Capítulo 38.

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Diamantes oscuros.

Capítulo 38.

El año inició de una manera increíblemente buena, yo tenía la oportunidad de la universidad, aunque planeaba pagarle a Liam cada centavo. Las compañías me mandaban llamar para firmar contratos y en la primer semana de enero, Dior me abrió sus puertas.

Este año sería completamente diferente.

-Nos ha fascinado el comercial- Paolo Martini, uno de los principales ejecutivos, toca mi mano con delicadeza y besa los nudillos.

-Espero que los moretones no hayan sido un problema- me disculpo.

-Dios, jamás digas eso, es horrible lo que te pasó, pero en realidad ya casi no se nota nada y tienes un rostro muy bello, así que sólo pusimos un poco de corrector, base y polvo para igualar tu piel.

-Me ha encantado estar aquí, espero que nos veamos pronto- sonrio con sinceridad.

-Absolutamente, aun tienes que firmar el contrato más largo e importante.

-De acuerdo- me muerdo el labio, feliz por las noticias.

-Regresa la semana entrante y tendremos los papeles listos.

-Nos vemos- me despido y salgo del gran edificio, vistiendo un pantalón de chandal blanco y las bonitas zapatillas que Liam me obsequió junto con el vestido amarillo.

-¡Beaulieu!- giro un poco y me encuentro con Matt, conduciendo una bonita camioneta roja.

-¡Matt!- saludo y básicamente me despido de él, pero él avanza tan lento para alcanzarme, que resoplo.

-¿No quieres tomar un café?- su sonrisa es sincera.

-Llevo algo de prisa- hago media mueca y él rie, deteniéndose por completo.

-Demonios- murmuro bajito, cuando lo observo bajar de la camioneta.

-No puedes negarte, jamás has sido grosera- llega hasta mí y me abraza con fuerza.Hombre, que me vas a sacar el desayuno.

-Bien, uno chiquito y medio frío, porque tengo prisa.

-Dale, voy a llevarte al nuevo que está muy cerca de Central Park.

Abre la puerta por mi y subo rápidamente, él cierra y corre hacia la puerta del conductor y comenzamos nuestro viaje al precioso local.

-Es increíble- mi voz es un susurro-. Debe costar una fortuna un lugar así.

-Lo es, ni siquiera luce como algo americano- rie y abre la puerta para dejarme pasar.

Con toda la elegancia, nos asignan una mesa junto al precioso ventanal y pronto tenemos café en la mesa.

-¿Qué hacías en Dior?- pregunta y muevo la cuchara en mi café.

-Trabajo para ellos- me encojo de hombros-. Han cambiado muchas cosas desde la última vez que nos vimos.

-Te ves muy linda, sin embargo- guiña un ojo y yo rio.

-Debe ser así, Dios sabe que no contratan gente fea en esas agencias, y yo tengo problemas para dejar de comer como una persona normal- estoy riendo de verguenza, porque es cierto.

-Ese debe ser tu secreto, el resto de las modelos son flacas y a nadie le gustan, tu tienes un cuerpo perfecto.

-No soy tan alta- lloriqueo a modo de broma y él frunce el ceño.

-Eres guapísima, Luna, tienes una estatura buena, no necesitas ser un maldito edificio.

-Te creeré, sólo porque el café y el lugar son preciosos- doy un sorbo y admiro el decorado blanco con dorado y recuerdo a mi inglés número uno.

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