Capítulo 10

2.7K 252 8
                                    

— ¿Ana? — toco su brazo y la muevo para que despierte — ¡Ana!

Ella abre los ojos al instante, y luego lo entiendo. No estaba dormida, ella estaba agitada a mi lado y eso fue lo que me despertó.

— Necesito salir de aquí... Necesito...

Se levanta de la cama con las manos sobre su pecho, va y viene sin saber qué hacer, sus ojos azules muy abiertos y puedo ver el terror en su expresión.

— ¿Qué pasa? — Insisto.

— Necesito aire... Si, aire fresco... Vuelve a dormir, Christian.

Me hace una seña con la mano para restarle importancia, camina hasta el baño en la habitación y se encierra ahí. No puedo evitarlo, me levanto detrás de ella y golpeo la puerta.

— ¡Ana! ¿Qué mierdas te pasa? Habla conmigo.

— ¡Ve a dormir!

— No.

— Mierda. — La escucho gruñir bajito.

La puerta se abre de nuevo y sale disparada hacia la puerta de la habitación, la desesperación en su voz me obliga a ir tras ella.

— ¡Ana!

Baja la escalera tan rápido que apenas me doy cuenta que ambos vamos descalzos sobre la loza fría.

— Vas a enfermarte, pequeña necia, ¿A dónde mierdas vas?

Tiro de su brazo cuando la alcanzo, tan fuerte que choca con mi pecho y aprovecho el momento para detenerla entre mis brazos para que deje de huir.

— Detente.

— ¡No! ¡Déjame ir! — Forcejea en su intento de liberarse. — Por favor, Christian...

— No.

Cubre su rostro con las manos cuando comienza a sollozar más fuerte y finalmente la siento relajarse entre mis brazos. ¿La otra vez también era ella? ¿Le pasa esto todas las noches?

— ¿Ana? ¿Hace cuanto tiempo...?

— Solo abrázame, deja que pase.

Permanecemos de esa forma durante largos minutos, no puedo mirarla, solo escucho su respiración volver a su ritmo normal.

— Volvamos a la cama. — Ordeno.

No la dejo liberarse de mi agarre porque podría volver a huir, así que la llevo hasta la habitación sosteniéndola por la cintura mientras esconde el rostro en mi pecho.

— ¿Estás bien? — Se acomoda en su lado. — ¿Necesitas un vaso de agua?

— No. Pero ven aquí. — Palmea el lado libre junto a ella. — ¿Podrías abrazarme de nuevo?

Quiero gruñir y decir que no, porque no la quiero poniendo sus manos sobre mi pecho, pero me mira con sus ojos llorosos y desisto de seguir discutiendo. Yo también necesito dormir.

Tan pronto como mi espalda toca el colchón, Ana se acerca y apoya el brazo sobre mi cintura. Y como no quiero más jodidas pesadillas, sujeto su mano con fuerza para que no la mueva de ahí.

Cuando abro los ojos de nuevo, la luz del sol atraviesa la cortina con tanta intensidad que estoy seguro que de nuevo voy tarde a la oficina. Miro a la chica entre mis brazos que duerme en la misma posición en la que la dejé.

— Ana, es hora de levantarse, tienes que desayunar y tomar las vitaminas.

— No. — Chilla sin abrir los ojos. — 5 minutos más...

— Tengo que ir al trabajo.

Considero dejarla dormir un poco más y luego puede descansar el resto de la mañana mientras estoy fuera, pero tan pronto como me levanto de la cama, ella me sigue.

— Deberías quedarte. — Digo cuando su reflejo aparece detrás de mí es el espejo del baño.

— Quiero ir contigo.

Se pasa las manos por los brazos como si tratara de reconfortarse a si misma, sus ojos azules lucen tristes y las ojeras púrpuras más marcadas.

— ¿Hace cuanto no duermes bien?

— No lo sé... Tal vez desde la última vez que estuve aquí.

— ¿Casi tres meses? ¿Por qué?

— No quiero hablar de eso, ¿Está bien? Te espero abajo.

Camina por la habitación tomando ropa y se viste lo más rápido que puede para evitar mi interrogatorio. Minutos después bajo la escalera y puedo verla sentada en la silla de la barra bebiéndose el batido verde de cada mañana.

— Desayunaremos en Grey House, andando.

De nuevo tengo que pedirle a Andrea que reprograme mis actividades y pida el desayuno al restaurant del Fairmont para Ana y para mí.

Luego de eso debería concentrarme en el trabajo, pero no puedo. Observo a la chiquilla morderse las uñas un par de veces antes de que se enderece sobre el sillón de dos plazas.

— ¿Cuánto tiempo más vas a vigilarme? — Se queja. — Eres bastante molesto.

— Dije que te mantendría donde pudiera verte y es exactamente lo que hago. Además tienes unos jodidos cambios de humor que estoy seguro que requieren medicación.

— ¡Me embarazaste, idiota! — Cruza los brazos sobre su pecho. — Si alguien es culpable de mis cambios de humor, eres tú.

— No intentes cambiar el tema, ¿Cómo puedes estar tan tranquila después de todo el jodido alboroto de anoche?

— No quiero hablar de eso.

Se recuesta de nuevo en el sofá y me ignora dándose la vuelta para que no pueda verla. Cuando sus hombros suben y bajan con movimientos suaves, comprendo que se quedó dormida.

Ahora estoy intrigado porque pareciera que estoy lidiando con dos Anas diferentes. La altanera que pelea todo el puto día conmigo y la necesitada que me ruega que la abrace por las noches.

— Y el jodido loco soy yo. — Gruño volviendo la vista a mis documentos.

Igual que ayer, ella vuelve a Broadview con Prescott a la hora de la comida y yo me quedo hasta tarde con Taylor. Tengo que comprobar que mis sospechas son ciertas y necesita ayuda inmediata.

Después de la ducha, me recuesto en la cama junto a ella y cierro los ojos para fingir que duermo, aunque estoy seguro que no lo haré por la jodida bebida energetizante que tomé.

Cerca de 20 minutos después, ella comienza a removerse junto a mí. Balbucea algo que no alcanzo a comprender y presiona las manos sobre su pecho con fuerza. Sus ojos también se presionan justo como lo hizo ayer y pensaría que duerme, pero su respiración se agita cada vez más.

— No, no... — Susurra y se sienta en la cama. — No pienses en eso, sácalo de tu mente.

Intenta respirar lento, pero incluso yo puedo sentir la ansiedad brotando de sus poros. Observo su silueta en la oscuridad cuando de pronto se gira hacia mi y recuesta la cabeza sobre mi pecho.

— Abrázame, Christian... — Susurra muy bajito. — Te necesito.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora