1. She looks so perfect.

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1. She looks so perfect.

Luke.

Caminaba junto con Michael por el pasillo de nuestro instituto. Él no dejaba de hablar, creo, que de una chica que lo traía loco desde hace unas semanas. No atendía demasiado a lo que me decía, y mucho menos cuando la vi entrar a ella.
Una chica no muy alta, de cabellos color azabache recogidos en un alto moño.
Su ropa llamó mi atención, ya que vestía con una falda celeste hasta los tobillos y una blusa blanca con ciertas partes de encaje beige.
Cuando pasó cerca mío, me permitió analizar su rostro a la perfección. Su piel, lisa y blanca como la nieve resaltaba sus labios rojizos.
No estaba maquillada, aunque tampoco parecía necesitarlo.
Era perfecta.

                
                    *   *   *

Me levanté de mi asiento tras sonar la campana que indicaba la salida de clases. Recogí mi mochila y la colgué a mi espalda para segundos después, salir de clase acompañado por Michael.
Al salir del instituto, él y yo nos dirigimos a su casa, ya que todos los martes íbamos allí después de clases para jugar a videojuegos.

-Mira Luke, es esa chica tan rara nueva - dijo señalando hacia el parque.

Y allí estaba, sentada en un banco, con un sombrero muy amplio del mismo color que su vestido, que, como todas sus faldas y demás vestidos, le llegaba hasta los tobillos.
Escribía algo con una pluma en una libreta con bordes de cuero gastado.
Parecía sacada de una película del siglo XIX. Levantó la mirada, y en el segundo en que se paró en la mía, mi corazón se congeló.
Al darse cuenta de que a quien observaba era a ella, bajó la mirada, y juro por dios, que los copos de nieve de los que estaban formadas sus mejillas, se sonrojaron por un instante. Dios bendiga la perfecta sonrisa que se asomó por aquellos rojizos labios.

                     *   *   *

Sonó el timbre para el recreo, y salí corriendo de clase aún sin ver si Michael venía conmigo o no. Caminé a toda prisa hacia el aula 27, el aula en la que ella estudiaba.
Unas horas antes, había dejado sobre el que era su pupitre, una rosa roja con una nota en la que ponía "Para la más bella flor". Quería ver su reacción, quería verla sonreír de nuevo, quería ver como aquellos copos de nieve volvían a enrojecerse de nuevo.
Pero, lo único que vi cuando llegué, fue a ella, rodeada de otras tres chicas. Una de ellas mantenía la rosa en su mano, y le gritaba cosas horrendas. 

-Una inútil como tú no merece cosas así - dijo alzando la rosa, y la rompió.

Ella solo lloraba y escondía su cara entre sus manos mientras la otra chica le echaba los restos de la rosa sobre ella y se marchaba, seguida de las otras dos chicas.
Mi corazón moría a cada instante en el que una lágrima salía de su rostro. Luchaba interiormente por entrar, abrazarla y decirle que todo estaba bien. Al fin, me decidí por entrar. Caminé lentanente hacia ella, parecía tan indefensa, y no quería asustarla. Ella alzó la mirada en cuanto mi mano se posó en su espalda. Me miró, preguntandome con la mirada que estaba haciendo.
Pensé en irme, pero era tarde, ahora solo podía hacer algo.
Abrazarla. Situé mis brazos alrededor de ella, y no fue difícil, ya que era de pequeña estatura.
Ella seguía tensa, pero en un instante, volvió a sollozar y dejó caer su cabeza sobre mi pecho. Yo pasaba mi mano por su espalda, acariciandola delicadamente, mientras la abrazaba con cuidado, como a una pequeña y frágil muñeca de porcelana que no quieres romper.
Se separó de mí bruscamente y miró directo a mis ojos. Nunca me había fijado en aquella mirada tan profunda como la galaxia, pero fría como el hielo. El azul de su vestido no se comparaba para nada en belleza con el que albergaban sus ojos. Parpadee para concentrarme en el presente.

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