bless the lovers, dear constellation.

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tell me the fairy tale about you and me.

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la mayoría de cuentos comienzan con una entrada libre de conflictos con aires tranquilos donde sus personajes gozan de una vida totalmente alegre y, como ya es bien sabido, los problemas se generan a medida que la historia avanza, teniendo en la culminación de este un único final feliz.

este cuenta con las mismas características sólo que... algo -demasiado- modificadas.

para empezar, las protagonistas de esta preciosa historia tienen un principio bastante peculiar, donde ambas cuentan con sus propios problemas por separado y son capaces de experimentar las virtudes dichas sin mayores complicaciones. ¿el detalle? es fácil de descifrar puesto a que ninguna de ellas ha tenido el placer de cruzar palabras con la otra, lo que supone una etapa donde algo allí falta, desconocen de su existencia pero muy en el fondo saben que está perdida una parte crucial.

es entonces que este relato da inicio, en un mundo muy antiguo que apenas contiene un par de criaturas en él, sin mencionar la lenta extensión de la vegetación por los distintos cuerpos acuáticos y porciones de tierra. es lo que ahora se podría considerar un escenario del fin del mundo, sólo que apenas estaba comenzando. y es así como continuó, muchas maravillas aparecían tras de otra bajo la atenta mirada de un par de ojos curiosos, que esperaban la puesta de su amigo sol para poder custodiar ambos reinos terrenal y aéreo durante el descanso de su ya mencionada compañía. este astro llamado luna se encontró realmente fascinada con la infinidad de preciosidades que encontraba cuando decidía cometer ciertas travesuras para poder admirar todo los regalos de la tierra desde muchísimo más cerca y no desde su lugar establecido.

hubieran imaginado su asombro cuando la aparición de los humanos en sus dominios se hizo realidad, ahora tenía mucha más opciones para poder hablar y compartir todos sus pensamientos del extenso y hermoso universo en el cual habitaban. eso sí, su timidez le impedía realizar correctamente estas acciones, pero no fue mayor problema puesto a que su cabeza ideó otras maneras de comunicación con los habitantes de la tierra para enseñarles de todo un poco sobre sus estudios hechos en tantos años de soledad. ¡y vaya que había funcionado!

ahora la luna estaba más que feliz, pero sola... su amigo sol no era muy conversador en el cambio de turnos y no podía decir demasiado mientras esto ocurría. por el momento, se conformaba imaginando conversaciones y debates que podría tener si tan solo existiera una criatura que quisiera formar parte de su vida... la pregunta era ¿quién? ¿quién podría ser?

fue una incógnita que mantuvo por demasiados años, teniendo una sonrisa a la hora de sus ya comunes paseos por las orillas del mar pero permaneciendo malhumorada en las sombras cuando el sol debía brindar de su calor y brillo a los humanos, animales y plantas para asegurarles una estadía duradera.

una noche fresca de noviembre, por fin, la luna salió a dar un paseo por un precioso jardín lleno de flores en busca de las más preciosas para fabricarles coronas a los conejitos que se atravesaban por su camino, fue entonces que la vio... una presencia bastante diferente a las que había visto y reconocido en la tierra. era nueva para ella, por lo tanto aquella ignorancia debía ser apartada lo más antes posible o se lamentaría no haber registrado entre sus descubrimientos a una criatura tan singular como aquella al pie de unos lindos girasoles. se veía concentrada, pero por desgracia la presencia de la distraída y curiosa luna logró advertirla, cambiando su semblante a uno más tenebroso que causó una pequeña risita en la primera.
esa linda noche, la luna consiguió una amiga bastante especial, un poquito sin querer y otro poquito queriendo, ya que veía los atisbos de duda sobre ella en los ojos de aquella demoníaca figura.

eran sin dudar una dupla bastante divertida, tan opuestas entre sí pero realmente lograron congeniar a la perfección, como si estuviera escrito el que sus caminos de repente tuvieran que cruzarse.

la luna aprendió bastante de su pequeña -gigante- demonio, a veces era una dormilona amargada que disfrutaba de castigar a gente mala y usar de sus trucos para impresionarla, vivía en un reino diferente que no podía controlar ya que se regía bajo las reglas de alguien más, ese era el inframundo. lugar al cual, su amiga demonio se negó a llevar pero que fue una guerra ganada para la luna con una táctica que siempre funcionaba para ella, hacerle ojitos y un pequeño pucherito y así conseguir lo que tanto ansiaba. esa demonio era todo un caso que debías comprender mientras pasaba el tiempo, cosa que no le molestó para nada, recogiendo las manías de esta en cada uno de sus encuentros y disfrutando mucho de su compañía, de todo lo nuevo que le ofrecía y siguió ofreciendo.

así es que fueron pasando las distintas lunas, con una nueva presencia para cuando podía visitar la tierra y otra vez, medio sin querer pero queriendo en realidad, la luna y su amiga demonio terminaron por pasar los años luz aprendiendo nuevas maneras de amarse y de sentir cada vez un aprecio diferente por la otra.

aunque hubieran pequeños obstáculos en el medio no podían significar para ellas más de lo que entre sí sentían, cosas como la oposición del sol y muchos astros más, conflictos intermedios y el hecho de tener que aguantar sus eternas ganas de pasar juntas en cualquier momento debido a sus papeles y posiciones de los cuales no podían negarse. sin importar eso, la luna sabía que esa demonio de apariencia adorable siempre esperaría por ella y sabría entender cada una de sus fases, así como la demonio tenía presente el incondicional apoyo de la luna con el fuego que aguardaba dentro de ella y sus actitudes para sus trabajos en el otro lado, que agotaban demasiado y requerían de mucha energía pero que al finalizar el día, eran compensados con besos tímidos de parte de cierta lunita apenada por sus atrevimientos... sin embargo, contenta por poder obtener mucho de su acompañante demoníaca.

ahora ninguna de las dos podía presumir de ese algo faltante, porque lo habían encontrado finalmente en la otra y seguiría de esa manera por los siglos de los siglos, siempre teniendo sus instantes especiales, altos y bajos como cualquier pareja.

lo que contaba a fin de cuentas es que se amaban más que la fuerza de miles de cometas... y siempre, siempre, siempre tendrían la oportunidad de formar su constelación favorita en el celeste oscuro, aquella que aseguraba la seguridad de todos los amantes pero principalmente, les aseguraba su amor eterno.

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2020 ⏰

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