COMIENZO SANGRIENTO

41 4 0
                                    

Diana miraba inmóvil a las personas que pasaban por la vía Dorobanti. La nieve caía sobre sus hombros como pequeños trozos de cristal.

Estaba en el porche de hace dos horas y el frío ya no le importaba. Ahora que lo pensaba, no estaba muy segura que sentirá algo durante una buena temporada...

Sentía sus ojos pesados, pues debajo de ellos se hallaban manchas oscuras, como semilunas, martores de la noche sin dormir de la joven.

El pelo se le había soltado del moño superficial que llevaba usualmente. Cabellos castaños le cuadraban la pálida cara, sus ojos azules sobresaltando de manera inquietante en su rostro.

Cerró los ojos y una lágrima se derramó sobre su mejilla. Este era uno de los pocos señales que mostraban el dolor inmenso con cual se confrontaba.

Diana había cumplido los 15 años e ya tenía que afrontarse sola a la vida. Su famila había muerto.

Su madre, su padre y su hermana, Irina. Diana Noir estaba sola a los 15 años en el Bucarest ocupado en cual no había vivido casi ni siquiera un año en toda su vida.

Su padre, Pierre, era francés. Su madre, Elena, rumana. Había vivido toda su vida en Francía, en Paris. Los últimos años fueron perfectos: había entrado el Conservatorio, tenía un pequeño apartamento, estaba a punto de recibir una beca para su talento... Resumiendo, su vida era perfecta y ella estaba feliz.

Hasta ahora. Una noche antes un criminal le había robado todo lo que quería ella más en este mundo: su familia.

No había gritado, ni siquiera no había hablado. Solo ha llorado y buscó por su collar.

Era un collar muy preciado para ella. Una piedra blanca, luminosa incrustada en plata y cogida de un material azul oscuro, como el cielo nocturno cuando está a punto de amanecer...

Era su collar, un collar que lo lleveba... ¡siempre! Ni siquiera no sabía porque se lo había quitado la noche anterior. Sin él se sentía desnuda y... vacía, como si el miserable que le había matado su familia quería reirse de ella y robarle absolutamente todo lo que preciaba...

Levantó la mano al cuello, solo para dar de la piel desnuda y fría de su cuello. Rompió a llorar, sus suspiros bajos y cortos. No sabía manifestar su dolor de otra manera...

-Señorita Noir... Disculpa...

Diana dejó la calle atrás y miró al hombre que la llamó.

Era bajito, con el pelo tocado de cabellos grises. Estaba temblando en el frío aire de Navidad, y ella se preguntó si de verdad hacía tanto frío...

-Señora Noir, los oficiales han pensado que sería mejor... que os fueraís de la casa... Necesitan investigar el porche...

Diana miró a su alrededor. La nieve del porche estaba manchada de sangre, su color escarlata haciendo que su corazon dar un vuelco doloroso en su pecho.

-No... no tengo... no tengo adonde ir... murmuró ella.

Pero el policía no la escucho. Pusó una mano por la espalda de la joven y la empujó dentro de la casa. El calor y los objetos del salón le removieron recuerdos dolorosos: su padre fumando, su hermana peleándose con ella, su madre leyendo...

Sus cosas ya estaban recogidas en una maleta de piel. Un policía, su traje azul oscuro recordándole, de su collar, le pusó unas cuantaa monedas de oro en la mano y masculló un bajo "lo siento".

¿Qué haré ahora? Estoy perdida... pensó la joven mientras se ponía el abrigo.

-Debería buscar una bodega para esta noche, señorita- dijo el inspector.

Diana le miró con cara de odio. ¿Cómo podía ser tan cruel? El dinero que le había dado no le podía bastar ni siquiera en la más pobre bodega de Bucarest...

-Sé que tengo que hacer, muchas gracias - dijo ella en tono desafiante y despues le dió la espalda y salió por la puerta.

Pensó que todo lo que pasaba era irreal pero, a la vez, tan real que le dolía.

Cuando llegó abajo, el frío le golpeó sin piedad las mejillas. Sintió que ya no tenía fe y que toda su energia había desaparecido.

Quiero morir... Ya no quiero vivir... Morir... pensó ella mientras caía de rodillas en la nieve y rompió a llorar.

Una chica sola en la Navidad de 1872 sin familia, sin casa, sin esperanza...

Los Guardianos- los protectores del LabirintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora