Capítulo 63

1K 68 18
                                    

    ¿Alguna vez te has despertado y sentido que ese día no será tan brillante ni tan hermoso como debería?

¿Quieres que te conteste?

   
No, déjalo así.

   
Tenía mucho tiempo despierta, mucho antes que el reloj marcara las 6 am. Afuera estaba oscuro, quizás porque no había salido o por la lluvia que caía a cántaros.

   
Intenté volver a dormir, me pegué a mi esposo buscando su calor, pero el sueño nunca vino. Por eso me quedé mirando el techo y escuchando la suave respiración de Dorian.

   
Mi cuerpo pidió alivio y me salí de la cama con cuidado, aún era temprano y no quería despertar a mi marido. Entré al baño y me senté en el bater para hacer mis negocios.

   
Se siente bien, ¿No? Apuesto a que estás más ligerita.

   
Oh, por favor, cierra la boca.

   
Nunca me levantaba durante la noche al baño, por eso mi conciencia cía tenía razón, me sentía muy bien, pero no sé lo diría. Mucho ego ya tenia para aumentarle más. Me ponía de los nervios.

   
Cuando fui a poner mis bragas en su lugar mi algo que me drenó la sangre del cuerpo. Mi ropa interior estaba manchada de rojo.

    —No, no no, no, por favor, no—Susurraba en voz muy bajita y ronca, con el corazón a mil por horas y mis ojos picando.—¡Dios! Que no sea eso, que no sea por favor.—Rogaba con todas mis fuerzas, sin embargo, en lo más profundo de mi ser, algo me decía que era lo que pensaba. Ni siquiera era mi conciencia. Era una certeza absoluta que habitaba en mi alma y luchaba con la negación que emitía.

   
Tomé papel y me limpié con la esperanza de que no fuera real. Bueno, La mancha carmesí se entendía por la superficie de la fibra vegetal.

   
—Oh, no—Mi corazón, que estaba latiendo desbocado, tan deprisa como un auto de fórmula uno que va en primera posición en la recta final, se rompió en pedazos. Dolor recorrió mi cuerpo y las lágrimas, salvajes, rebeldes y sin frenos hacia su camino por mis mejillas en su errática carrera hacia abajo.

   
Cubrí mi cara con mis manos y lloré. Me sentía cargada de un sentimiento amargo que me ahogaba. Agonía. No física, era interna. Difícil de explicar, pero lo sentía en mi interior. Mi sistema tegumentario estaba indoloro, solo siendo víctima de escalofríos, pero por dentro yo gritaba, sangraba y sufría un profundo dolor.

   
Los sollozos de mi llanto desconsolador sacudían todo mi cuerpo. Puse el puño en mi boca, para amortiguar el ruido incontrolable de mi pena y cerremos ojos con fuerzas mientras dejaba salir mi angustia.

   
No estaba embarazada. Mi regla había llegado, eso o que había perdido a mi bebé. Yo nunca tuve la prueba positiva, pero era una de esas cosas que se saben por intuición, de las que no necesitas pruebas porque sabes que existe. No es fe, es una convicción abrumadora que le quita sentido a las dudas.

   
Lo sentía. Yo sabía que estaba embarazada y era tan feliz por eso. El pensamiento de tener al fruto de mi amor creciendo en mi interior me hacia inmensamente feliz. Dorian me amaba como yo lo amaba a él, éramos felices, pero un hijo sellaría nuestra felicidad. Cuidar, criar y amar a una persona que consevimos juntos, que protegeríamos juntos y que nos esforzaríamos en hacerlo feliz y hacerle saber cuánto se le amaba. Mi sueño desde niña. Ser madre. Traer una vida al mundo. Eso ya no era posible. Eso no sucedería. Había perdido a mi bebe.

   
O nunca estuviste embarazada.

   
No me hables, insensible y despiadado ser.

Casada Con El Enemigo ©️ +18 CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora