Day 2: "Freezing" Drabble

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2.Acurrucados

Arrastraba sus pies por la nevada acera mientras temblaba de frío, la nieve se derretía en sus botas, colando el frío hasta sus pies. La nieve seguía cayéndole sobre el cuerpo, humedeciendo y casi solidificando su delgado suéter.

Debió escuchar a Jack cuando le sugirió llevar otro.

Por el momento, sus pensamientos no dejaban de variar entre el trabajo y la pila de formularios que tendrían que completar gracias a la falta de estribos de Mérida contra un paciente.

Las cantidades de papeleo disciplinario en su imaginación era aterradora.

De todas formas, a este paso, no creía llegar sin un resfriado hasta mañana, entonces lo más probable era que no sería ella la que se encargaría de aquello.

Llegó al edificio tiritando con los labios púrpura y sus extremidades entumidas por el frío le agradecieron que tomara el elevador para llegar al octavo piso donde estaba su hogar.

¡Ding!

El ascensor anuncio el fin de su tortura. Salió de la cajita metálica luchando por encontrar sus llaves dentro de su bolso, también a medio congelar. Ya se imaginaba las burlas de su pareja al entrar al departamento, pero lo último que se le apetecía eran uno de esos sermones que le escarmentaba cada que ocurría algo similar.

Mentalizándose para la primera burla, abrió la puerta luego de una extenuante lucha llave-cerradura, para luego sentir el calor hogareño manufacturado por la calefacción del departamento.

Dejó su bolso y llaves sobre una mesilla y continuó sacudiéndose la nieve restante en sus hombros y cabello.

Cuando quiso levantar la cabeza, el aroma a chocolate caliente golpeó su olfato y su novio salió de la cocina con dos tazas en mano y una ceja levantada, como si ya supiera de antemano que se verían en aquella situación.

Engreído.

Pensó Elsa.

—Hola, precioso.— le sonrió con la esperanza de omitir el obvio "te lo dije".

Jack se rió en su cara y continuó su camino a la sala de estar, dejando las dos tazas de chocolate humeante sobre la caoba de los reposa brazos del sofá.

Quieta en su lugar, Elsa observó como Jack se perdía en el pasillo del fondo, regresando luego con una toalla y un canasto de ropa vacío.

—Ven aquí, déjame ayudarte con eso.— le ayudó a sacarse el suéter por la cabeza, dejándola sólo con el sostén. Elsa adoraba aquella calidez familiar que su novio le demostraba, la trataba como una niña pequeña. Lo que era irónico, considerando su diferencia de 5 años.

Las prendas húmedas y frías, iban desapareciendo sobre su cuerpo para ocupar un espacio en la canasta de color salmón. En paños menores y con poca vergüenza, Elsa se dejó cubrir por su pareja con la toalla que antes tenía en el hombro.

—Ve a tomar un baño de agua tibia, ya la tina está llena. En unos minutos iré a lavarte el cabello.— plantó un beso en su frente y posteriormente se retiró al cuarto de lavado a, supone, lavar y secar sus prendas.

Otra cosa que amaba de él, era esa tierna intuición casi paternal, por más raro que sonara, Jack le recordaba a su madre en ocasiones. Siempre sabiendo lo que ocurría con ella y aquella extraña habilidad de saber exactamente qué hacer para relajarla, algo que a pesar del tiempo no ha podido dominar.

Pero Jackson sí, y eso desde siempre lo ha tenido.

Emocionada por lo prometido, se encaminó al baño, dejándose caer en el agua que desbordó por su peso y terminó salpicando loa azulejos.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora