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Descendió del autobús sonriendo al distinguir a su hermano esperar por ella en la parada; la japonesa se acercó a su mellizo quien la recibió extendiendo una bolsa de supermercado, al abrirla y descubrir el contenido, la sonrisa de Kae se volvió más amplia su gemelo metió su mano obteniendo de esta un helado de bolsita. La chiquilla no tardó en abrirlo, sacando el dulce y frío aperitivo para llevarlo a su boca. Los hermanos comenzaron el recorrido a su hogar, las calles eran tranquilas, daba gusto caminar por ellas, sin tanto ajetreo o ruido que perturbará los pensamientos de las personas.

Kai intentaba despejarse, llevaba la mirada perdida al camino, esa tarde, como de costumbre, la pasó en el despacho de su madre, revisando todos los documentos que Tabata poseía sobre el caso de Amadeus Marsden y su grupo empresarial. El muchacho creía que sería un día cualquiera donde seguramente pondría fin a su recopilación de datos, pues quedaban pocas hojas por revisar. No obstante, nunca esperó encontrar algo más impactante para él.

Por otro lado, Kae estaba debatiéndose en iniciar o no la conversación, la muchacha tenía que aclarar ciertas cosas con su hermano, empezando por confesar haber compartido información respecto a Marsden con Arleth, sin tomar en cuenta que aún no sabía cómo explicar que la antigua amiga de su madre quería poseer el conocimiento que tenían. La muchachita observó de reojo el perfil de Kai quien se encontraba disfrutando de su paleta de hielo mirando al frente, o ella lo interpretaba de esa manera, pues no le tomó importancia a esa vocecita en su cabeza que alertaba por una expresión ausente y entristecida en su mellizo.

— Si tienes algo que decir, solo dímelo, Kae —La voz de su hermano la sacó de su ensoñación, Kae suspiró vacilando en hablar.

— Le conté a Leth sobre Amadeus Marsden y mamá... —Kae esperaba que Kai la riñera por ello, sin embargo, su hermano seguía tan tranquilo como en un principio.

— ¿Y luego? —Su hermano carraspeó, comenzaba a verlo, algo le pasaba a Kai.

— Ella lo comentó frente a los adultos y, bueno, uno de ellos quiere reunirse con nosotros para compartir la información —Kai no volvió a reaccionar como ella se imaginaba— ¿No estás enojado?

— De nada sirve enojarme si ya lo hiciste —Kai le sonrió relajando a su hermana con ese gesto— En realidad ya ordené toda la información, hay algo que me gustaría mostrarte.

— ¿Es algo malo? —El muchacho negó moviendo su cabeza, sin embargo, por su expresión Kae no le creyó del todo.

— Creo que te gustará.

Sin añadir mucho más, los jovencitos siguieron el recorrido hasta su casa, una vez en el despacho de su madre, y tranquilos al no toparse con ninguno de los adultos de aquel hogar, Kai entregó la libreta de anotaciones de su mamá.

— Lee desde aquí... Por las fechas, probablemente, fue la última vez que mamá agregó algo a la libreta —Kai le entregó el cuadernillo a su hermana quien tomó asiento en la silla de su madre, el japonés se giró saliendo de la habitación.

La esencia de AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora