Capítulo 8

2.7K 245 8
                                    

Lo último que recuerdo antes de caer dormido es haber girado sobre mi costado para no mirar a la chiquilla provocadora que tocaba su cuerpo.

Sé que estoy dormido, reconozco el sueño repetitivo pero el ardor en mi pecho es algo nuevo, incómodo. Abro los ojos al instante y es entonces que veo la pequeña mano.

Justo en el centro de mi pecho, clavando las uñas en la piel como si quisiera dejarme una jodida marca. Mi respiración se agita mientras el pánico se apodera de mí y me estremezco con el escalofrío.

— Mierda.

Salgo inmediatamente de la cama para alejarme de ella y de su toque que me quema. Miro el reloj en la mesita y me sorprende la hora que es, sobre todo porque ni Gail o Jason me ha despertado.

Busco el móvil en el bolsillo de mi pantalón para hacerle una llamada rápida a Andrea porque hace dos horas debí estar en Grey House.

— Andrea. — Le digo apenas contesta. — Me tomará una hora más estar ahí, reprograma todo para las 11 de la mañana.

— Como ordene, señor Grey.

Guardo de nuevo el móvil, Ana aún está dormida aferrada ahora a mi almohada y puedo admirar un momento su rostro. Su piel pálida, sus labios rojos, las tupidas pestañas pero sobre todo, las marcas púrpuras debajo de sus ojos.

— Duermes mucho — Le gruño apartando la almohada — ¿Y aún así tienes ese aspecto?

Suelta un bufido antes de abrir los ojos para mirarme. Lo primero que hace en la mañana es dedicarme una mirada de odio. Bien hecho, Grey.

— También acabas de levantarte — Señala mi pijama de algodón — Y también luces como la mierda.

Ahora estoy enfadado.

— Empiezo a creer que hay algo mal contigo, y lo irónico es que sea yo quien lo diga.

— Entonces no cuenta, ¡Tú eres un maldito loco! Y encima de todo me ignoras.

Se gira para darme la espalda, pero mi atención se posa en su cabello castaño esparcido por la almohada. Mierda, ya tengo dolor de cabeza.

— Pensaba llevarte conmigo al trabajo, pero será mejor que te quedes hasta que se te pase el berrinche.

— ¡No soy una niña! — Ahora si se levanta, furiosa. — ¿Quieres dejarme aquí encerrada? ¡No señor!

— Tienes exactamente 5 minutos para vestirte.

— Estaré lista cuando tú estés listo. — Arquea su pequeña ceja mientras me echa un vistazo, ambos seguimos en pijama a las jodidas 10:15 de la mañana.

— Solo haz lo que te pido.

Me alejo porque con esa jodida actitud de ella no conseguiré nada más que causarme irritación en la boca del estómago. Sin duda Ana tiene una habilidad única para sacarme de mis casillas.

— Y aún así me resulta jodidamente atractiva. — Gruño para mí mismo cuando anudo la corbata.

Salgo de la habitación sin detenerme a mirarla, pero sé que viene detrás de mí por el sonido de sus pasos contra el piso. Me detengo en la sala para tomar el maletín que Gail me ofrece y Ana bufa antes de tomar las vitaminas prenatales y la mierda verde que se supone es algún batido.

— Eww... — Se queja. — Esto me causa más náuseas.

La ignoro porque no voy a premiar si jodida actitud de niña y porque estoy seguro que Andrea tendrá mi desayuno listo en mi escritorio. De las pocas mujeres que me rodean, solo ella es confiable.

— ¿Qué se supone que haga mientras estás trabajando? — Pregunta cuando sube al auto.

— Sentarte donde pueda verte y cerrar la boca hasta que yo lo indique.

— Qué aburrido... ¿Podría ayudar a tu secretaria?

— Dudo mucho que puedas hacer algo de lo que hace ella.

— ¿Por qué? ¿También se acuesta contigo? — Suelta sin mirarme y escucho a Taylor aclararse la garganta.

— ¿Crees que duermo con todas las mujeres que conozco? Pues no, sobre todo no duermo con mis empleadas.

¿Por qué mierdas tiene esa actitud? ¿Ahora está celosa? ¿Cree que no tengo sexo con ella porque cojo con alguien más?

— Consígueme el jodido tutor, ahora.

Le ordeno a Taylor cuando bajamos del auto en frente a Grey House porque la idea de tenerla mirándome todo el jodido día me crispa los nervios. Y si además va a tocarse los senos como anoche no voy a resistir mucho.

Como lo esperaba, Andrea pone una taza de café sin crema ni azúcar junto a la bandeja de mi desayuno antes de enlistar las actividades del día.

— ¿Le hace falta algo más, señorita Steele? — Andrea le sonríe.

La bandeja de comida para Ana incluye una ensalada de pavo, un jugo de naranja y tostadas francesas.

— ¿Puedes darme café? Eso sin duda te haría mi persona favorita.

Mi secretaria la mira con expresión confundida, voltea para mirarme en busca de aprobación pero niego con la cabeza.

— Tengo que hablarte de algo importante. — Digo para cambiar de tema. — He estado pensando en que deberías terminar la universidad.

— ¿Por qué?

—Mencionaste que te faltó solo un bimestre, así que creo que terminar esas materias te mantendría ocupada.

— No es una mala idea. — Sonríe y eso me confunde. — Será divertido volver a ser una universitaria aunque sea por poco tiempo.

— No te confundas. No irás a tomar clases al campus. Tendrás un tutor que te prepare para presentar los exámenes necesarios para acreditar tu currícula escolar.

— ¡¿Por qué?! — Chilla.

— Te lo dije, mientras lleves a mi hijo en tu vientre estarás bajo mi supervisión. Todo. El. Jodido. Tiempo. ¿Está claro?

— Vas a matarme de aburrimiento. — Se deja caer sobre la silla de nuevo. — Pensándolo bien, tal vez ese es tu plan, ¿No? ¿Deshacerte de mi?

— No.

— Jesús... ¿En qué estaba pensando cuando decidí volver porque te necesitaba conmigo? — Suspira.

— ¿Me necesitas? — Por alguna jodida razón, sus palabras hacen aparecer una sonrisa arrogante en mi rostro.

— Agh, olvida lo que dije. Me trataba mejor cuando era tu prisionera.

Toma un trozo de pan de sus tostadas y lo lanza hacia mi escritorio, dentro de mi plato con omelette de pimientos y queso.

— No juegues con la maldita comida. — Digo bajito, pero estoy furioso. — Voy a enseñarte una jodida lección.

Me levanto de mi silla para ir hacia ella, la sujeto del antebrazo para que se levante y me siga hacia la sala de mi oficina. Apenas me siento, la lanzo sobre mis piernas dispuesto a azotar su insolente trasero.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora