Un mensaje a cambio de tu sonrisa [OS Larry Stylinson]

Un mensaje a cambio de tu sonrisa [ONE SHOT]

Perdí la cuenta de hace cuanto había iniciado esto, sólo sé que un día, nos cambiaron el aula de clases y una semana después de adaptarnos a ella, curiosos pero, lindos mensajes comenzaron a llegar en mi pupitre, sacándome más sonrisas de las que podía imaginar….

xxxx

 

“Hola, sólo quiero recordarte una vez más, lo importante y especial que eres”

Harry ya estaba acostumbrado a estos mensajes diarios escritos sobre su pupitre. Sin falta, cada mañana al llegar y entrar a la sala de clases se encontraba con mensajes alentadores como estos. No tenía ni idea de dónde o de quien provenía pero, eran capaces de alegrar su día aunque nunca se había animado a buscar a esta persona, digamos que era algo tímido, no obstante siempre respondía igual: Gracias, es muy amable de tu parte.

Xxxx

 Unos días después Harry no se sentía muy bien, no era que las cosas estuvieran horribles, sin embargo no se sentían bien para el rizado, había sacado una nota muy baja en su último examen de álgebra, se esforzaba mucho por sacar excelentes calificaciones. Sus padres lo felicitaban y él propiamente se sentía con un peso menos. Sabía de antemano el porqué de su calificación, era su estado de ánimo, sus problemas personales que ya estaban llegando a su límite y haber bajado sus calificaciones ya era mucho, se sentó de manera brusca a su asiento producto de su molestia golpeándose levemente la cadera al caer tan abruptamente. Más fastidiado aún, azotó su mochila contra la mesa, sorprendiendo a sus compañeros, él era muy tranquilo y a penas se sentía pero, a Harry poco le importaba lo que pensaran de su persona, sobre todo ese día. Al caer su mochila divisó unas letras justo debajo de ésta, “los mensajes”, pensó, sacó el bolso y se dispuso a leer.

“Algunas veces se gana, otras se pierde pero, cuando eso ocurre es cuando debes saber que suceden para hacerte más fuerte, sólo fue una vez ricitos”

“Ricitos” Sonrío tontamente al nuevo apodo, como siempre, estos mensajes lo hacían sonreír y olvidar todo sentimiento contrario a la felicidad, quien sea que fuera lo hacía feliz. Tomó su bolígrafo sin borrar su torpe sonrisa y escribió lo mismo de siempre: Gracias, es muy amable de tu parte.

Xxxx

La campana de toque para entrar había resonado en sus oídos, se levantó del cómodo e improvisado asiento preparado por él mismo debajo del árbol algo apartado del patio principal. No era que le fuera antisocial o se llevara mal con el resto, era más bien que le agradaba estar solo, se relajaba bajo las sombras que le otorgaban los árboles, probaba la suave brisa acompañada de la calidez del sol expectante en ese cielo limpio y escaso de nubes, una sensación grata a simple vista, una sensación que él amaba y acompañada de una lectura de un buen libro junto a un delicioso refresco, hacían de su estadía allí algo perfecto.

Sin excluir, claro, esos mensajes, hoy era un día relativamente normal o bueno, sin embargo, esos mensajes no dejaron de hacer presencia como todos los días, el de hoy le había dejado un buen sabor en la boca y un agradable sentimiento de gratitud hacia esa desconocida persona.

“Hoy se te ve bien, eso es perfecto ricitos tanto como tú y tu hermosa sonrisa que no me aburro de ver”

Xxxx

Harry estaba muy pensativo últimamente, esos mensajes de aliento habían empezado a llegarle más a fondo de lo que creía. Pensaba en cómo sería esa persona, si era una chica o era un chico, como era su voz, suave o grave, ronca o aguda. Reflexionaba en si acaso esa persona era tan hermosa como sus palabras, si se veía o era tan agradable como se vislumbraba. ¿Será de la escuela? Claro, debía serlo si tenía acceso a escribir en su mesa y sabía tanto de él y su vida dentro del establecimiento. ¿Quién será? ¿Algún profesor? ¿Algún alumno? ¿Estaba en el mismo grado que él? O era menor… Y ¿si era mayor? Bien, esas eran las preguntas que merodeaban en esa concurrente mente que poseía de niño, esa maravillosa mente que al ser un adolescente tenía millones de cosas dentro, aunque en su mayor consistencia, tenía como centro a ese asombroso desconocido que alegraba sus días como nadie nunca hizo.