His Last Smile *KookMin*

26.- Por nosotros

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JungKook

"Estamos en el hospital"

Su letra inclinada y poco uniforme me indicó que había escrito con rapidez.

Pido un taxi afuera de la casa y le ruego al conductor que vaya lo más rápido posible, las luces brillantes de la ciudad no hacen más que intranquilizar a mi corazón, el tráfico nocturno empeora el asunto e imagino lo peor. La sangre, el vómito... No, no, tiene que estar bien, estará bien y estará conmigo. Repito una y otra vez las veces necesarias para que mi mente se convenza de que Jimin arribó justo a tiempo al hospital y que mi único y mejor amigo, lo auxilió tan bien pudo.

Desciendo del vehículo, apenas mis piernas responden, mis manos hormiguean y no dejo de percibir el latido de mi corazón fuerte y constante, en mis oídos. Empujo las puertas de oncología luego de haberme registrado en recepción, apenas pongo un pie en la sala de espera, HoSeok me recibe, rodeándome con sus brazos.

-¿Dónde está?- pregunto, desesperado.

-Hey, hombre- palmea mi espalda- Tranquilo-

-Dime dónde está- exijo, elevando ligeramente el sonido de mi voz.

-Su doctor lo estabilizó, descansa, faltan 45 minutos para que despierte- contesta, separándose unos centímetros- Ven- me indica rumbo al asiento donde se encontraba- Ten- acepto el envase blanco con café y me quedo a su lado, en la banquita metálica.

Un suspiro y de nuevo las insistentes palpitaciones perforan mi pecho, muerdo mi labio inferior mirando hacia las puertas blancas, observo a varios médicos ir y venir pero ninguno es Aaron y eso me está matando. Nunca había sentido tanto frío, nunca el murmullo del hospital me había parecido tan lejano, nunca había visto a mi mundo detenerse tan abruptamente ni en aquella ocasión cuando me dijeron que mis padres habían fallecido.

-¿Hobi?- trago saliva con dificultad.

-¿Si, hermano?-

-¿Puedo confesarte algo?- digo apenado, me duele el simple hecho de decirlo en voz alta pero sé que si no lo hago, me consumirá paulatinamente.

-Por supuesto- responde de inmediato, me rodea con su brazo izquierdo, dándome soporte.

Miro mis dedos, nervioso, siendo testigo de mis ojos cristalizándose por las emociones atemorizantes- Mi peor miedo es que un día entre por esas puertas y me digan que Jimin se ha...- mi garganta se cierra con solo pensarlo, carraspeo, intentando alejar la sensación asfixiante- Que Jimin se ha ido. Que está muerto, que no tuve tiempo para despedirme. Que no tuve el tiempo necesario para decirle que todo iba a estar bien, que lo abrazaría hasta el final, que escucharía el latido de su corazón junto al mío... Que un día entre por esas puertas blancas y me digan que el amor de mi vida se ha muerto. Joder, Hobi, perdí a mis padres, no sé qué haría si lo pierdo a él. Lo amo como no tienes idea, amo el calor tan suave que irradia por las noches, amo sus mejillas, su piel, sus hermosos ojos, su sinceridad, su inocencia, amo sus hematomas, sus petequias, incluso amo a esta jodida enfermedad que tiene porque sin ella estoy casi seguro que nunca nos habríamos topado, pero de la misma forma que amo a su cáncer también lo aborrezco porque es solo el quien es capaz de arrebatármelo, de llevárselo sin siquiera pensarlo, sin anticiparlo, es tan cruel, despiadado y atroz que no se da cuenta del increíble daño que le hace a la cosita más bonita que he visto- sorbo por mi nariz, incapaz de retener el llanto. Oh, dios mío. No sé qué haré si pierdo a Jimin.

-Sácalo JK, déjalo ir- dice bajito, sin dejar de abrazarme.

-No me había dado cuenta de cuanto me afectaba esto, de que tan ciego estaba, no me percataba de cuanto lo estaba ignorando, solo me aferraba a que el tratamiento hacía su parte, que todas las alternativas de su médico eran confiables. Mi cuerpo descansó un momento cuando le pedí a Campbell que tomara una muestra de sangre para explorar la posibilidad de que era el candidato perfecto para el trasplante de Minnie. No es justo, Hobi, no lo es-