El chico del laboratorio

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{Flashback: 33 días antes}
Xavier caminaba hacia casa como un alma perdida

-No sé por qué estoy tan molesto hoy

El gato me miraba desde abajo fijamente. Cómo si me cuestionara. Lo cual hacía que su ojo derecho se vea más grande, al estar rodeado de una mancha blanca.

-No me mires así. No puedo estar decepcionándote también a ti.

Y el gato me seguía mirando.

-No es culpa tuya que esté molesto. Deja de ronronear o me estallará el cerebro. -dije casi en susurros. Ya era bastante vergonzoso que la gente me viera hablando con un gato en la calle, como para ponerme a discutir con él. - Además, esa es una mirada muy seria para ti, no respondes a tu nombre. - continué entre risas.

Parece que se indignó un poco, o realmente no entendió nada de lo que dije, porque segundos después se movió al otro lado de la acera acechándome con una mirada asesina.

Recordé que se ponía así cuando le faltaba comida.

-Rayos, Felicidad, ven aquí. Prometo decirle a Hugo que te ponga más comida en el plato mañana. Olivia es demasiado despistada para ti.

Llegamos a casa y Felicidad subió a la punta del árbol y se recostó en la rama. Juro que nunca había visto a un gato dormir en árboles, pero no temía por él. Si caía igual tenía sus siete vidas, ¿no?

Empecé a recordar el día en que entró a mi vida. No había dejado de acompañarme desde entonces.
Me lo había regalado un chico bajito de un vecindario cercano. Resulta que su pareja, que al parecer era hombre, ¡lo noté porque estoy mejorando mi radar gay! Bueno, él tenía un gato que tuvo crías. Una de ellas era el mío.
No se por qué ellos decidieron que su gato se llamará Tristeza, pero al ver al mío me pareció correcto ponerle Felicidad, por la ironía.

No por su rostro ni por su actitud (mucho menos ja) pero me gustaba la idea de que tenga un nombre contrario. Soy mucho de ironías y eso me divierte, a comparación de muchas cosas que no. Así que dije, me vale todo.

Y desde ahí estamos juntos en esta vida.

-¿No es cierto, Feli?

Nunca nadie me miraba de esa manera como si quisiera partirme el cráneo solo por comida, pero yo lo quería así.
Eso me recordó que tenía que ir a por un poco más. Recogí el plato. Hace 5 min que había llegado de la escuela.

Rayos.

Puse el plato de Felicidad lo más rápido que pude. Había dejado el libro de Ciencias en el locker y tenía que estudiar para el examen del día siguiente. Eso iba a asegurar mi cambio de carrera en la universidad.
Solo estaba a un mes de mi nueva carrera. No podía estropear esto. Esto no.

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Samu

-Epa, qué hacen ahí. -grité a los cachimbas que corrían en el pasillo.

Estos chicos nuevos ya no saben dónde meterse.

-No me digas que te las estás agarrando con los nuevos, Sam. -me dijo Leyla con una sonrisa curiosa - No tienes por qué, ¿ya no molestas demasiado a todo el resto del mundo?, ¡o es qué a ti nada te basta!

Y se río.
Porque todo nosotros lo decíamos en broma, éramos así, más unidos que el pan con jamón.

-L, si molestarte a ti claro que me basta, es más me llena tanto que lo haré justo ahora. -reforcé mi comentario dándole un apretón en el estómago.

Hey BlueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora