Bebí otro trago de mi botellín, una vez más iba a ser la primera en terminarlo. Suspiré. Ya no miraba las caras de incredulidad de las nuevas amigas de Sergio ni explicaba por qué bebía, solamente dejaba pasar el tiempo hasta que el juego perdiera la gracia. Sonreí a Coco y ella me apretó la mano por debajo de la mesa cariñosamente, menos mal que nunca nos guardamos secretos.
Una vez más estábamos en la gran mesa del comedor de Claudia jugando al "yo nunca". El juego había perdido su gracia hacía ya mucho, pero a ella le hacía ilusión y, al fin y al cabo, era su casa y su fiesta. Supongo que no es mala forma de conocerse, aunque yo era más amiga de las preguntas indiscretas en pequeño grupo, aquella norma de "yo contesto si tú contestas" había sido siempre mi única jugada a la hora de ligar. Y sí, sorprendentemente con Coco había funcionado.
- Yo nunca he besado a alguien de mi mismo sexo
Ya tardaba en salir, una fiesta con 9 lesbianas, 3 bisexuales y un par de heteroconfusos... pero siempre nos reíamos con aquella tontería. Había intentado hacerlo como antes, que cada persona dijera una frase y "personalizarlas" más... Ir a matar, vaya; sacar algún trapo sucio de tus amigos... Esa era la gracia real del juego, no el beber por beber. Pero no. A ellas les gustaba leer las preguntas de alguna app subida de tono y claro, había preguntas absurdas, como esa.
- Yo nunca he hecho un trío - bebo- Yo nunca me he masturbado en público - bebo- Yo nunca me he acostado con alguien del grupo - bebo
Empezaba a dejar de escuchar, me limitaba a beber mientras mi cabeza vagaba por todo lo que podría estar haciendo en ese momento... Inconscientemente me acerqué más a Coco y seguí jugando con su mano debajo de la mesa. Acariciaba sus dedos, repasaba su brazo y me paraba por su muñeca jugando inocentemente con las pulseras que yo misma le había regalado. Es gracioso cómo, sin saberlo, puedes descubrir nuevos puntos de tu pareja. Al parecer había dado con la única forma absolutamente disimulada de ponerle a 100 delante de sus amigas. Aunque, en mi defensa, no lo supe hasta más tarde...
Mientras pasaban las preguntas y los sorbos de cerveza, mis manos recorrieron la piel de Coco y mi mente algo más. Un recuerdo muy vívido me vino a la mente: La noche anterior.Habíamos cerrado la puerta de la habitación con un portazo, cuando Coco me había sorprendido empujándome contra ella y sujetándome las manos sobre la cabeza mientras dejaba caer todo su cuerpo sobre mí. No me dejó decir palabra. Me besó intensamente mientras colocaba su pierna entre las mías y lograba sujetar mis muñecas con una sola mano. Se me escapó un ligero gemido cuando separó sus labios de los míos, pero nada comparado al que estaba a punto de provocar con aquellos dientes en mi cuello. ¿Cómo narices había llegado hasta ahí sin que me diera cuenta? Realmente me había pillado con la guardia baja.
Con la mano que tenía libre comprobó que me había quitado el sujetador al llegar a casa. Sonrió. Cambió al otro lado del cuello mientras jugaba con mis pezones y yo no podía más que cerrar los ojos y disfrutar. Con el juego, se relajó en la tensión que tenía puesta en mis muñecas y conseguí soltar una mano que fue directa a su culo. Me encanta, no puedo remediarlo, tiene un culo perfecto que me entra en la mano como hecho a medida y cuando está cachonda lo pone duro sin darse cuenta y es como acercar una mecha al fuego: que me prende.
Noté cómo se había sorprendido por el apretón que recibió la teta que tenía entre sus manos. Aguanté su mirada con cara de inocente mientras volvía a agarrar mi mano para liberar su nalga. - ¿Quién te ha dado a ti permiso para tocarme así?- Oye, no habías dicho que no pudiera...- Te vas a enterar
Con la pequeña distracción había conseguido que me separara un poco más de ella, así que aprovechó para girarme y agarrarme por la espalda, totalmente inmovilizada entre sus brazos. Tiró de mi coleta para dejarme mirando hacia arriba, con el cuello completamente ofrecido. No sé cómo llamar a lo que hizo con él... Beso se queda muy corto para esa forma de devorar sin dejar la mínima marca... En el cuello, claro, porque lo que son las bragas... no sé si volverán a ser las mismas.
- ¿Recuerdas ya quién manda aquí?
En serio, a milímetros de mi oído y con esa voz directa y suave de perfecta dominatrix... ¿Cómo se supone que iba a responder con palabras?
- ¿No respondes? Veamos si esto te suelta la lengua
Alargó el brazo para acoger las esposas del cajón y atarme las manos al cuadro de la cama, dejándome con la espalda un poco arqueada hacia abajo. Acarició mi espalda con los dedos y me cogió de la cintura. Le vinieron al pelo los pocos centímetros que me sacaba, para que nuestras caderas se quedaran prácticamente a la altura en esa posición.
Metió la mano por mi pantalón y comprobó que estaba chorreando. Lentamente me desnudó de cintura para abajó, acariciando mis piernas y dejándome la piel de gallina. Yo me giraba a ver su trabajo, pero guardaba la posición para aquel juego que nos encantaba. Me separó las piernas con la suya y volvió a acariciarme.
- Bien, así me gusta. Ahora no te muevas o me voy a enfadar- Tentador... Lo intentaré
Me subió la camiseta hasta dejarla sobre las muñecas cubriendo las esposas sin molestar. No me moví, quería ver qué tenía preparado. Siguió moviéndose a mi alrededor dejándome pequeñas caricias que me mantenían alerta. Bajó una última vez su mano por mi espalda ahora desnuda y dio el primer azote dejándome un poco roja la nalga derecha. Agarré la barra de la cama a la que estaba esposada y me mordí el labio.
Le siguieron unos cuantos azotes más, mientras se aseguraba de que no movía las piernas y disfrutaba de los gemidos que no podía contener. Agarró mi coleta de nuevo, es lo mejor de dejarme el pelo largo, y azotó con algo más de fuerza.
- Quiero oírte gemir para mí
Y vaya si gemí... Lo siento por mis compañeros de piso, pero no podía controlarlo, en la cama, ella pide y yo obedezco.
Empezaba a temer provocar un charco a los pies de mi cama si seguía así mucho tiempo sin entrar en mí, pero no iba a darle el gusto de suplicar tan pronto. Por supuesto, me conocía bien y vio cómo intentaba pegarme más a ella en cada sacudida. Se relamió por dentro y puso cara de "voy a comerte entera". Vino hacia mi cara, me robó un beso húmedo, intenso, desesperado y alargó la mano hacia mi vientre. Paró un segundo antes de rozar mis labios, aquello era una tortura deliciosa. Si moviera las piernas tan solo unos centímetros la tendría dentro de mí, pero me arriesgaba a que la tortura por desobedecer fuera peor. Me rendí.
- Por dios, fóllame ya, por lo que más quieras- Eso es lo quería escuchar
Su mano fue directa, estaba tan húmedo que le habría entrado la mano entera, pero sabía lo que hacía. Introdujo dos dedos hasta encontrar el punto G, yo movía las caderas para acompañar su movimiento y que fuera metiéndose cada vez más al fondo. Movía las puntas de los dedos además de mi movimiento de cadera, metió el tercer dedo lentamente cuando estaba a punto de correrme y noté cómo se empapaba su mano, pero no paró, se había empeñado en hacerme multiorgásmica. Grité, gemí, agarré la cama y seguí corriéndome mientras ella cambiaba a un ritmo más brusco. Sin salir del todo, se irguió a mi lado para cambiar de postura. Con cuidado pasó mi pierna por su brazo y al fin se colocó cómodamente detrás de mí para terminar de follarme casi con la mano entera desde atrás, en la misma posición en la que había estado azotándome, disfrutando de mi culo aún rojo y marcado y acariciando con su otra mano mi clítoris hasta que sintió cómo todo mi cuerpo se contraía contra su puño en uno de los mejores orgasmos que he tenido nunca.
- Yo nunca he probado el BDSM
Coco mi apretó la mano despertándome de mi ensoñación. Parecía increíble que nadie lo hubiera notado, pero yo vi esa pequeña gota de sudor en su frente. Sí, había estado poniéndola a mil y si no paraba ya se le iba a escapar un gemido en mitad de la fiesta. Lo mejor sería seguir con el juego. Nos miramos ante la pregunta que me había sacado de mi ensoñación, bebimos, nos reímos y seguimos la noche como si no hubiera pasado nada... pero deseando probar un par de cosas al llegar a casa.
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Otra partida de Yo Nunca
General FictionUna reunión de amigas despierta los deseos de una inusual jugadora. Placer, juegos, secretos y algo de alcohol pueden hacerle a una perder la partida... o quizá ganarla.