Lara.
Llevaba rato escribiendo y redactando el trabajo que nos había dejado María. Era lo más fascinante del puto planeta.
Una vez había leído la frase "elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida."
Y así me sentía en estos momentos, por mucho tiempo pensé que sería la encargada de una empresa. La dueña, la que dirigía una gran compañía. No era un trabajo que me desagradara, pero era todavía algo que no completaba mi existencia.
No era el trabajo de mis sueños. Mi pasión era las letras, la literatura. La escritura.
Por esto, mi mundo giraba, mis padres se sentían orgullosos de mi por todas mis habilidades, pero sabía que en el fondo querían que fuera la dueña de las empresas Wayne.
Una empresa familiar que lamentablemente ya no estaba en nuestras manos completamente.
Santiago hizo un ruido extraño con la garganta y entonces recordé que estaba al frente.
Por un momento me encerré en mi mundo, sin recordarme que estaba en el trabajo de mis sueños, pero con mi peor pesadilla. Baje mis lentes y mire al inmaduro por encima de ellos.
Capullo idiota. Sentía la tensión en el ambiente, aun así, la ignoraba. Recordé sus últimas palabras, aun reafirmaba que era una "fácil." ¿DE DONDE SACABA ESAS TONTERÍAS?
Además de insinuarse a mi como si fuera cualquiera de las chicas con las que se acostaba.
Había salido un momento de la oficina para evitar una pelea y respirar profundo. Pero las ganas no me faltaron para tratarlo como un saco de boxeo. Desde que entre, llevábamos tres horas sin hablarnos, metidos en nuestras computadoras Agradecía que por lo menos respetara esto.
Solo estábamos nosotros en esta gran habitación y así sería por mucho tiempo.
De vez en cuando echaba un vistazo a Santiago, vestido de traje. No se podía negar que se veía bien. Eso me hacía odiarlo más, él sabía que estaba guapo.
También sentía que a veces me miraba, solo ignoraba también eso y me concentraba en el trabajo.
Las chicas de la oficina de vez en cuando pasaban por ahí y se veía por medio del vidrio como iban con sus vestidos ajustados que no les daban ni un respiro para poder moverse bien. Nosotros podíamos mirar quienes estaban afuera, pero ellos a nosotros no.
Santiago se comía con la vista a cada chica que pasaba por ahí.
–Puedes dejar de ser tan baboso en tu vida por una sola vez.
–Milagro que me hablas, pensé que ahora eras muda. -
Otra vez regresaba con sus comentarios ingeniosos.
–No seas tan capullo inmaduro. - dije.
–Desde cuando usas lentes?- pregunto.
Siempre preguntaba tonterías que no venían al caso.
–No es tu asunto. - respondí con desdén.
–Lamentable, pienso que como compañeros deberíamos comenzar a llevarnos bien aquí adentro, por lo menos.
–Déjalo ya inmaduro, tú y yo no nos llevaremos bien, aunque lo intentemos una y otra vez. Ni, aunque estemos en la obligación de llevarnos bien.
Vi su cara de desprecio también.
–Siento que la vida de verdad me está castigando. No conseguimos todas las putas mañanas Lara. En la universidad, en el trabajo. VIVES AL LADO. En todos lados nos conseguimos. De verdad no sé qué hice para merecer esto.
–Ser un puto y cobrón.- Le sonreí.
Era verdad que apenas podía soportarlo. No lo aguantaba, lo despreciaba.
Santiago sonrió de la nada.
–Tal vez. - Su mirada glacial se detuvo por un momento en mi cara, di gracias a la vida por tener lentes y la computadora de por medio, que no pudiera ver el pequeño rosado que aparecía en mis mejillas por esa mirada que me estaba dando.
Estaba ruborizada.
¿Qué sucedía?
¿Desde cuándo Santiago me intimidaba?
–Eres tan impredecible a veces patito feo. Me impresionas. - dijo de la nada.
Puse mis ojos en blanco.
–Tú EN SERIO. Tienes problemas. Eso que dijiste no viene al caso. - me volví a meter en la laptop y seguí escribiendo.
Santiago y yo terminamos antes de la hora. Así que salimos temprano.
No le quise preguntar por Luke. Sabía que la cosa seguía tensa con él.
En todo el día no me había topado con Luke, ni siquiera sabía en que área estaba. Pero separaba que estuviera bien. Cualquiera estuviera bien si no tuviera de compañero a Santiago.
Santiago y yo no nos despedimos, ni nos dirigimos la palabra al salir de la oficina.
Ya era suficiente con estudiar juntos, vivir casi juntos. Trabajar juntos. En el último mes nos habíamos cruzado en las discotecas, bares, restaurantes. En las carreras de motos, en el boxeo. Su primo y mi mejor amiga eran novios. Estábamos compitiendo por el primer puesto en cuanto a calificaciones de la semana de pruebas.
Tanto para el como para mí, esto era el infierno.
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Aléjate o déjate llevar
Teen FictionLara y Santiago, muy diferentes pero al mismo tiempo tan iguales, con las mismas ganas de comerse al mundo. Lara es una chica fuera de lo común, desde su aspecto hasta su personalidad ruda y fuerte, chocara con Santiago al demostrar de verdad que un...