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18 de mayo 2021; día 99-A


Tan proto abrió sus ojos sus ánimos cayeron ligeramente; antes en este día estaría rebosando de emoción, no obstante, su situación había cambiado drásticamente desde la última vez que festejó su cumpleaños.

Arleth suspiró sin ganas de salir de su cama, aún se presentaban los días en los que lamentaba mucho haber entrado en una cápsula, usualmente ese pensamiento solo surcaría su mente unos segundos y se iría tan rápido como aparecía. Sin embargo, esta vez era totalmente diferente. Estrictamente hablando ese día cumplía cuarenta y ocho años de vida, treinta de ellos dormida, no obstante, nadie cuestionaría los detalles. En teoría debía seguir siendo una fecha especial, al fin y al cabo, fue un dieciocho de mayo de mil novecientos setenta y tres que llegó a este mundo, pero ya no podía verlo de esa forma.

La señorita creyó que tenía bien asimilada su nueva realidad, pero ese día en concreto le resultaba más difícil que nunca, tal vez era algo trivial o infantil, sin embargo, no podía alejar el sentimiento de tristeza que le provocaba el no poder festejar su cumpleaños como antes.

Hacerse a la idea de que su cumpleaños había cambiado, no era fácil. Comprendía que fue una medida de seguridad, ya no era Madeleine Bennett, sin embargo, por más que quisieran tapar el sol con un dedo, la verdad era que ella seguía siendo Maddie.

Intentaba no seguir martirizándose, pero su corazón daba saltos y se oprimía al memorar que su emoción por cumplir dieciocho años era inmensa; Amelia y ella tenían planeado un gran viaje para festejar su mayoría de edad, Adam estaba seguro de obtener su licencia de conducción, Jonathan no veía el momento para asistir a la universidad, Tabata y Gwen estaban ansiosas por visitar una discoteca. Entre más recordaba mayor era el dolor que se provocaba.

— Buenos días, linda —Sus padres saludaron con una bonita sonrisa al verla sentarse con ellos en el desayunador.

— Buenos días... —Respondió la chiquilla con un gesto suave en el rostro, intentaba evitar mostrar su desánimo, no quería provocar que sus padres se preocuparan o peor; hacer que ambos ancianos se sintieran culpables.

El desayuno transcurrió como de costumbre, aunque la niña sintió mayor desgane cuando notó que todo apuntaba a que sus padres no mencionarían nada sobre ella con un año más de vida. Tal vez eso era lo mejor, no tocar el tema y solo dejar avanzar el tiempo, seguramente llegaría agosto y celebrarían su cumpleaños con naturalidad.

Al terminar, Leth ayudó a su madre a levantar la loza, miró su reloj de muñeca: quedaban unos minutos antes de que Trevor llegara. Ahora que lo pensaba, ¿su novio sabría que ese día era "especial" para ella? En realidad, esperaba que ninguno de los chicos supiera.

— Cariño... —La voz de Estela la hizo mirarla.

Al encontrarse con sus padres, la jovencita sintió su labio inferior temblar, por lo que, apretó sus labios y suspiró con una sonrisa al tomar el regalo que extendían para ella. Arleth limpió sus mejillas pues un par de lágrimas traviesas descendieron. Inhaló profundo y levantó su mirada.

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