tu amiga –obvio no me molesta.
—No, claro que no, esta bien –le digo y sonrió, no me molesta en absoluto porque yo confío en mi novio.
—No, claro que no, esta bien –le digo y sonrió, no me molesta en absoluto porque yo confío en mi novio.
—Bueno ¿me lo das? –se dirige a Noah, el me mira y suspira.
—Perdoname pero realmente no te lo quiero dar –sonreí internamente ante eso, la chica se fue devuelta con su amiga y yo suelto un suspiro sarcástico.
—T/n esta todo bien, ¿no? –me mira a los ojos, yo también lo miro y le sonrió.
—"tengo mil razones para odiarte –hago una pausa, Finn y Noah me miran extrañados —pero millones para volver a amarte " –termino mi frase y le doy un beso tierno a Noah.
Suelo decir frases que me quedan grabadas en la mente en vez de respuestas concretas, realmente estaba feliz, cada día me enamoro más de Noah.
—Era linda –dice nuestro amigo, yo lo miro y empiezo a reír, el es de esas personas que si o si la tienen que cagar, es como un don que tiene Finn pero hay que admitir que es muy gracioso.
—Te amo t/n –me dice Noah, agarra mi cara y la acerca a la suya, junta nuestros labios en un beso lento. Seguimos besandonos hasta que escuchamos una tos demasiado fingida.
—Te amo t/n –me dice Noah, agarra mi cara y la acerca a la suya, junta nuestros labios en un beso lento. Seguimos besandonos hasta que escuchamos una tos demasiado fingida.
—AJAM AJAM –dice Finn, nos separamos y lo miramos —¿pueden dejar de comer delante del pobre? Si, graciaaas.
Con Noah nos empezamos a reír, pagamos los batidos y nos fuimos, todavía seguimos riendo por lo que había dicho nuestro amigo.
Íbamos caminando por la vereda, Noah y yo agarrados de la mano y Finn a unos pasos más adelante. Así quiero estar toda mi vida, agarrada de la mano de Noah con un Finn haciendonos reír.
