Kara
Apreté los dientes. Era tarde, hacía mucho que había pasado la hora de la cena del martes por la noche. Y todavía estábamos en la maldita sala de conferencias. Mañana era la fecha de la audiencia, y todavía no teníamos todo arreglado. La semana pasada había sido como una carrera para llegar a este punto, y todavía teníamos cosas que consolidar. Teníamos que conocer este caso por dentro y por fuera para hacerlo lo mejor posible en la audiencia, lo que significaba memorizar argumentos y asegurarnos de que entendiéramos cómo encajaban las pruebas en la línea de tiempo bajo la cual todo esto ocurrió.
Lena y yo discutíamos sobre algunas cosas mientras picoteábamos la comida para llevar fría que había sobrado de nuestro jodido almuerzo.
—Oye, escucha esto y dime lo que piensas —dijo.
—Soy toda oídos —dije, terminando mi té helado.
Mientras repasaba la secuencia de eventos que condujeron al arresto de nuestro cliente, fusionó todo junto con los argumentos que haríamos, cambios que descubrimos que podrían funcionar. Y mientras me sentaba allí, asintiendo, descubrí lo persuasiva e inteligente que era, lo jodidamente sexy que era, recostándose en su silla y leyendo todas esas palabras extravagantes. Demonios, esta última semana había sido una tortura para mí, tratando de mantener las cosas profesionales entre nosotras. Lena era una persona explosiva y pasional, y quería saber si esa pasión se traducía en otras áreas de su vida.
Mientras seguía hablando, me distraje con algunas cosas. En cómo era ella. Cómo olía. Cómo funcionaba su mente. Apreté la silla con los nudillos blancos mientras mis ojos se deslizaban por sus brillantes piernas, desapareciendo bajo su falda lápiz. Se había quitado los tacones y yo quería masajearle los pies. Tenía la blusa por fuera de la falda, y quería desabrocharla con la punta de mis dedos, deslizarla por sus hombros y atraerla hacia mí, besándola con fuerza en esos labios rosados.
—¿Puedes leerme tu sección? —preguntó Lena.
—¿Qué? —pregunté.
—La sección sobre esta jodida prueba que estamos refutando. Lee tu sección de nuevo.
—¿La de la foto?
—Sí. Esa.
Recogí mis papeles y me aclaré la garganta.
—Esta imagen, con solo un sesenta por ciento de coincidencia facial con nuestro cliente, fue conseguida posiblemente de forma ilícita a cambio de información confidencial sobre nuestro cliente. De alguna manera, un tercero...
—No, eso está mal —dijo.
—¿Qué?
—Esa es la última serie de notas. ¿Recuerdas? Descubrimos que la imagen fue confiscada debido a algunos errores que se cometieron en la cadena de evidencias. No por un intercambio de información de terceros que se ocupa del caso.
—Mierda.
—Déjame ayudarte a encontrar las notas nuevas.
Se levantó de su asiento y vino detrás de mí. Se inclinó sobre mí mientras revisábamos mis papeles, tratando de encontrar las nuevas notas que acabábamos de tomar esa maldita tarde. Y cuando la miré, tuve unas vistas claras de su maldita blusa, del grosor de sus senos que estaban llamado a gritos a mis dientes. Respiré en silencio, oliendo su perfume casi desvanecido y el olor de su piel.
—Aquí están. Mira —dijo Lena.
Ella movió su brazo, señalando el papel y rozándolo contra su pecho. Se agitaron para mi placer visual cuando su dedo tocó el papel, y sentí su brazo presionarse con fuerza contra mí mientras intentaba meterse en mi espacio.
Y cuando se giró para mirarme, mis ojos se encontraron con los de ella, nuestros labios separados apenas por unos centímetros.
No podía soportarlo más.
Eché de golpe mi silla hacia atrás, levantándome y envolviéndola con mis brazos. La giré y la presioné contra la mesa, chocando mis labios contra los de ella. Los papeles salieron volando por todas partes. Mi lengua presionó entre sus labios. Y mientras empujaba hacia arriba el dobladillo de su blusa, sentí sus manos caer sobre mi pantalón.
Ella jadeó contra mí, presionó su pecho contra el mío. Saco el botón de mis pantalones cuando subí su blusa por encima de su estómago. La besé con intensidad. Le chupé el labio inferior mientras ella soltaba gemidos guturales.
Patiné con las yemas de mis dedos a lo largo de los parches de piel desnuda que su atuendo ofrecía antes de deslizar mi mano debajo. Ahuequé sus senos vestidos y los masajeé mientras sus dedos trabajaban rápidamente con el botón de mis pantalones. Cuando bajó mi cremallera, mis pantalones cayeron hasta mis tobillos, su cuerpo presionándose contra mí.
Se sentó en el borde de la mesa y empujó mi bóxer hacia abajo, liberando mi miembro erguido.
—Lena —gruñí.
—Kara. Ahora —dijo sin aliento.
Su mano acarició mi miembro. Salté en cuanto me tocó. Agarré su trasero y la aparté de la mesa, luego me deje caer en la silla. La traje conmigo mientras nuestros labios se unían de nuevo, besos descuidados que hicieron que mis labios se hincharan contra los de ella. Presionó las rodillas contra la silla y se metió en mi regazo mientras mis manos subían suavemente su falda por sus gruesas piernas.
Bebí de su suavidad mientras ella acariciaba mi miembro, sentir su humedad me calentó mientras le apartaba las bragas.
Y antes de darme cuenta, sentí mi punta atravesar su húmeda entrada.
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The Way You Make Me Feel // Supercorp AU
RomansaSiempre consigo lo que quiero. Toda mi vida ha sido así. Hasta que llegó ella. Es un metro setenta de pura belleza, toda faldas y blusas ajustadas; y me odia. Es terca, lista e impredecible. Y me encanta. Algo me dice que a ella también. Pero es...