Capítulo 29

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Dennis

Iba a matar a Haroldo mientras dormía. O tal vez aquí en público con testigos. Golpeé mis palos contra el piso y el caddie rápidamente los agarró, lo cual era bueno. Ya comenzaba a prepararme para lanzar algo.

—¿Sandy? ¿En serio, Haroldo? ¿Le preguntaste a Sandy? —gruñí, mirando más allá de Haroldo para ver a Sandy registrarse y señalar el camino.

—Necesitábamos tres. Cabreaste a Dalu, así que nos quedamos cortos. Todo el mundo ya estaba ocupado. Sandy quería jugar. ¿Cuál es el problema? —Haroldo entregó su bolsa al caddie y me lanzó una mirada molesta.

Angie era el gran problema. No le había dicho que Sandy estaría en mi equipo, porque no lo sabía. Es decir, si nos ve puede pensar que estaba tratando de ocultárselo. Necesitaba encontrarla.

—¿Puedo ofrecerles agua? —preguntó una chica pelirroja cuyo nombre no podía recordar. Supuse que Carlos se aseguró de no ponerme a Angie. Eso habría ayudado. Podría haberle explicado la situación y ella podría haber sido capaz de ver que era completamente inocente.

—Sí, por favor, Carmen —contestó Haroldo. Le dedicó una sonrisa fugaz y ella le bateó las pestañas. Probablemente se había acostado con ella. Si no, lo haría esta noche—. Dale una botella al gruñón también. Tiene que hidratarse a sí mismo —bromeó Haroldo.

—¿Listos para patear traseros? —preguntó Sandy, caminando hacia nosotros.

No, estaba dispuesto a encontrar a Angie y explicarle esto. Miré por encima de la chica. —¿Dónde es la alineación de Angie? —pregunté.

Ella hizo una mueca enfurruñada. —¿No soy lo suficientemente buena?

—Sí, caramelo, eres perfecta. Él sólo tiene ojos para Angie. No es nada personal —explicó Haroldo, guiñándole un ojo. Ella le sonrió de nuevo.

—Ella tiene el primer grupo. Creo que el señor Kerrington está en ese grupo. El joven Kerrington. La Sra. Guille dijo algo sobre que el señor Kerrington había solicitado a Angie —respondió la chica con una sonrisa de satisfacción.

Carlos era un idiota. No lo dudaba.

—Buenos días, Sandy. Lo siento, pero tenemos a un malhumorado Dennis en nuestras manos —dijo Haroldo en forma de saludo a Sandy, quien había olvidado se había unido a nosotros.

—Puedo verlo. Voy a tomar un riesgo aquí y asumir que Angie es la chica que persiguió dejándome sola, sin una explicación el otro día.

—Si persiguió a una chica, entonces sí, era Angie —contestó Haroldo.

No les hice caso y comencé a caminar hacia la parte delantera de la línea, cuando vi al primer grupo. El carrito de Angie también se alejaba al mismo tiempo. Mierda.

—¿Quieres calmarte? Angie no es la que se pone celosa. Ese eres tú —Se quejó Haroldo, luego tomó un trago de agua.

—Está bien, ¿es problema que esté jugando con ustedes dos? ¿De eso se trata? —preguntó Sandy, mirándome directamente.

—No quiero molestar a Angie —respondí y miré hacia atrás en la dirección que había conducido.

—Oh. Bueno, es sólo golf, no una cita —dijo Sandy.

Tenía razón. Estaba haciendo el ridículo. No estábamos en la secundaria y podía jugar al golf con una mujer. Angie ahora sabía que Sandy era una vieja amiga y estábamos con Haroldo. No era como si estuviéramos sólo nosotros dos. Esto estaría bien.

—Estoy al borde. Lo siento. Tienes razón. No es la gran cosa —estuve de acuerdo decidí relajarme y disfrutar del día. Al menos Angie ya estaba adelantada. Estaría terminando y entrando pronto. Esa fue probablemente la razón por la que Carlos la había solicitado. Así no estaría fuera en el sol tanto como las demás.

En el momento en que había hecho el sexto hoyo me había relajado y estaba disfrutando. A excepción de la ocasional preocupación por Angie estando en el calor, me sentía bien. Sabía que Carlos la estaba cuidando y tan molesto como era, también era un alivio.

—Vamos Haroldo, hasta el momento Dennis es el mejor de los tres, y yo soy la mejor de los dos. Éste es amigo tuyo. Puedes hacerlo —Sandy se burló de él mientras se establecía para poner un par. Haroldo le lanzó una mirada de advertencia. Embocar no era el punto fuerte de Haroldo y no le había tomado mucho tiempo a Sandy darse cuenta de eso. Si él lograba meterla, sería un milagro.

—Creo que necesita un poco de ayuda, Sandy. Tal vez podrías ir a darle una lección —sugerí. La mirada de enojo en el rostro de Haroldo nos dio risa. Maldición,era demasiado fácil—. Es posible que desees retroceder, Sandy. Parece a punto de estallar. Si su palo sale volando no quieres estar en la línea de fuego. 

Sandy retrocedió y se detuvo a mi lado. —¿Realmente lanza palos?—preguntó ella con una sonrisa esperanzada.

—No te emociones demasiado. Si está lo suficiente enojado como para tirar palos entonces está jodidamente loco.

—No estoy asustada. Tienes los brazos más grandes —dijo Sandy lanzando otra sonrisa hacia Haroldo. Ella lo estaba aguijoneando.

—¡Él no tiene brazos más grandes! —ladró Haroldo, poniendo recta su postura con una mirada defensiva en el rostro. 

Sandy se acercó y me apretó el brazo. —Um, sí, son bastante impresionantes.Muéstrame lo que tienes —molestó a Haroldo un poco más. 

Haroldo tiró su camisa y se acercó para pararse frente a Sandy flexionando sus músculos. —Siente eso, nena. Él no tiene nada contra mí. No es más que un chico guapo. 

Rodando mis ojos me puse a caminar de regreso al carrito de golf. Haroldo se extendió y agarró mi brazo. —No. Este es un concurso que malditamente voy aganar. Flexiona tus brazos raquíticos. Vamos a ver quién es más caliente.

No tenía ganas de ganar este concurso. —Ganaste. Soy bueno con eso. Él tiene los brazos más grandes, Sandy —dije, sacudiendo los brazos de su agarre.

—No, así no. No estabas flexionando cuando sentí los tuyos y estoy segura que eran más grandes —respondió ella con una sonrisa maliciosa. Estaba seguro de que esto era una mala idea. No creía que estuviera coqueteando, pero no estaba seguro.

—¡Eso es mentira! Flexiona el brazo, Dennis. Estoy probando esto. Tengo las mejores armas.

—Sí, así es. Está bien —contesté.

—Flexiónalos ahora, lo digo en serio —exigió Haroldo. Ahora me encontraba en un concurso de mear. Uno, que con mucho gusto estaba dispuesto a dejarle ganar. Estaba listo para pasar al siguiente hoyo.

—Bien —estuve de acuerdo—. Si esto te hace pasar la pelota para que podamos pasar al siguiente hoyo, voy a flexionar mi brazo. 

Haroldo sonrió y extendió el brazo otra vez para que ella los sintiera. Ella estaba esperándome. Flexioné y la dejé que sintiera. Esto era ridículo.

—Lo siento Haroldo, él gana esto —dijo Sandy apretando mis brazos un poco demasiado tiempo. Dejé caer mi brazo y me dirigí al carrito.

—Mete la bola, Haroldo —grité.

—¡No ganaste! Ella te escogió porque se siente leal a ti ya que fue tu primer polvo —respondió. Sacudí la cabeza hacia alrededor para ver si alguien lo había oído. Por suerte, parecía que nadie lo había hecho.

Solo quiero decirles que no se preocupen por la última frase del capítulo de ayer, es solo algo que se me vino a la mente en el momento y quise agregarlo, así que todos pueden estar tranquilos... Por ahora.

Nunca demasiado lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora