Capítulo 35

2.3K 226 8
                                    

— ¿Quieres bailar?

— No — Doy otro sorbo a mi whisky, mirando alrededor.

— ¿Entonces puedo bailar con alguien más?

— No.

Regreso mi vista a sus ojos azules brillantes que contrastan perfecto con ese vestido. Mierda, ¿No pudo usar un vestido con cuello alto?

— Bien, bailaré contigo — Ella sonríe — Solo porque no quiero que te alejes de mi, ¿Entendido? Incluso si tienes que ir al tocador, voy contigo.

— Como tú quieras.

Se levanta de la silla y extiende su mano hacia mi para que la siga hasta el centro del salón donde la orquesta toca una canción de Sinatra.

— ¿Y cómo funcionan estos eventos? ¿Dejan un sobre en la mesa y dejas un montón de billetes para ellos? — Pregunta mientras sus dedos acarician el cabello de mi nuca.

— No, nena. Normalmente envías un cheque después de que recibes la invitación o cuando confirmas tu asistencia.

— ¿Y enviaste un cheque? — Sus cejas se elevan por la sorpresa — ¿Cuánto dinero estamos donando a la causa?

— Un poco — Encojo los hombros en un gesto despreocupado — Apenas 100 mil dólares.

— ¿100 mil dólares? — Chilla — Es una gran suma, Christian.

Su expresión sorprendida me hace sonreír porque ella de verdad está impresionada, cuando para mí eso es nada. Me acerco más para susurrar junto a su oreja.

— No es tanto como un fin de semana de sexo. Créeme, he pagado 500 mil a una mujer para que acceda a tener sexo conmigo.

Ana sonríe por la referencia.

— Ella debió valer cada centavo.

— Lo valió, lo juro.

Sus brazos dejan mi cuello y se aferran a mi cintura para que no me aparte mientras seguimos bailando lentamente. Imito su movimiento cruzando mis manos detrás de su espalda.

— Eres muy cursi cuando te lo propones.

— Nena, no soy cursi. Soy honesto, que es diferente. No soy ningún maldito príncipe azul.

— Hey, nadie dijo que lo fueras — La escucho suspirar — Eres más como un caballero negro y gruñón.

Seguimos moviéndonos juntos a pesar de que la música cambió por algo más rítmico, pero no me importa. Ni siquiera cuando somos el centro de las miradas.

— ¿Señor Grey? — Alguien golpea mi hombro — ¿Puedo hablar con usted un momento?

Ana y yo miramos a la rubia en el ajustado vestido verde que nos mira con insistencia.

— Consigue tu propio hombre, rubia — Le gruñe Ana sin dejarme ir.

— Solo quiero una entrevista, ¿Señor Grey? Soy Katherine Kavanagh y usted ha estado negándome una entrevista desde hace años.

— Y así seguirá por varios años más, señorita. Ahora, si nos disculpa... — Intento ir más al centro de la pista para evitar a la odiosa rubia.

— ¡Señor Grey! No puede hacer esto, es muy grosero de su parte — Se coloca de nuevo a nuestro lado — ¡Ethan! ¡Ven aquí!

Ella llama a un rubio desgarbado con traje negro que solo puede ser el otro hijo de Eamon. Genial, su descendencia es un jodido dolor en el culo.

— ¿Me llamaste? — Pregunta el chico mirándonos.

— Si, lleva a bailar a la señora, así tengo unas palabras con el señor Grey.

— ¡No me toques! — Chilla Ana aferrándose a mis brazos — ¡Ustedes dos, aléjense de mi!

El chico Kavanagh levanta las manos en señal de paz y vuelve a perderse entre la multitud dejando a su odiosa hermana con nosotros.

— No es el momento, señorita Kavanagh. El lunes puede llamar a mi oficina.

— ¿Para que se niegue? ¡No! Quiero tomar mi oportunidad ahora — Cruza los brazos sobre su pecho — ¿Por favor?

Ana gira en mis brazos para mirarla.

— Eres una chica muy insistente, ¿Que es lo que quieres preguntar? — Los ojos de Katherine van de ella a mi y viceversa.

— Lo usual, sobre sus empresas, ganancias, experiencias familiares...

— No. Pero esto es lo que vamos a hacer. Vas a mandar por email un listado con 10 preguntas para el señor Grey, todas ellas acerca de su éxito profesional. No va a responder preguntas personales y se reserva el derecho a responder a alguna pregunta que considere ofensiva.

¿Qué? Yo jamás dije que contestaría ninguna jodida pregunta para Katherine Kavanagh, no lo hice durante años, ¿Por qué habría de hacerlo ahora?

— Pero... — La rubia abre y cierra la boca luciendo confundida.

— ¿Lo tomas o lo dejas?

— Acepto.

Katherine extiende la mano hacia Ana y ella la estrecha en acuerdo, asiente ligeramente con la cabeza y se aleja para ir a la mesa donde se ubican sus padres. La chiquilla estafadora solo gira de nuevo para mirarme.

— Es una perra — Hace una mueca — Pero me agrada, podríamos ser amigas.

— Dios, espero que no. Es suficiente lidiar contigo — Ana golpea juguetonamente mi brazo.

— Me quieres, aunque te parezca molesta todo el tiempo.

No lo afirmo pero tampoco lo niego porque nuestra relación es poco convencional, pero de alguna forma funciona para ambos. La canción termina y esta vez es Ana quien me pide volver a nuestra mesa.

— Estoy un poco cansada, no debí usar zapatos altos.

Levanta un poco el vestido para mostrarme las sandalias de tacón mediano y sus pies hinchados.

— ¿Duele? — Presiono su tobillo con mi dedo.

— Un poco. Desearía poder quitarlos un rato.

— Hazlo — Asiento y miro discretamente nuestro alrededor — ¿O prefieres que nos vayamos?

— Podemos irnos después de cenar — Encoge los hombros — Tanto baile me abrió el apetito.

Me inclino para tirar de sus piernas hasta mi regazo, confiando que el mantel largo cubrirá su posición el tiempo suficiente. Por fortuna, los meseros aparecen con bandejas sirviendo la cena a tres tiempos.

Encargo otra copa de agua para Ana y una copa de vino para mi mientras tomamos los alimentos, las otras personas en nuestra mesa tienen la amabilidad de ignorarnos.

Cuando Ana termina su soufflé de nuez y el mío, se pone de pie para hacerme saber que está lista.

— ¿Tenemos que despedirnos?

— No. Estoy seguro que los Kavanagh estarán ocupados con otra cosa, ¿Puedes caminar?

— Si, solo estoy cansada.

Mierda. No hay forma de hacer esto sin que ella lo malinterprete.

— Sostente de mí — Me inclino para sujetar sus piernas y levantarla en mis brazos.

— ¡Christian! — Ana chilla y se aferra a mi cuello.

— No exageres sobre esto, solo te llevo al auto.

Intento parecer disgustado pero sé que me ignora por la gran sonrisa en su rostro.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora