Las cosas sucedieron rápido, demasiado para Yuzu. Recordaba correr al segundo piso para ir a ver como estaba Mei ya que la había oído gritar, estaba muy preocupada por ella. Luego, al verle su cuerpo delgado y seductor, sintiendo miedo de su propia excitación se alejo de la pelinegra para evitar alguna situación... impropia. Cayo al suelo, luego Mei cayó sobre ella, montándola exigiéndole sumisión y lo que recordaba luego de eso es cargar a Mei a la cama sin dejar de besarla mientras le recorría el cuerpo con impaciencia. Un sin fin de errores permitieron aquella situación.
Los gemidos de Mei hacían eco en la habitación vieja, la cama chirriaba ante los movimientos y las cobijas estaban en el suelo. Cada sonido allí avivaba el candor de Yuzu, la piel suave y el aroma de Mei la encantaban. Podría ser bueno, ese pensamiento que buscaba excusar aquel atrevimiento sinvergüenza. Mei la animaba a seguir, lo deseaba también, aun así Yuzu quiso darse su tiempo para ir lento. La primera vez que estuvieron juntas fue arrebatado y, para ser honestos, ninguna de las dos estaba en sus cinco sentidos cuando sucedió.
¿Y ahora lo estamos? Le pregunto su consciencia con sorna. Es probable que Mei siga con los efectos de la fiebre.
No. No podría estarlo, la había estado checando mientras sus manos la acariciaban, la temperatura era normal, mostraba reflejos y mantuvo una corta pero adecuada conversación. Mei estaba perfectamente consciente de lo que pasaba.
-¿Puedo? –le pregunto antes de lamer sus pezones duros y seguir hasta el final.
-Yuzu... -gimió pidiendo, suplicando y exigiendo.
Con un asentimiento prosiguió. La memoria le recordó la sensación de aquella vez, solo que es mejor hacer el recuerdo a tratar de usarlo de reemplazo. Primero y como deseo propio miro los pechos de Mei, al grabarlos de nuevo en su mente beso entre ambos, con deseo e impaciencia, la pelinegra tomo la mano de la rubia y los coloco en su pecho derecho. Su palma sintió aquel pezón erecto y ansioso por su toque que cerró la mano con algo de fuerza.
El pecho de Mei no era grande pero tampoco chico, era sencillamente perfecto. Mei, retorciéndose debajo de ella le dirigió la otra mano a su seno izquierdo. Yuzu sonrió y comenzó a masajearlos, con sus dedos daba leves tirones en los pezones de la chica, haciendo que ella soltara gemidos intensos. Mei apretaba sus piernas, Yuzu miro aquello y bajo su mano, hasta llegar a su intimidad, recorrió lentamente su dedo por encima de la ropa interior.
-Estas muy mojada. –Yuzu lo había dicho para sí misma, como una muestra de orgullo por su proeza.
Mei gemía y al oír aquello sintió algo de pena, apretó las piernas y eso llamo la atención de la rubia.
-Lo lamento, he dicho algo vergonzoso. –enterró su rostro rojo en el cuello de Mei. –Perdón...
-Yuzu... -murmuro apretando los dientes. –Por favor. –pidió con el cuerpo rígido, debatiente entre terminar aquel faje y querer llegar al final.
Si se empieza algo debía terminarse, demostrar la responsabilidad y coraje de enfrentar la situación. Esa frase que le dijo Tetsuya a Mei estaba sosteniendo todo lo que hacía día a día y ahora, servía de perfecta excusa para tener sexo por segunda vez con la rubia.
Yuzu sonrió, estaba aliviada al saber que sus acciones provocaban un exquisito éxtasis en Mei. La recompensaría, siempre lo hacía con sus amantes y Mei no sería la excepción. Con algo de torpeza quiso hacer a un lado la ropa interior de Mei, la sorpresa era que no tenia bragas sino uno de sus bóxers ¡maldita sea! Gruño frustrada, de pronto tuvo la mejor idea que pudiera tener.
La ropa interior de hombres tiene un pequeño "agujero" donde, si ocupan ir al baño, pueden sacar el miembro. Sonrió, deslizo la mano por aquel espacio, Mei de inmediato reacciono al sentirle la mano, le tomo del mentón con fuerza y le hizo besarla. Dientes chocando, lenguas batallando por ganar y resoplidos contra sus labios animaron más. Con sus dedos sin rastro de pena abrió los labios mayores de Mei y masajeo lentamente el clítoris. Sentía aquella secreción viscosa lubricante, Mei estaba cada vez mejor preparada para iniciar la verdadera diversión.
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EN BUSCA DE LA LIBERTAD (CITRUS)
أدب الهواةMei Aihara siempre tuvo una vida recta y educada sin cuestionar ninguna orden. Un día, decide ir a una fiesta por curiosidad y conoce a Yuzu; una joven que siempre hace lo que quiere sin miedo. Comienza a darse cuenta de que no quiere una vida llena...