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Parecía que la calma finalmente llegaba, lo cual sería un verdadero placer tras el día más caótico de todos, esperaban nunca tener que repetir una experiencia así de desgastante y sofocante pues el miedo tan latente que habían experimentado era sobrehumano.

Tras un par de horas con todos los arreglos en el hospital los Bennett ya se encontraban con su hija. Arleth despertaba algo desorientada y su mente pronto la bombardeó de información con el fin de reconocer cómo había terminado en un cuarto de hospital que no fuese de Kryos.

— ¿Cómo te encuentras, linda? —La voz de su padre interrumpió el silencio que reinaba, Arleth giró el rostro para encontrarse con él; viendo a su madre y Trevor dormir en el sofá del cuarto.

— Bien... solo espero que la anestesia tarde en irse... —Joel se acercó para acariciar el cabello de la señorita mientras que ella susurraba su respuesta al identificar la herida en su cuerpo.

— Bueno, una consecuencia por la imprudencia... —Arleth sonrió avergonzada— Sé que regañarte ahora mismo está de más, pero si espero que no vuelvas a exponerte de esa forma —Leth asintió— Tuvieron suerte esta ocasión, corazón, pero eso difícilmente se repetirá nuevamente.

— Lo sé... —Murmuró en respuesta, la señorita paseó la mirada. Era evidente que la noche había caído, ¿cuánto tiempo habría transcurrido?— ¿He pasado mucho durmiendo?

— Un poco... —Joel miró su reloj de muñeca— Cerca de seis horas —Arleth suspiró, miró de reojo a su novio y madre.

— Papá, ¿sabes algo de Marsden?, ¿lo... —La niña se interrumpió, no quería terminar la pregunta por miedo.

Una parte de ella le hacía creer que toda esa aventura de escape había sido en vano, que Marsden era una especie de ser intocable por todo el poder y dinero que tenía. Para la jovencita era algo obvio que Amadeus era alguien que nunca pagaría por el mal que causó. De ser así, tal vez la única manera de estar en paz, sin miedos o preocupaciones sería alejarse completamente del lugar que conocía.

— No nos informaron del todo, pero... —Estaba preparada para escuchar aquella respuesta que menos deseaba— sí, lo detuvieron.

La señorita tardó en reaccionar, fue como si no hubiese entendido en lo más mínimo las palabras de su padre, como si de un segundo a otro no supiera identificar el idioma en el que le hablaba.

— ¿En serio? —La incredulidad estaba tan latente que su expresión era congruente con su pensar.

— Sí, no nos dieron tantos detalles simplemente el fiscal Garza dijo que la policía lo tenía —Una ligera risa nerviosa apareció en la niña, inmediatamente el alivio llegó— De todas formas ellos vendrán a tomar tu declaración y seguramente sea en ese momento cuando nos informen lo sucedido, o tal vez no, pero lo que sí es un hecho es que Amadeus Marsden ya no atormentará nuestro día a día.

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