_Capítulo 11 _ Veneno en Grandes Cntidades_

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¿Por qué el abrazo?
¿Olvidé algún aniversario?
¿Es mi cumpleaños?
Mmm... No. Ninguna de esas.

¿Entonces?

Me dices que estás muy sensible por lo de Venezuela...

¿Te dolió verlo morir?
Lo siento... No creí que te fuera a doler tanto...

Me duele tener que dejarte solo...

Pero es necesario.

¿Te acordás de Perú y de como te agarró de las manos?

Decidí darte un beso en la mejilla, y prometerte que lo único que iba a hacer era a tomar unas cervezas con el Paraguas para despejar la mente.

Lamento mentirte.

Pero es necesario.

No aguantaría 1 semana sin ti.

Pero te juro que es el último.

Perú tiene que pagar por lo que nos hizo.

Te pedí las llaves de tu auto.
Me las diste sin protestar.

Te amo tanto.

Te juro que cuando vuelva nos vamos a revolcar toda la noche.

Sonreíste.

¿Te gusta acostarte conmigo?

Me dijiste que te relaja.

Que soy el único que te hace sentir esas cositas en la panza.

Me encanta escucharte decir cosas lindas sobre mí.

No me hacen sentir un mounstro sin corazón.

También eres el único que me hace sentir eso.

Salí de la casa en dirección a la de Paraguay, solo para pasarlo a buscar, y ambos fuimos a la casa de Perú a ir a hacer el último encargo.

Solo serían unas copas de vino, con el veneno que había usado con Venezuela y listo.

Nos pusimos guantes de goma prácticamente transparentes para que no se notaran.

No habrían más problemas.

Pero la necesidad de torturar a alguien al menos por última vez me ganó.

Fué necesario...
Decidí no usar el veneno todavía.
Prefería guardarlo para cuando terminaran de castigarlo.

Pero mientras lo torturaba en su propia casa una de las cuerdas se soltó y Perú pudo rasguñarme.

Una cachetada, un puñetazo, una apuñalada, y volvió a estar atado.

Puse una leve cantidad de veneno en una cucharada y lo obligé a tomarla.
1, 2, 3 minutos, y no hacía efecto.

Me cansé de esperar.

Tomé el frasco y se lo hize tomar todo. Fué un efecto casi inmediato.

Sonreí.
Amaba ver a la gente así de vulnerable.

Lo bañamos con los mismos guantes como lo hacíamos con todos los muertos para eliminar huellas y procedimos a llevarlo al patio de reuniones esa misma noche, con la fotografía que le habíamos tomado a Chile en el bolsillo.

Si tan solo nadie... Mejor dicho, nada nos hubiera visto...

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Spoiler:

“Habían varias razones para que sus ojos estubieran rojos, una era el llanto, la otra la falta de sueño, y por último, la mascarilla de aire que había estado usando le proporcionaba la cantidad justa de droga que necesitaba para casi no poderse mover”

Gurises AHHH

No saben, no saben lo que se viene




















UWU

«Asesinatos Safas»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora