¿Casualidad?

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Samantha

Samantha estaba tumbada en el jardín tomando el sol junto a la piscina, esta noche habría una fiesta en su urbanización, en la que conocería al nuevo vecino, llevaba días viendo llegar e irse camiones de mudanzas,muebles de alta gama y decoradores, pero no había visto a los propietarios aún, y como era una cotilla para rato estaba que se moría por saber qué famoso o que millonario se había mudado a su urbanización.

En realidad para Samantha era irrelevante vivir ahí, pero su prometido Alberto, un famoso abogado de millonarios se empeñó muchísimo en vivir en esta urbanización y la famosa cantante rubia acabó cediendo. Alberto llevaba una semana fuera por un viaje de negocios y se supondría que en unas horas llegaría.

Flavio

Era la primera vez que entraba por mi casa, estaba perfecta, era preciosa, esta noche había una fiesta y yo estaba invitado, cosa que agradecía, así podría conocer a gente y no estar solo, aunque me iba a costar encajar con este gente que se cree superior a los demás.

Estaba en mi habitación mirando por la ventana, me dirija hacía el balcón exterior de la habitación, este tenía una gran mesa con sillas y una sombrilla, decorado con flores y luces solares que se iluminarían de noche, decidí sentarme a respirar pero la respiración se me corto en un momento.

En el jardín de enfrente había una rubia espectacular tumbada boca abajo, sin la parte de arriba del bikini, gracias a dios que estaba boca abajo porque me hubiera muerto en ese momento. No se que tiene esa rubia pero no podía parar de mirarla.

Samantha

La espalda me empezaba a quemar así que decidí atarme la parte de arriba y dirigirme a la piscina, la música sonaba fuerte desde dentro de mi casa y yo me bebí lo que quedaba de mi coctel antes de lanzarme a la piscina.

Saque la cabeza y mire al lado mientras apoyaba mi cabeza en los brazos que tenia apoyados en el bordillo de la piscina.

NO.

No podía ser real, me negaba a que fuera real, no podía ser posible.

-¿Flavio?- grite mostrando mi enfado

Flavio

Llevaba al menos media hora observando a cierta rubia, cuando esta se levantó me quede mudo, cuando le vi la cara, cuando vi sus tatuajes, cuando la vi, ahí, inocente, sin reproches, sin enfados, sin nada, llevaba años viéndola por la tele o en redes sociales, después de tantos años la tenia enfrente, pero espera,¿es mi vecina?.

-¿Falvio?- gritó Samantha mirándome con odio.

-¿Samantha?-dije yo alucinando aún.

-¿Que coño haces aquí?-dijo la rubia saliéndose de la piscina quedando de pie en el jardín lo mas cerca posibles mirándome.

-Esta es mi casa,¿y tú?-Vaya pregunta estupida flavio, pensé.

-¿No lo ves? Estoy en mi casa, pero , espera espera, ¿Tú has comprado la casa de al lado? No me lo puedo creer.

-Sam te juro que no sabia que vivías aquí, hace muchísimos años que no nos vemos y no se nada de ti.- dije agachando la mirada

-Ven, te invito a un café- dijo mientras se ponía una camisa playera abierta.

Y ahí estaba yo, frente a la puerta de la chica que más feliz me hizo nunca, a escasos segundos de volver a verla a centímetros de mi, después de años, después de que el dolor de irme sin poderme despedir me impidiera ser feliz, y es que yo intente todo por decirle que me esperar que no quería irme, y que en cuanto tuviese dieciocho años volvería a por ella. Pero eso nunca pasó, porque cada vez que intentaba hablar con ella y la llamaba sus padres me colgaban, y no entiendo por que, su familia y la mía siempre han sido uña y carne. Hasta que un día me prohibieron verla, y como hice caso omiso me arrastraron de allí, es algo que nunca le perdoné a mis padres.

-Hola fla- dijo samantha ofreciéndome la mano de forma amistosa.

Inesperado / Flamantha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora