Capítulo 17: Terapia de Pareja

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— Déjame ver si entendí, ¿Okey?

Levanto una mano para pedirles que guarden silencio mientras reviso las anotaciones en mi libreta. Jesús, espero haber anotado todo correctamente.

— Le pagaste a Ana por un fin de semana de sexo, después intentaste negociar un periodo más largo y ella se negó, así que la retuviste contra su voluntad...

— Secuestro. — Interrumpe Ana.

— Claro, entonces de alguna forma retomaron la parte del sexo hasta que una ex sumisa apareció en la casa y disparó a Ana. — Ella asiente, así que continúo. — Después de eso dejaron de verse porque dejaste Seattle, te diste cuenta que estabas embarazada y volviste para que Christian se haga cargo del bebé... ¿Y lo que les preocupa a ambos son tus problemas para dormir?

Acuso, sin poder evitar el tono irónico en mi voz. Se miran el uno al otro, como si midieran sus reacciones y tuvieran miedo de hablar demasiado. Sin duda ocultando algo más.

— Te lo dije. — Gruñe Ana. — Solo debimos conseguir algunas pastillas y ya.

— Dije que no. — Responde mirándola con el ceño fruncido. — No puedes tomar medicamento controlado en tu estado, ¿No lo entiendes?

Analizo la postura de ambos mientras hablan, Christian en posición de alerta con los codos apoyados en las rodillas. Ana, por su parte, se encuentra inclinada ligeramente hacia él y lo mira con demasiada atención.

— Claro que lo entiendo. — Pone los ojos en blanco. — Solo quiero descansar un poco antes de que me ponga de mal humor.

La mirada irritada del señor Grey me resulta tan fascinante y divertida que tengo que bajar la vista a las anotaciones para esconder mi sonrisa. Algo inmediatamente llama mi atención.

— ¿Cómo supiste que Ana tiene ataques de pánico? — Pregunto a Christian.

— No quiere dormir y cuando lo hace se despierta agitada, pálida y con intenciones de salir corriendo.

— ¿Duermen en la misma cama? — Digo un poco más directivo.

— Si.

— Hmm.

Interesante.

— ¿Mantienen relaciones sexuales?

— Si — Contesta de nuevo Christian.

— Hmm — Hago el sonido de nuevo mientras garabateo la hoja.

— ¿Qué jodido problema hay con eso?

— Ninguno — Sonrío divertido — Me resulta muy interesante que por fin decidieras sentar cabeza, Christian.

Mantengo la sonrisa en mi rostro listo para su réplica, seguro de que intentará negarlo todo como siempre lo hace. Me encanta el reto que supone una persona que se niega a reconocer sus sentimientos.

— No hice tal cosa — Aquí viene — Ana está en mi casa hasta que podamos decidir sobre la custodia del niño, es temporal.

Si, claro. La forma tan amenazante en la que me mira me indica que es un tema delicado que no está dispuesto a ventilar. Qué lástima.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora