¿Feliz Navidad?

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La calle estaba iluminada por lindas luces, en unas había regalos, en otras trenes, en otras Papa Noel... otras no se sabía que eran, pero eran bonitas de ver. La gente paseaba, la mayoría con la pareja o la familia y muy pocos iban solos. Todo era felicidad y espíritu navideño por todas partes. Dios miraba feliz, junto a sus ángeles, como los humanos alegremente pasaban esas fiestas en familia. Pero uno de los ángeles se dio cuenta de que no todo el mundo estaba tan feliz y mucho menos acompañado. Des del cielo, se había percatado de que había un chico de pelo castaño y ojos azules sentado tristemente en un banco de la calle. Esto le dio mucha lástima y se acercó a Dios para preguntar por él.—Padre.—Dime Gabriel, ¿Qué es lo que te preocupa?—Acabo de ver a un chico que está triste y solo en un banco y quisiera saber que le ha pasado.—Este muchacho acaba de pasar por la desgracia de perder a sus padres el día de Navidad y por eso está triste.—¿Qué les pasó?—Ay, hijo, esto no te lo puedo contar hoy, son días de fiesta.—¿No tiene más familia?—No la tiene lo suficientemente cerca.—¿Entonces estará sólo estas navidades? ¿No se lo han llevado para un orfanato?—Eso ya se verá. Dejemos fluir el día y el destino dirá.—Está bien Padre, como vos digáis.El ángel se separó de Dios y volvió a su lugar para observar al chico. Este tenía los ojos cristalinos mientras miraba la felicidad que lo rodeaba. Sonrió tristemente. Parecía alegrarse de la dicha de los demás. Esto hizo que el corazón del ángel se contrajera. Lo observó detenidamente y se dio cuenta de que era el chiquillo más lindo que hubiera visto jamás. Quería ayudar a ese humano pero sabía que iba contra las normas y Dios ya le había dicho que dejara pasar el tiempo. Así que solo se quedó observando, preocupado por ese chico.Un chico que parecía unos dos años mayor que el castaño se le quedó viendo un rato. Por su mirada parecía que quería acercarse al muchacho pero no acababa de decidirse. El ángel rezaba para que se acercara a él y le brindara un poco de esperanza a ese pequeño que estaba completamente desamparado. Pero sus ruegos no llegaron a su padre y él chico se fue de allí.Gabriel miró al castaño el cual parecía haberse fijado en el peli-rosa que anteriormente lo observaba. Su expresión dejaba entrever que el chico lo había marcado de alguna manera. Y cuando vio que el chico se alejaba de él, se había puesto más triste que antes. Quizás buscaba alguien que se acercara a él, necesitaba tener a alguien a su lado y en estos momentos no tenía a nadie. Al notar esa mirada parecía que se había emocionado un poco de dejar de estar solo, pero eso se había perdido al ver que el chico se iba.A medida que pasaba el día hacía más frio y el chiquillo empezaba a temblar por el frio, lo que empezó a preocupar al pobre ángel que se había fijado en él. Pero en ese momento un peli-rosa con gafas de agua en la cabeza se sentó a su lado en el banco. Iba bastante abrigado. De un momento a otro sacó una chaqueta de dentro de su abrigo y se la puso al castaño por encima de los hombros.Este levantó la cabeza y lo miró. Sus ojos se sorprendieron al reconocer al chico que momentos antes le había estado observando. En cuanto salió de su asombro se sonrojó. El peli-rosa sonrió ante la ternura que demostraba ese chico tan lindo. Al ver que este aún temblaba decidió abrazarlo para ayudarle a entrar en calor. El castaño se sorprendió pero no dijo nada. Solo se dejó abrazar confiando en ese peli-rosa que no conocía de nada pero que le transmitía calma.—Me llamo Jousuke Tsunami, pero puedes llamarme Jousuke ¿y tú?—Yo me-me llamo Y-Yuuki Ta-Tachi-mu-mukai.—Encantado Yuuki-chan. ¿Qué haces aquí tan solo?—Es que no-no tengo lugar do-donde ir.—Eso es raro. ¿No tienes familia?—Mi-mi-mis padres han mu-mu-e-erto.—Oh. Lo siento.Tachi bajó la cabeza un poco triste. Recordar la muerte de sus padres hacia que se sintiera más solo. No hacía más de dos días que sus padres habían muerto y justo en el día de navidad lo habían echado de la casa en donde vivía con ellos. Parecía que todas las desgracias le iban una detrás de otra... y esto lo deprimía aun más de lo que estaba.Se quedaron un rato en silencio sin saber que decir. El peli-rosa parecía triste por la desgracia del chico y pensaba que podía hacer para alegrarlo. No quería verlo así. No sabía el porqué pero le dolía en el alma ver a ese castaño tan triste y solo. De repente notó que el chico entre sus brazos sollozaba y se separó un poco de él para verlo a la cara.Lo que vio le pareció la escena más tierna que había visto en su vida. Esa carita tan bonita sonrojada a más no poder, con las lágrimas inundando esos lindos ojitos de color azul cielo, aunque mucho más lindos que este. El rostro de ese castaño se le hacía adorable y apetitosa. Quería saborear esos labios, que lo llamaban a gritos, pero sabía que no debía hacerlo. Se acababan de conocer y eran hombres, por lo que, no podía besarlo así por las buenas, pero si podía hacer otra cosa.Levantó su mano y acarició la mejilla del menor secando las lágrimas que resbalaban por ellas y le dio una tierna sonrisa. Tachimukai se sonrojó más de lo que estaba y bajó la mirada avergonzado. Pero Tsunami cogiéndole por el mentón le levantó la cara para poder mirar de nuevo esos ojos, tan lindos que poseía. A pesar de que se veía tan lindo tenía la impresión de que estaría más bonito si sonriera y eso era lo que él quería conseguir. Quizás no era posible ese día pero más adelante... podría ser algo realmente hermoso de ver.—¿Sabes que eres lindo? —le dijo aun sonriendo de esa manera tan suya.—¿Eh? —respondió Tachi confundido.—Que eres el chico más bello que he visto.—G-gra-graci-cias —tartamudeó nervioso por el cumplido de ese lindo chico.—De nada —dijo Tsunami mientras sonreía de nuevo.Gabriel, el cual seguía observando, como Padre le había dicho, estaba un poco más contento, por el chico castaño. Le hacía feliz que el peli-rosa hubiera vuelto con una chaqueta y más que fuera tan dulce con ese chico, aunque en el fondo le daba un poco de "celos" estaba contento por él. Pero justo cuando empezaba a cree que el destino no era tan cruel, el móvil del peli-rosa sonó.—Dígame.—...—Sí, ahora vengo.—...—Vale, vale, hasta ahora. Adiós.Y entonces se cortó la llamada. El peli-rosa, se giró para ver al castaño y le sonrió de nuevo, antes de acercarse para besar su frente. Luego de separarse lo miró y este bajó de nuevo su rostro ahora un poco triste ya que se imaginaba lo que le iba a decir. Y la verdad, es que no quería oírlo, quería que ese desconocido, ahora conocido, se quedara con él. Le agradaba su compañía aunque le ponía un poco nervioso, eso era cierto, pero le gustaba.—Me tengo que ir, Yuuki-chan.—Lo entiendo —dijo aun más triste— su-supo-go... que-que, e-es lo normal, ho-hoy, deberías de-de e-estar co-con tu fami-milia y n-no con un desco-conocido...—Yo no creo que haya estado con un desconocido —dijo él acariciando de nuevo su mejilla— al contrario. Creo que he conocido a un chico muy lindo y tierno.Tachi se lo quedó viendo un poco sin saber que decir. Tsunami le sonrió y lo abrazó de nuevo, mientras acariciaba su pelo tiernamente. Estaban así abrazados cuando el móvil del mayor volvió a sonar. Esta vez era un whatsap que ponía: Ven ya. Por lo que no tuvo más remedio que levantarse del banco.—Volveré. Te juro que volveré lo antes posible.Tachimukai simplemente sonrió pero no dijo nada. Estaba casi seguro de que ese chico no volvería; y Gabriel pensaba lo mismo. De nuevo parecía que el muchacho quedaría solo y desamparado y esto no le gustaba para nada. Le había cogido mucho cariño a ese castaño, demasiado, teniendo en cuenta que era un ángel y que no debía de meterse en la vida de los humanos y tampoco sentir lazos de unión hacia ellos. Pero él estaba rompiendo esa regla, se estaba apegando demasiado a ese lindo castaño. Sí, demasiado, porque entonces entendió que se había enamorado de él, pero sabía que sería un amor no correspondido e imposible. Completamente imposible. Los ojos de color miel oscuro del ángel se humedecieron al darse cuenta de que había roto una regla a la vez que su corazón. Y se sintió el ángel más desdichado del cielo. Pero haciendo un enorme esfuerzo por controlar sus sentimientos volvió su vista hacia la Tierra justo a tiempo para ver como Tsunami volvía junto al castaño.—Yuuki-chan —dijo con su voz entrecortada por correr.—¿Eh? —preguntó un poco sorprendido levantando la cabeza para ver esos ojos negros que poseía el peli-rosa.—Vente conmigo a mi casa.—¿C-como?—Vamos, hay comida y espacio suficiente para ti.—Pe-pero y-yo...—Venga, hombre, no seas así —le dio una pequeña reprimenda mientras sonreía.—C-como q-quieras —dijo dejándose llevar por el peli-rosa, el cual lo cogió de la mano, haciéndole sonrojar.Gabriel observaba la escena feliz y de nuevo celoso, pero la felicidad que sentía por el chico era mayor. Ahora lo único que le preocupaba era saber que quería el peli-rosa de él. Temía que lo quisiera solo para jugar o para sentir que hacia una buena obra, ya que estaba seguro de que el pequeño sentía algo por el peli-rosa. Algo que tampoco se podía saber que era ya que se acababan de conocer, pero al ser que Tsunami había sido amable con él se sentía agradecido. Estaba claro que de alguna manera el peli-rosa había entrado en su corazón.Entendía que el chico pudiera coger apego por alguien tan rápido, por lo que a él le acababa de pasar, pero no entendía que fuera tan inocente y confiado. ¿Es que nunca le habían dicho que no podía irse con desconocidos? Aunque ahora que no tenía padres ni lugar nadie le iba a reñir, no significaba que lo aprendido de ellos se tuviera que olvidar de buenas a primeras. El arcángel entendía que Yuuki necesitaba a alguien y que Tsunami era el único que le había tendido la mano. Podía entender que eso podía ser motivo suficiente para, después de haber perdido a toda la familia y todo lo que tenía, sentir apego rápidamente por alguien. Pero no dejaba de preocuparle. Nunca se había fijado en ese peli-rosa y no sabía como era.Los siguió con la mirada, no parecía que el peli-rosa fuera con malas intenciones pero quería asegurarse, así que de nuevo fue a hablar con Dios, para que le diera una oportunidad de ayudarlo. Una vez delante de él, se quedó mirando al suelo, sabiendo que había incumplido una de las normas. No sabía cómo empezar a hablar.—Gabriel. ¿Qué es lo que quieres decirme?—Padre... Yo... rompí una de las reglas... me enamoré...—De ese castaño llamado Yuuki Tachimukai ¿Cierto?—Sí —dijo apretando los ojos.—¿Quieres velar por él, entonces?—Sí, Padre. Quiero cuidarlo para siempre.—¿Entiendes que él nunca te corresponderá?—Sí, Padre.—¿Y también que los celos son malos consejeros a la hora de cuidar de alguien que es tan importante para uno?—Sí, Padre. Lo entiendo.—¿Crees que serás capaz de protegerlo de todos, incluso de tus celos?—Sí, Padre. Lo juro. Lo amo demasiado para hacerle daño por culpa de mis celos.—Entiendo. Bien, entonces a partir de hoy hasta que Tachimukai muera, dejaras de ser uno de los arcángeles y pasaras a ser su ángel de la guarda.—¿Su ángel de la guarda, Padre?—Sí, lo que implica que deberás irte a la Tierra y estar siempre pendiente de él. Cuidándole y ayudándole, y también llevándolo por el buen camino, pero siempre sin que él lo sepa ni siendo exagerado con lo que hagas. Tus poderes serán solo para él pero con ciertas limitaciones que ahora te contaré. No puedes mover objetos ni aparecerlos de la nada, no puedes aparecer delante de él ni hablarle, ni puedes salvarlo de la muerte, la única cosa que puedes hacer es traerle suerte de manera indirecta y estar cerca de él. ¿Te conformas con esto?—Sí, Padre. Lo haré lo mejor que pueda y cumpliré todas las normas.—Bien. Ya puedes ir a las puertas que san Pedro te espera para que puedas ir al mundo humano.—Está bien, Padre. Ahora me voy.Dicho esto se fue para las puertas del cielo, las cruzó y fue directo a donde se encontraba el castaño. Ya sabía a qué casa debía de ir por lo que llegó volando, literalmente, como ángel que era. En cuanto llegó se puso detrás de su querido Tachimukai y observó las cosas desde su punto de vista antes de dar una vuelta por la sala, para poder vigilar que todo estuviera bien. La verdad es que era la primera vez que hacía de ángel de la guarda así que no sabía muy bien qué debía hacer. En cuanto acabó de mirar la sala volvió la mirada a su amor para ver que pasaba.Se dio cuenta de que había amor por parte de ambos. Entendía que el peli-rosa se hubiera enamorado de ese castaño pero no que el menor se enamorara de Tsunami, ya que a su parecer era un poco vulgar para Tachimukai, pero en muy poco se dio cuenta del porqué. Realmente hablaban sus celos. Tuvo que hacer un esfuerzo por no dejarse vencer por ellos y se dedicó a estudiar el comportamiento de Tsunami. El peli-rosa era muy dulce, le brindaba calor al corazón del pequeño el cual estaba necesitado y en su corazón se veía un amor puro por el castaño, lo que indicaba que no iba en segundas—Yuuki-chan, ¿quieres mas, sopa?—N-no... q-quisiera m-moles...—No molestas, jajaja, ahora te pongo más, no te preocupes pequeño.—¿Pe-pequeño?—Sí, eres más joven que yo, y te queda bien, ¿Te molesta?—N-no, no.—Bien —dijo riéndose feliz— Aquí tienes la sopa, peque.—G-gracias —dijo un poco sonrojado.Y seguidamente se fue a comer con su peli-rosa mirándolo fijamente, si su, porque aunque ellos en ese momento no lo supieran era obvio que el castaño había robado el corazón de ese peli-rosa en un amor a primera vista. Y viceversa.Continuará...

Fiesta de Navidad y Año NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora