Epílogo Extra ❤️ (3)

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— No quiero este proyecto. — Me las arreglo para pasar la hoja del informe que Cohen preparó para mí. — Si no es ecológico y autosustentable, no me interesa.

— Pero señor, el armamento con inteligencia artificial es un paso más cerca del futuro y útil para salvar vidas.

— ¿Sabes qué salva más vidas? No ir a la jodida guerra, punto. No vamos a fabricar armas.

— ¡Seremos como Iron Man!

Jodido Jefferson Cohen.

Si no sostuviera a mi pequeña hija en mis brazos, lo sacaría a patadas de mi maldita oficina con sus jodidas ideas de superhéroes.

— Vete.

— ¿Señor Grey?

— ¡Largo!

Cohen recoge las carpetas de mi escritorio y se apresura a la salida, chocando su hombro con Ana cuando ella entra con su pequeña ceja arqueada.

— ¿Otra vez?

— ¡Es un imbécil! Voy a despedirlo.

Ella pone los ojos en blanco.

— Lo despediste hace tres semanas y volviste a contratarlo días después, ¿No crees que esto se está saliendo de tu control?

— No.

— Bien, como quieras. Dame a Phoebe para que la lleve a casa.

— No quiero.

— Christian... — Gruñe. — No es un juguete.

— Lo sé, pero es mi hija. He estado con ella cada momento desde que la vi salir de tu cuerpo.

— ¡Hace dos meses!

— ¿Y qué? Es Mía para cuidarla.

Mi esposa exhala con fastidio y apoya las manos sobre su cadera que se hizo más prominente debido al embarazo anterior. No es que vaya a mencionarlo en voz alta.

— Entonces vamos, es hora de recoger a Teddy en el colegio y supongo que vas con nosotros a casa.

— Si.

Me levanto de mi silla y estiro la mano para guardar el móvil en el bolsillo. Observo mi MacPro en el escritorio con el maletín a un lado pero no hay forma de guardarlo sin soltar a mi bebé.

Y Ana piensa lo mismo porque suelta una risita.

— No la necesito. — Encojo los hombros. — Compraré otra para mi estudio.

Ni siquiera me preocupo por tomar el saco azul que dejé sobre el sofá hasta que veo a Ana guardar la laptop y traer el saco con ella al ascensor.

— Estás siendo muy exagerado.

Nuestra suv tiene ahora dos asientos infantiles instalados, el de Ted que ya tiene 6 años y el de Phoebe. Taylor y Prescott viajan en el Audi detrás de nosotros.

Aseguro a mi niña en su portabebé y conduzco hasta la escuela de Ted preguntándome cómo es que mi perfecta vida organizada cambió. No solo tengo una esposa, también tengo dos hijos pequeños que me necesitan.

— Odio cuando tienes la mirada de loco. — Se queja, haciéndome sonreír.

— Solo estoy recordando cómo me sacabas de quicio con tu jodida actitud rebelde.

— ¿Quieres decir que ya no lo hago? — Mis ojos se ponen en blanco por costumbre.

— Aún lo haces, chiquilla necia.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora