°'me, my boyfriend and his plushies'°

Cuando nos conocimos

Existen muchas cosas en el mundo que me disgustan, algunas que odio y muy pocas de las que estoy celoso. En realidad la lista de las cosas que estoy celoso es muy corta y se limita a un solo sujeto: los peluches.

Ugh, suena bastante ridículo solo pensarlo, es por eso que nunca lo admitiría, porque pronunciarlo se escucharía aún más tonto.

Me he cuestionado un montón de veces el porqué de ese sentimiento, pero no le encuentro razón de ser. Siempre tuve una relación ambigua con ellos, una especie de amor-odio que comenzó aquel día.

Kai siempre ha amado los peluches sin importar el tamaño ni la forma, cada vez que ve uno sus ojos brillan emocionados. Yo lo sabía desde siempre, de hecho lo que nos hizo amigos fue uno de esos graciosos peluches de los personajes de Pororo que se agotaban en instantes apenas llegaba una nueva orden a las tiendas.

Yo era un niño de siete años que coleccionaba los peluches porque siempre me gustó la caricatura, solo me faltaba el mugroso pingüino con lentes que nunca alcanzaba a comprar -a pesar de que mi familia era dueña de una franquicia de tiendas de juguetes-y ese parecía ser mi día de suerte porque en la enorme tienda de mi tía quedaba un solo peluche de exhibición que más tarde terminó en las estanterías, iba a ser mío y nada podía impedirlo.

La tienda estaba por cerrar y los adultos hacían cosas que solo ellos saben mientras yo iba por mi premio, había sido un niño bueno y me lo merecía, es más no quería que me lo regalaran, yo podía comprarlo.

Pero todo se fue abajo cuando una niña que nunca había visto antes abrazaba el peluche con sus manos sucias y mordía una de las alitas del pingüino. Narran mis tías que pegue un grito tan espantoso que temieron por mi vida, nunca fui un niño escandaloso, pero lo que se encontraron fue a mi peleando con la niña por el peluche, dicen que tiré de su trencita y ella mordió mi brazo, y muchas cosas más que me hacen dudar de la veracidad de los hechos porque a medida que pasaron los años fueros agregando más cosas que hicieron ver lo que seguramente fue una pelea infantil como una batalla de titanes. Lo que si es cierto es que hasta el día de hoy Bahhiyih presume su victoria cada vez que nos visita.

En fin, ese altercado con la hija de uno de los socios de mis padres hizo que me obligaran a disculparme con la familia y ella en particular porque "es una niña indefensa, no puedes ser brusco con ella".Já. Esa "niña indefensa" me dejó una marca y un moretón debido a su profunda mordida y aún así le dieron el peluche solo por ser niña, fui víctima de un acto de injusticia sin derecho a una defensa y juicio a muy temprana edad. No obstante, actualmente no hay rencores.

La visita a su casa no fue productiva, con mis habilidades innatas de llevarme mal con las niñas las cosas únicamente mejoraron solo cuando el único hijo varón de los Huening llegó a la hora de la merienda de la mano de su madre después de sus clases de piano.

No llamó mi atención en ese momento, yo lo ignoré y solo respondí su saludo cuando él se acercó emocionado luego de lavarse las manos y comenzó a comer su merienda conversado con alguien, creí en un principio que me hablaba a mi y le respondía con monosílabos y asentimientos para no ser grosero además que me agradaba mucho más que sus hermanas, resultó ser que estaba hablando con un pequeño peluche en su regazo, era el dichoso muñeco de Pororo por el que había llegado a su casa, aún estaba sucio y él parecía amarlo.

No pareció importarle mi confusión y Kai Kamal Huening (como se presentó) se acercó a mí y le pidió permiso a mi madre para llevarme con él.

A partir de ahí mis recuerdos son difusos y poco claros, nos hicimos amigos, crecimos juntos, estudiamos juntos, viajamos juntos, incluso lloramos juntos en varias ocasiones - y no necesariamente siendo niños-, nos hicimos tan cercanos que a los dieciséis éramos Tae, Kai y Molang.