Sábado, 19 de marzo de 2030, Madrid.
El sueño la abandonó sorprendentemente temprano para ser sábado y haberse dormido más tarde de las tres de la madrugada.
Miró el reloj del teléfono: las siete y cuarenta y uno. Lo bloqueó de nuevo y se giró, sintiendo el tacto de sus sábanas de algodón contra su cuerpo desnudo y no tardó en encontrar a su lado el cuerpo que le mantenía la cama caliente, respirando con calma a su lado, mecido aún por los brazos de Morfeo. Se acercó a él, y pegó su pecho a su espalda, pasando un brazo por su cintura, también desnuda, e introduciendo su nariz en su pelo oscuro, alborotado de dar vueltas entre las sábanas durante gran parte de la noche.
No pudo volver a conciliar el sueño, quizás porque ahora que las endorfinas habían vuelto a sus niveles habituales la culpa pesaba demasiado, y en su cabeza resonaban aún las palabras que Flavio le había dicho días atrás, metiendo el dedo en la llaga, dándole en bandeja algo que ella misma ya había pensado en varias ocasiones y a lo que siempre había evitado enfrentarse.
Se abrazó un poco más a Jaume y respiró el aroma del perfume de su piel, acariciando su pecho con cariño y delicadeza, con cuidado de no despertarlo.
Flavio tenía razón: la relación no podía acabar si no dejaban de verse. Si habían decidido ponerle un punto final a su relación amorosa, no podían seguir haciendo lo que estaban haciendo. No podían quedar para comer cada dos por tres, ni hacer planes para cenar juntos cuando la guardia les pillaba baja, ni escribirse cada dos días por WhatsApp porque la casa se les caía encima, ni mucho menos volver a amanecer juntos después de haber pasado media noche haciendo el amor como animales. El murciano tenía razón: si seguían así, Jaume esperaría que las circunstancias cambiaran, y no iban a hacerlo. Samantha lo tenía muy claro, y él también, por eso habían roto, pero costaba mucho dejar de tener todo aquello que te da una persona porque no sabes dártelo a ti misma, y Sam reconocía para sus adentros que su postura estaba siendo egoísta y cobarde, pero no estaba preparada para decirle adiós a Jaume todavía.
- ¿Qué hora es?
La voz de Jaume le llegó en duermevela, pastosa y poco definida. Se dio la vuelta con lentitud, colocando las sábanas sobre su cuerpo y atrayendo el de Samantha hacia él, sin abrir los ojos.
- Las ocho casi – le besó y miró por el balcón. – ¿A qué hora entras?
- A las once...
- ¿Te quedas a desayunar?
Jaume no contestó, pasó una de sus piernas por encima de las de ella y la abrazó todavía más. Aquello era respuesta suficiente.
Le miró, abrazado contra ella parecía un niño pequeño, con el pelo revuelto y las largas pestañas negras sobre su piel dorada. Le revolvió ese pelo. Besó su frente y sintió que las manos de él cobraban vida. Unos instantes después, se estaban besando de nuevo, sin importar el aliento mañanero, con energías renovadas. El mejor despertar.
Había conocido a Jaume en una de las peores etapas de su vida. Acababa de sacar su segundo CD, vivía sola en Madrid y hacía justo un año que Flavio se había marchado a Miami. Era un momento agridulce, porque el CD estaba funcionando muy bien, pero seguía sintiendo el vacío que deja la marcha de un gran amigo. En esa vorágine de promo, noches en vela componiendo a destajo para sacarse de dentro todo lo que le sobraba, y fiestas por doquier para celebrar los números que iba haciendo cada single, su cuerpo dijo basta. No fue algo dramático, más bien fue hasta cómico. Gracias a Dios, cuando pasó, Eva estaba en casa, y fue ella la que escuchó el golpe que el cuerpo de Sam dio contra la ducha al caerse desmayada una tarde de abril.
Se le salió la bola del hombro derecho, se fracturó la nariz y dos falanges de la mano derecha. Cuando Eva entró al baño, la encontró tirada en el suelo gritando de dolor mirándose el hombro pensando que lo perdía y sangre por doquier.
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UN POCO DE FEBRERO... y todo septiembre.
FanfictionHan pasado diez años desde que finalizó la edición más surrealista de Operación Triunfo y la vida no ha sido igual de dulce para unos que para otros. Diez años después del boom que supuso su paso por el programa, Samantha se reencuentra con un Flavi...