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Duncan volvió a casa un par de horas más tarde, pero casi de inmediato supo que algo no estaba bien. La primera señal fue el aroma, el aroma a miedo, a furia, a un Alfa que no era él. El olor a omega asustado, su omega.

— ¿Adam?

No hubo respuesta. La casa estaba en sepulcral silencio. ¿Dónde demonios estaba su omega? Llamo de nuevo pero nada. Un par de pasos después sintió algo crujir bajo sus pies, la mesita del recibidor estaba volcada, el espejo de la pared roto y una caja de premios de Rusty regada por el suelo. Señales claras de lucha. Una lucha que Adam no estaba en condiciones de ganar, no solo era delgado y delicado, sin experiencia alguna de lucha o defensa personal, preñado y sin duda sorprendido.

No era nada bueno, no había sangre, pero que lo llevaran con vida le preocupaba mucho más, nada bueno podría venir del secuestro de un omega con 8 meses de embarazo.

Sintió su pecho arder, con preocupación, con ira, la más pura y ardiente que jamás había sentido, desquiciante y salvaje. Pero este no era el momento de dejarse llevar por sus emociones, no si quería una oportunidad de encontrar a Adam.

Fue a la habitación y abrió la caja de seguridad, dentro había dinero y pasaportes de distintos países, un teléfono celular con su cargador y un revólver semiautomático con una buena cantidad de municiones.

Por ahora necesitaba ayuda. Adam había dejado su celular en la mesita de noche, aún conectado a la corriente, así que no podría usarlo para rastrearle. Necesitaría ayuda para averiguar a donde había sido llevado, quizás algo en las cámaras de la Interestatal, quizás en alguna parada, no podía perder más tiempo.

Encendió el celular de la caja fuerte y llamó uno de los pocos números que había ahí guardado, una voz seria respondió del otro lado con un saludo simple.

— Habla Duncan, Hill. Necesito un favor.

— Si alguien me hubiera dicho, que el Black Kaiser saldría de su retiro no lo habría creído.

— No estoy regresando al negocio, como dije, necesito un favor y tú me debes uno.

—Ver para creer, pero soy un hombre de palabra.—Respondió el hombre.— ¿Qué buscas?

— Alguien se llevó a mi omega, lo vas a encontrar y rápido.

—¡Oh, mierda! — Había que ser un cabrón para hacerle daño a un omega, pero llevarse a la pareja del Káiser era suicidio, quien fuera iba a necesitar protección a nivel presidencial.

—Envíame los detalles, te llamaré de vuelta en una hora. —Si bien sonaba algo incrédulo no le cuestionó nada. Que Vizsla hubiera sentado cabeza era impresionante, quién se hubiera llevado a su omega era hombre muerto, y con tal de no deberle más favores el ayudaría a encontrarlo. .

Duncan colgó y se dedicó a buscar pistas, había huellas de otro auto afuera, envió una fotografía, pero nada más, no había cabello, ni sangre, lo que era bueno, significaba que Adam, por ahora estaba intacto.

Mataría de nuevo, esta vez por su familia, incluso para él la familia, su pequeña familia, lo era todo. Esperaba que aquel quien se había atrevido a tocar un sólo cabello de Adam fuera al menos lo suficientemente listo para saber que era hombre muerto. Quién fuera mejor debía dar una buena batalla, Duncan pensaba divertirse. ¿No era esto a lo que se había dedicado por años?

—Lo tengo.

Fue lo único en el mensaje que recibió de Hill. Anexa estaba una dirección que le parecía vagamente familiar. Pero no tenía tiempo de pensar en el motivo, se había cambiado de ropa, negra, gruesa, algunas prendas antibalas. Tenía el revólver en la cintura y había sacado armas mucho más grandes del suelo del garaje, rifles semiautomáticos. Duncan iba más que preparado para desatar una guerra, pensando que no dejaría a nadie vivo, se habían equivocado de Alfa esta vez.. La palabra "Letal" estaba tatuada en cada parte de su cuerpo.

En un pueblo pequeñoWhere stories live. Discover now