Sam.
Eran las nueve de la noche, la luna brillaba con intensidad y los pájaros ya estaban ocultos entre los árboles.
El parque estaba lleno de niños jugando y personas comiendo en puestos de comida rápida. Sonaba música viniendo de los diversos puestos, diferentes estilos, pero cada uno de ellos igual de animado que el anterior.
Su mochila estaba vacía, había vendido todo lo que se había propuesto y ganó más de lo que perdió cuando compró la mercancía. Pidió una hamburguesa para llevar antes de irse de camino a casa.
Recordó que había comprado comida para peces en la tarde porque la que tenía estaba a punto de acabarse, y eso le dió pie al recordatorio de que debía mandarle un mensaje a la señora García, la mujer que le rentaba y quien se había convertido en su madre y la única familia que tenía.
Sacó el celular de su bolsillo, uno chino que su dealer le había recomendado porque estaba barato y, según él, era de buena calidad. Sam no sabía mucho de celulares pero había decidido comprarlo por la primera razón.
Entró a WhatsApp y eligió el chat de Doña Noe.
"Ya estoy yendo al departamento, va a querer algo de la calle?"
Metió el celular al bolsillo y esperó mientras hacían su hamburguesa. El olor era delicioso y la comida de ese lugar sabía muy bien.
Dos minutos después el celular vibró en su bolsillo. Era un mensaje de la señora García.
"No hijo muchas gracias, apurate a venir porque ya es tarde y es peligroso para ti"
Sam sonrió para sí mismo ante la preocupación de la señora.
"Ya voy en camino"
Cinco minutos después uno de los meseros le entregó su hamburguesa. Sam pagó, agradeció y empezó a caminar rumbo a su casa.
Todas las noches pasaba por las mismas calles, junto a las mismas casas, y viendo a las mismas personas. Y siempre recordaba cómo era su familia al ver tantas unidas... Bueno, recordaba lo último que había vivido con ellos.
Un suspiro melancólico salió de su boca mientras avanzaba con las manos en los bolsillos de la sudadera. Sabía que era mejor haberlo dicho que seguir ocultándolo pero tampoco esperaba que lo corrieran de su casa con la nariz sangrando.
"Yo no tengo hijos anormales" dijo su padre después de haberle propinado el golpe, después de Sam decirle por fin que era gay.
El recuerdo de mirar a su madre y verla con la mirada baja sin responder, con ese obvio gesto de desaprobación... Era lo que más le jodía y le dolía al mismo tiempo.
"Vete de esta casa ya mismo si no quieres que te saque de otra forma"
Su hermana le dió sus ahorros y lo abrazó entre lágrimas, deseando con todas sus fuerzas que nadie le hiciera daño.
Metió algunos cambios de ropa en una maleta y en su mochila, y también guardó su laptop. Tomó el dinero que su hermana le ofreció, más que nada porque sabía que no iba a aceptar un no de parte del chico.
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En la escalera a medianoche
Teen FictionSam vive en un departamento pequeño sobre la casa de una señora mayor, tiene diecinueve años y un par de peces, y se mantiene con un negocio independiente ligeramente ilegal. Jack vive a un par de calles del departamento de Sam, tiene veintiún años...