「┊ 24 ┊」

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Bajo la luz de la luna, acompañado del brillo de las luciérnagas, inundado por el canto de los insectos y la caída de agua, todo a su alrededor parecía de ensueño. La chica que amaba estaba frente a él con una sonrisa pequeña pero al mismo tiempo completamente cautivadora, aunque estuviera seguro de conocer cada rincón de su rostro no podía evitar mantener sus ojos fijos en ella.

El muchacho volvió a acercarse, comenzando con un sutil beso en sus labios, un simple roce que gradualmente se convirtió en un compás solemne, no había prisa, ella no se desvanecería, lo sabía porque Arleth se aferraba a él también. Deteniendo su beso, el chico recargó su frente con la ajena, una sonrisa traviesa se hizo presente, su corazón no dejaba de latir, estaba completamente feliz. Sintió la mano de Leth sobre su mejilla, con sus dedos acariciaba su piel haciéndolo sentirse apreciado.

— Me gustas... —Recitó la niña. Trevor se alejo para poder verla correctamente. — Sé que lo sabes, pero quería decírtelo.

— Creo que estoy soñando —Debía confesarlo, pero no espero que realmente lo pronunciara en voz alta, asumió que simplemente lo pensó, sin embargo, la sonrisa de la jovencita le hizo ver que no fue así.

Arleth tomó su mano, Trevor atento a ella y a sus actos se dejó hacer, por lo que su sorpresa fue grande cuando la chica lo mordió.

— ¡Ay! —El italiano le arrebató su mano sobando la zona donde escasamente se apreciaban los dientes de la niña. — ¡¿Y eso por qué fue?! —Arleth comenzó a carcajearse como nunca, el chico tenía el ceño fruncido, los labios con un mohín y la miraban con reprobación total.

— P-para que vieras que-e no es un sueño. —Leth contestó entre risas, tomando aire limpiando su lágrima de diversión.

— ¡Normalmente te pellizcan, no te muerden para confirmarlo! —Reclamó.

— Pero yo no soy normal.

— Bueno, es verdad, pero... ¡Pero si me dolió! Mira, aún tengo tus dientes. —Puntualizó al acercarle su mano, Arleth no abandonó su sonrisa burlona, espero unos segundos para que Trevor volviese a tener la guardia baja y, maravillándolo una vez más, la niña lo abrazo. El susodicho envolvió el cuerpo de la jovencita con un toque delicado. —Oye, Leth...

— ¿Hm? —La niña no planeaba dejar de abrazarlo al parecer, así que ejerció fuerza para poder mirarla.

— ¿Quieres ser mi novia? —Arleth sonrió tan brillantemente que Trevor se convenció de que aquella sonrisa era su cosa favorita en el mundo.

— Sí. —Y con un nuevo beso, pactaron el momento.

Después de unos minutos, los chicos decidieron obtener comida de la cafetería de Kryos y regresar al invernadero, Trevor pensó que la señorita elegiría usar una de las mesitas para comer pero Arleth fue directamente al estanque para tomar lugar una vez más en el césped.

La esencia de AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora